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El viaje le había parecido el más largo de toda su vida, quizás porque no era como si tuviese muchos ánimos de llegar o quizás porque nunca antes había conducido hasta Montana. De cualquier manera, ya se encontraba a pocas calles de la casa de la familia O'Connor, casa donde se encontraba la famosa Boneka Kallen haciéndose pasar por una chica común llamada Dakota Veraz.
Miró el GPS de nuevo, cruzó otra calle y sin más, se encontró estacionado a la distancia perfecta de la casa. Distancia que le permitiría observar quién entraba o salía de ella pero a su vez, impedía ser visto y llamar la atención de alguien. Apagó el motor de su auto y sin bajar las ventanas pudo notar unas cuantas luces encendidas.
Eran las nueve y cuarenta de la noche en sábado, dudaba que los jóvenes Jacob, Jazmín y Boneka se encontrasen en casa, pero, eso no indicaba que se movería de su posición para buscarlos por toda la ciudad.
Esa noche le tocaría dormir en su auto, gracias a que Caly no había logrado conseguir algún sitio cerca de esa casa aún. Decidió entonces tomar la información que había recopilado hasta el momento.
En primer lugar, tomó la información de la familia O'Connor, esta estaba conformada por tres miembros.
Grace O'Connor de cuarenta y tres años, doctora en el Hospital del Norte, viuda. Su esposo había fallecido de cáncer de pulmón cuando sus hijos, Jacob y Jazmín, tenían ocho y cinco años respectivamente.
Jacob O'Connor, tenía veintiún años actualmente, asistía a la Universidad Carroll College gracias a una beca obtenida por ser un gran jugador de baloncesto. Y Jazmín O'Connor, que tenía dieciocho años recién cumplidos, estaba a pocos meses de graduarse de secundaria.
Dejó esos expedientes a un lado y tomó la información que tenía sobre su misión, es decir, sobre Boneka Kallen. Sin duda había muchos datos sobre sus gustos o lo que solía hacer. Damián sabía hacer muy bien su trabajo.
—Boneka Kirilmaz Kallen McCoy — leyó en voz alta haciendo una mueca de disgusto —, sin duda tus padres no saben escoger nombres, primero Boneka y luego Kirilmaz — continuó hablando mientras alzaba la vista de los papeles hacia la casa —, creo que ya entiendo porque eres tan...
No pudo continuar con su opinión ya que pudo visualizar movimiento en uno de los balcones de la casa.
Se inclinó hacia delante y fijó su vista en la persona que salía.
Sintió el gran impulso de acercarse un poco para verle mejor. Así que, sin pensarlo, se bajó rápida pero cuidadosamente del auto. Sin cerrar la puerta, se apoyó en ella y no pudo evitar dejar salir un suspiro.
Era ella, sin duda era ella. Su larga cabellera roja parecía brillar con la tenue luz de la luna y unos cuantos faros.
—...Tan peculiar — concluyó sintiéndose completamente hipnotizado.
De un momento a otro, notó lo que estaba sucediendo con él. Apartó su mirada de la chica y sacudió su cabeza sintiéndose confundido. Se metió de nuevo a su auto y cerrando la puerta, volvió a dirigir su mirada hacia la chica que ahora sostenía su cabeza con sus manos.
— ¿Qué ocultas? —Preguntó Seth suavemente apoyando su mentón sobre el volante — Si es que de verdad ocultas algo.
Observó a la distancia cada movimiento que hacía su misión al tomar su cabello entre las manos.
Unos minutos más tarde, la chica había entrado en la casa de nuevo, dejando a Seth un tanto desconcertado.
Tomó de nuevo los papeles para continuar leyéndolos, ahora se sentía intrigado.
Había nacido el dieciocho de diciembre del año mil novecientos noventa y nueve, haciendo que tuviese diecisiete años.
Es tan solo una pequeña chica. Pensó Seth.
Le gustaba tocar el violín, tocaba desde que tenía siete años y como era de esperarse había tocado en más eventos de los que un violinista exitoso lo haría.
Estaba culminando la secundaria, aspirando estudiar climatología.
Al leer aquello se sintió sorprendido, nunca se le ocurrió relacionar a la chica con tal carrera o con cualquier otra en realidad.
Continuó leyendo datos que no podía evitar encontrar realmente curiosos e inesperados, pero ninguno superó el que acababa de releer por cuarta vez.
Se trataba de un informe psicológico realizado por la doctora Greta Villa, en el año dos mil once.
"En este trabajo se expone el caso de Boneka Kallen, una chica de quince años, a la que se le ha solicitado una cita y fue atendida por la doctora Greta Villa. Ante el motivo de consulta sus padres refieren que tiene miedo a todo lo relacionado con las flores de cualquier tipo, llegando incluso a producirle mareos, náuseas y desmayos de forma recurrente. Para obtener mayor información sobre su problemática se le realizó una entrevista clínica general con la que se obtuvieron los datos necesarios para la intervención. Tras el análisis de la información obtenida en la primera evaluación se obtiene el diagnostico de una Fobia Específica a las flores (Antrofobia)..."