...había sangre derramada que conducía hasta el armario, lo abrí y mi mamá cayó al suelo, tirada con el cuello cortado. No lo podía creer, quedé en shock. Francisco entra al cuarto y se asusta, llama de inmediato a la ambulancia con la policía, empecé a llorar de dolor por lo que le habían hecho a mi mamá, apenas unas horas que hablé con ella y cuando más ansiaba abrazarla, la veo muerta. La abracé, gritando de dolor, llorando por mi madre. Muy en el fondo sabía quién lo había hecho.
—¡PERDÓNAME MAMÁ!— digo desesperada, negándome a la verdad. —¡TÚ NO MERECÍAS ESTO MAMÁ!—
Los forences estaban en la entrada esperando a que alguien los informara de lo que había pasado, entran hasta donde estamos mi mamá y yo, me alejan de ella, no quería despegarme de ella, quería recuperar el tiempo que había perdido por mi nefasta decisión.
Francisco se acerca a consolarme.
—¡Me duele mucho que mi mamá ya no esté conmigo!— le digo llorando a Francisco.
—Tranquila Rosaura, esos desgraciados que torturaron a tu mamá van a aparecer— tratando de calmarme dándome palmadas en la cabeza.
Abracé a Francisco lo más fuerte que pude, él era la única persona que me quedaba y no quería que nada malo le pasara.
Una carroza llega a la casa bajando una caja de muerto, iba a despedir a mi mamá, sería la última vez que la vería. No aguanté más el sentimiento y comencé a llorar. Francisco me acompañó en todo momento del velorio, un gran compañero. Al día siguiente era el día del entierro, mi madre fue enterrada decentemente, la gente al rededor eran amigos de ella, mis lágrimas se habían secado, pero esta vez sería por odio, quería ver a Benito por mil metros bajo tierra. Se arrepentirá de no haberme matado ese malnacido.
—Mamá, ¡Juro que tú muerte no será en vano, ese infeliz morirá y seré yo o algo ocasionado por mí!— en voz baja, con furia, tocando la tierra donde ahora descansa.
Francisco se sube al carro y luego me subo.
—Creo que tienes que quedarte en mi casa— dice Francisco con la mirada enfrente.
—No es necesario, puedo quedarme en la casa de mi mamá.— le digo con seguridad.
—De ninguna manera, ¿Que tal y si ese asesino aparece?— dudando lo dice.
—Pues lo mato, no hay de otra— centrándome con ira a sus ojos.
—No te dejaré sola Rosaura, vas a mi casa y ahí te vas a quedar.— asustado continúo.
No dije nada más e hice caso a su palabra, cuando llegamos me enseña el cuarto donde dormiría.
—¿Tienes una hija?— pregunté por la decoración, todo era rosa.
—Tenía— agacha la mirada tristemente.
—Lo siento, no fue mi intensión hacerte recordar algo doloroso— digo avergonzada.
—No tienes por qué disculparte, mi hija tenía tu edad hace 3 años.— dice entristecido.
—¿Qué pasó?— tratando de distraerme le pregunto.
—Un hombre que según era su novio la sacó de aquí sin mi consentimiento, cuando llegué a casa había una nota despidiéndose, 5 meses después apareció muerta en un lago, estaba flotando, sin ojos ni dientes ni cuero cabelludo. M-me dolió bastante, como no te imaginas.— dice llorando de dolor.
—Somos compañeros de dolor, ¿No?— le digo mientras le doy un abrazo. Él me corresponde el abrazo y ahí nos quedamos dormidos, del cansancio por tanto llorar nos hizo que quedáramos dormidos. Cada vez que podía, soñaba con mi madre, sé que me perdonó y que ahora descansa en paz, ella ya no sufrirá este tormento que me he creado por no seguir sus palabras. Te amo madre, dónde quiera que estés te amo.
Amanecía y aún seguíamos abrazados, tal parece que me quiere y pues yo a él también, era una sensación que ni con Benito llegué a sentir, él solo me utilizo para sus asquerosos fetiches de humillación. Francisco también era grande pero se conservaba, alto, delgado, de barba, muy guapo. ¿Pero en qué estoy pensando?, no quería despegarme de él, me sentía muy cómoda. Francisco se levanta.
—Perdón, no fue mi intención.— dice mientras se levanta y aleja de mí pensando que me sentía acosada.
—No hay problema, creo que después de este tiempo he vuelto a dormir tranquila.— le digo aliviada.
—No quiero que pienses mal de mí Rosaura.— apenado Francisco.
—Contigo me siento tranquila Francisco, mi mundo vuelve a florecer cuando estoy contigo.— le digo acercándome a él y acariciando su mejilla —Desde que te conocí has sido el pilar de mi vida, gracias por estar conmigo— lo abrazo.
Francisco corresponde al abrazo y me da besos en la cabeza.
Me sentía contenta al lado de...