Mundos Oscuros [editando]

Capitulo 12: Entre sombras y sueños

"La vida es una serie de cambios naturales y espontáneos. No los resistas; eso solo crea tristeza. Deja que la realidad sea realidad."

— Lao Tzu

La inconsciencia me envuelve como una neblina densa, un lugar donde el tiempo parece detenido y el dolor se disipa en el aire. No siento nada, solo un profundo silencio que todo lo cubre, un refugio del mundo exterior. Es extraño estar aquí, alejada de las preocupaciones, como si hubiera pulsado el botón de pausa en mi vida.

En esta oscuridad, los recuerdos flotan en mi mente. La risa de mi madre resuena como un eco cálido, pero se desvanece rápidamente, dejándome con una sensación de vacío. A veces, la imagen de su sonrisa surge, iluminando mi tristeza con destellos de lo que fue. Me pregunto si alguna vez volveré a escuchar su voz, o si la tristeza de su ausencia me acompañará para siempre.

De repente, hay un murmullo, una voz familiar que se filtra a través de la neblina. Es Joseph. Puedo sentir su preocupación, como si estuviera a mi lado, aunque no puedo verlo. Su voz es un ancla, un recordatorio de la realidad que se aferra a mí.

"Isabella, por favor, despierta," dice, su tono cargado de una mezcla de esperanza y angustia. "No puedo soportar la idea de perderte." Sus palabras se repiten en mi mente, resonando como un mantra, llenando el vacío con su urgencia.

Pero, en medio de su súplica, otra voz emerge. Es la de mi padre, su tono grave y conocido. "Tienes que luchar, Isabella. No te rindas. Recuerda lo que hemos superado." Su voz es firme, llena de la fuerza que siempre he admirado. Pero en su insistencia, hay un trasfondo de preocupación que me hace sentir pequeña, como si todo dependiera de mí.

Las palabras de ambos se entrelazan, creando una sinfonía de aliento y temor. ¿Qué pasará cuando despierte? La incertidumbre pesa en mi pecho, pero por ahora, no hay necesidad de pensar en eso. Estoy a salvo aquí, lejos del dolor y el miedo, y en este momento de desconexión, encuentro un tipo de paz.

Sin embargo, hay una parte de mí que siente que no puedo quedarme aquí para siempre. La luz que parece brillar en la distancia se intensifica, como un faro que me llama de regreso a la vida. Pero esa luz trae consigo la realidad, y no estoy segura de si estoy lista para enfrentarla.

"Isabella," susurra Joseph de nuevo, y su voz me envuelve como un abrazo. "No volverás a luchar sola." En este estado de inconsciencia, me aferro a sus palabras, a la promesa de que no estoy sola en esta lucha.

Mientras me dejo llevar por la neblina, las sombras me envuelven una vez más. En este silencio, encuentro un respiro momentáneo, una pausa en la lucha. Pero sé que eventualmente tendré que enfrentar lo que se ha quedado atrás, y que, al despertar, el eco de sus voces se volverá una realidad palpable.




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