Mundos Oscuros [editando]

Capitulo 29


Después de una agotadora noche, sin poder conciliar el sueño, pasadas las cuatro se la madrugada, por fin el cansancio tanto físico como mental, me llevan al extremo de la inconciencia.

—Isabella... Isabella – llaman tras la puerta seguido de uno golpes en ella. — Dilan está aquí.

— ¿Que hora es?– respondo aún con mis ojos adormilados.

— Casi el medio día, no quise levantarte porque me imaginé que estarías muy cansada por todo lo acontecido.– responde Nathalia a través de la puerta. — ¿Puedo pasar?

— Claro, adelante. – cuando entra, ya estoy sentada en la cama.

— ¿Como te sientes?. – me pregunta con una cálida sonrisa, de esas características de una madre cuando se preocupa por su hijo.

Madre.

Por poco olvido el sueño y la sensación que producía esa palabra.

— Estoy bien, gracias Nathalia. – respondo con una mano frente a mi boca, debido que aun no me he lavado los dientes. Ella capta el gesto y sonríe.

— Dejaré que te alistes, te esperamos a fuera. – dice antes de cerrar la puerta tras ella.

Aún sentada en la cama, llega a mi mente las imágenes del sueño; los ojos de la niña, su suave caricia, esa forma de llamarme. Muevo la cabeza sacando las imágenes de mi mente, mi corazón nuevamente latía desbocado al instante que una duda llega a mi mente.

— ¿En que día estamos? – susurro para mí a la vez que busco el teléfono que hace poco me entregaron.

Hasta el momento no lo había usando, y por esa razón estaba al fondo de toda la ropa que había comprado el día anterios junto con la ropa que traía. Saco el teléfono y miro en él la fecha que muestra la pantalla principal.

— No puede ser. – me siento en la cama, apoyando mi cabeza en las palmas de mis manos. — No puede estarme pasando esto, no ahora.

Llevo dos semanas de retraso, dos semanas de lo que hace que Damon estuvo fuera de sí. No puede estar sucediendo esto precisamente en éste momento.

Saco un pantalón Jean junto una blusa de tirantes y entro al baño; frente a mí hay un espejo donde mi reflejo, ahora rubio —teñido— me mira con unos ojos inexpresivos. Entro a la ducha y después de diez minutos bajo el agua, al final salgo y me visto rápidamente.

En la sala principal están hablando Dilan y Nathalia y al verme, callan instantáneamente.

— ¿Como están? – dije tratando disimular que note su rápida reacción al verme, sus rostros se tranquilizan.

— Nosotros estamos muy bien, ¿tú como te sientes? – Dilan se acerca y posa su mano en mi frente. – te noto algo pálida, estás sudando frío. ¿Pasa algo?.

— No, no. Todo está bien – miento cuando veo a Nathalia acercarse preocupada. – ire a alguna farmacia por mis pastillas de tratamiento.

— ¿Tratamiento? – dicen los dos al unísono, se miran y sonrien a lo que yo, ruedo los ojos por inercia.

— Estoy bajo un tratamiento debido a un problema en mi cabeza, lo que provoca que tenga dolores e incluso a veces, desmayos. – digo restándole importancia.

— Entonces, no deberías salir. – Nathalia se adelanta a decir. – Dilan y yo podríamos traerlas.

— No es necesario. – digo sonriendole para calmarla. — Además, necesito un poco de aire libre, no demoraré.

Nathalia iba a reprochar pero Dilan la interrumpe.

— Está bien. – Dice con un semblante serio. — pero deja anoto mi número en tu teléfono. Sea lo que sea, me llamas.

Le entrego mi celular y el comienza a teclear en él, mientras Dilan escribe en mi teléfono se acerca Nathalia y puedo ver la preocupación en sus ojos.

— Sabes que no deberías salir ¿Verdad? – dice en un leve susurro

— Lo sé. – suelto un suspiro. — pero nada me pasará, hay una farmacia cerca, iré y volveré lo más rápido posible.

— Está bien. – ella sonríe débilmente — Cuídate.

— Ya está. – dice Dilan dándome mi teléfono.

— Demoraste mucho como para solo estar guardando un número. – digo medio en serio, medio en broma y el sonríe

— No quería interrumpir un momento tan emocional como el que estaban teniendo. – dice colocando una mano en su pecho.

Guardo mi teléfono en un bolsillo del Jean y camino calle abajo hasta llegar a la farmacia. Mi mente divaga en respuesta de una posible incógnita, ¿Que haré si en realidad estoy esperando un bebé? ¿Y si solo es una falsa alarma? Pero siempre he Sido muy regular ¿Como podría tener dos semanas de retraso? Miles de preguntas llegan a mi mente con posibles respuestas; salgo de mis pensamientos al notar que ya estaba frente a la farmacia.

Saludo educadamente al farmacéutico y pido dos test de embarazo, el hombre de mediana edad me mira por unos segundos y sonríe llendo a buscar mi pedido, además pido mis pastillas ya que llevo tiempo sin tomarlas y los dolores se hacen más constantes, aunque soportables.

El regreso se hizo mucho más rápido pensando que entre unos minutos, una respuesta daría a mi vida un cambio total.

Al tocar la puerta, Nathalia abre y al verme suelta un suspiro de alivio; entro con la bolsa que contienen los test ocultándola de la vista de Dilan y una curiosa Nathalia.

— Para, allí donde estás. – Dilan habla demandante y teniendo cuidado con la bolsa me giro haciéndole frente — ¿Que tal te fue?

— Bien, todo tranquilo – digo con una sonrisa tanto fingida, como inocente. — Iré a la habitación un momento.

Retomo el camino y al entrar al cuarto me aseguro de poner el pestillo, me siento en la cama y saco todo el contenido de la bolsa esparciéndolo sobre la colcha; pongo a un lado las pastillas decidida a tomarlas después de haber hecho el test y tomo los test de embarazo para adentrarme en el baño.

Leo las instrucciones de como hacer el test y el significado de cada respuesta.

— Una rayita, negativo. Dos rayitas, positivo. — digo en un susurro y cierro mis ojos tratando de apaciguar mi respiración que se había vuelto irregular al punto de estar hiperventidando.

Hago todo lo requerido y pongo el test sobre la encimera del lavamanos para esperar los cinco minutos que pide las instrucciones; me siento sobre el inodoro con mis manos entrelazadas a la espera de la respuesta. Los cinco minutos pasan lentos a causa de la incertidumbre; al comprobar en el celular que los cinco minutos ya habían transcurrido, tomo el test y la respuesta me produce una mezcla de alivio y una decepción desconocida.




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