Mundo Oculto

Choque de filos

Al salir del comedor, Edgar cerró la puerta y se quedó parado delante de ella unos segundos. Acababa de matar a su propia madre, la mujer que le dio la vida y realmente no notaba que fuera a causar problemas. 

Finalmente decidió empezar a mover-se. ¿El destino?, su padre. El hombre que lo crió y lo atormentó durante años se pasaba gran parte de su día en el estudio. Donde solo trabajaba. Edgar empezó a subir las escaleras, poco a poco y de una en una, sin apresurar-se. al cabo de poco tiempo vio la puerta del estudio delante de sus narices. respiro hondo y puso a Alfa y Beta por el interior de su cinturón para evitar que se vieran y así poder sorprender-lo.

Entro sin llamar primero, cosa que nunca había hecho. 

- Padre.- Llamó discretamente

- Así que ahora que todo se va a la mierda ya entras sin llamar eh... - Dijo su padre, quien le contestó des de detrás de una silla. 

Edgar no respondió. 

- Dime algo hijo mio, después de todo lo que esta sucediendo, ¿aún seguirías creyendo en tu padre?

- No. - Fue una respuesta seca y firme.

- Ya veo. Entiendo, yo tampoco creería en mi mismo, no soy ,muy de fiar en estos momentos,aun así, quiero sobrevivir.

La silla empezó a girar y la imagen de su padre se reveló. Él se apoyo a su mesa col las manos entrecruzadas mientas se sujetaba la cabeza.

- Sabes, ayer por la noche cuando estaba terminando unos documentos en el estudio, un pequeño gato apareció de la nada, y se presentó a si mismo como un demonio, quien quería convertirme en uno también. Me explico algo perturbador sobre los ángeles y el cielo, así que decidí unirme a ellos, no estoy muy seguro si he hecho lo correcto o no, pero de una cosa estoy seguro, voy a sobrevivir en este mundo sea como sea. Tenía el presentimiento de que me habrías ayudado y seguirías a mí lado en este mundo de mierda como mi mano derecha pero veo que no va a ser así. No tengo la intención a perecer aquí, espero que tu tampoco la tenga y me enfrentes al máximo. 

Edgar no respondió, solo agarró sus espadas del cinturón y las sujetó fuertemente. 

- Así me gusta. Supongo que también debes tener una habilidad, no me preocupare por ella e iré con todo. ¡Prepárate!

Su padre sacó de debajo el escritorio una lanza, de unos dos metros, con una hoja curva en la punta y un pañuelo negro colgando de ella. Se lanzó directo a su propio hijo con la intención de matarlo.

Edgar no dudo y uso las dos espadas para parar el golpe que venia volando des de arriba. Fue un golpe contundente y pesado pero Edgar no dio ni un paso atrás. Apartando la lanza con Beta, movió a Alfa rápidamente hacia la yugular de su padre, pero un golpe proveniente de abajo hizo que se desviara. Era el pie de su padre. Su padre, Leo, era un atrista marcial muy reconocido a lo largo del mundo, pero más grande error en este momento fue enseñarle artes marciales a su hijo. 

Ambos intercambiaron una serie de golpes con las piernas a gran velocidad. Ninguno cedía terreno y se mantuvieron así por tres minutos hasta que Leo lanzó la lanza directamente al pecho de Edgar.

Edgar detuvo otra vez la lanza de su padre y la hizo saltar en el aire. Esta, se clavo en el techo. 

Mientras Edgar observaba la lanza clavar-se, su padre ya se había escabullido detrás de Edgar y le propino una serie de golpes que hicieron que Edgar se alejase de un salto y se agachara debido al dolor.  

- Dime una cosa hijo, tu madre esta muerta? - Preguntó de la nada su padre

- Así es.- No hubo resentimiento en esa frase.

- Ya veo. - Los ojos de Leo su pusieron melancólicos.

Esta vez Edgar salió al ataque. Corrió a máxima velocidad hasta su padre, pero este ni se inmutó. Paró elegantemente los golpes de Edgar y esquivó los cortes de las dos espadas. Le lanzó una patada en el estomago a Edgar y este retrocedió. Leo saltó y agarró la lanza que estaba sujeta al techo.

- Comprende esto Edgar, no eres rival para mí. - Dijo Leo mientras movía la lanza. 

- Yo no hablaría tan pronto. - Respondió Edgar jadeando. 

Los dos se miraron a los ojos y se lanzaron al ataque. Esta vez, Edgar llevaba la ofensiva y su padre intentaba parar los cortes que lanzaba con sus espadas. El mango de la lanza era hecho de madera y uno podría pensar que este era frágil, pero era todo lo contrario. La lanza de su padre, fue hecha por un gran herrero y su método de fabricación era secreto. Pero Leo, al tener curiosidad de cuan duro podía ser el mango una vez le disparó y no se agrieto. Era una lanza tan resistente que incluso podía detener balas. 

Edgar seguía propinando cortes al mango mientras Leo se defendía. Al ver que no le había hecho ni un pequeño rasguño, Edgar se retiró y observó des de la distancia, mientras pensaba en un plan. 

- ¡Si no vienes, lo haré yo!.- Gritó Leo-

La lanza de Leo salió disparada junto con Leo y empezó a lanzar estocadas a Edgar. La presión de los golpes era muy fuerte y no se podía encontrar una brecha para contraatacar. Edgar empezó a sufrir. 




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