Pero a quien había logrado sorprenderá, era a un hombre de cabellos azules, con una capa oscura y una canasta, que solo lanzo un grito de asombró.
Relincho decepcionado de su gran error, girando los ojos.
Este hombre lanzo un suspiro al saber que solo se trataba de un corcel cualquiera –Un caballo del castillo- Pero su rostro se descompuso, y los ojos bien abiertos al darse cuenta de lo siguiente -¿Y tú jinete?- Posiblemente la imagen del pelilila, llego a su mente –Munzel…-
Giro su cuerpo de regreso, para darse cuenta que podría ser encontrado el doncel.
Dejo incluso tirada la canasta, para volver a la torre.
-¡¡¡MUNZEL!!!-
El caballo solo lo miro alejarse, sin atender que le había pasado, un relinchido lo confirmo.
Su capacidad de correr es asombrosa, pues de un momento para el otro, ya se encontraba atravesando la cueva, para estar al frente de la torre.
Se notaba todo sombrío, pues como se posiciona en medio de montañas, que el sol estuviera puesto al poniente, oscurecía algo el lugar.
-¡¡¡MUNZEL!!! ¡¡¡DEJA CAER TU CABELLO!!!- Grito lo más que pudo, tratando de sonar tranquilo, pero al no haber contestación volvió a intentarlo -¡¡¡¿MUNZEL?!!!- Sus ojos puestos hacia arriba de la torre, no caía el cabello del jovencito. Se angustio mucho más y su mirada se fijó en algún punto al pie de dicho lugar.
Se encontraba realmente desesperado, su voz agitada, la respiración igual, buscaba algún tipo de entrada, cubierta por hiedra y flores e color azul oscuro.
Rápidamente Madre Sagtel comenzó a arrancar con fuerza esa maleza y una pequeña puerta bloqueada por piedras, que fue quitando una por una, para acceder a la torre por debajo de esta.
La desesperación en el rostro de este hombre lo denotaba completamente, quería llegar al interior a como diera lugar. No podía permitir que su fuente de la juventud se le volviera escapará.
Al poder entrar, por aquel bloqueo, tenía que remover una pequeña pieza de loza en el suelo del segundo piso, para llegar a la habitación de Munzel.
Al estar allí, se puso de pie y miro para todos lados, con la esperanza de que el pelilila estuviera por allí, dormido o escondido.
Grito su nombre varias veces con una desesperación y angustia digna de cualquier “Madre” Si tan solo esa fuera el caso por el que quería encontrarlo.
Distendió la cama, incluso arrancó la cortina, pero nada, no encontraba al joven por ningún lado.
Los jadeos no faltaron, y su mente de seguro daba mil vueltas de ¿Que podría pasar? o ¿Dónde está el pequeño?, llevo sus manos hacia la cabeza, quería pensar con claridad solo que no podía.
Se movía desesperado, tratando de hallar la solución, hasta que un reflejo de luz le fue dando directo en el ojo, lo cual llamo su atención.
Justo diviso aquel destello por el pie de las escaleras.
-¿Qué?- Se dispuso a acercarse a dicho lugar, con cautela podría ser una trampa.
Levanto aquel peldaño de la escalera, para descubrir de donde provenía ese brillo.
Diviso la bolsa de cuero, y rápidamente se inclinó, para abrirla.
Saco la corona, para admirarla con atención, pero al darse cuenta de aquel objetó, lo arrojo lejos.
Dejando escapara un jadeo sordo.
Sabía bien de dónde había llegado dicho objeto, entendía que podría ser un problema.
Pensó lo más rápido que pudo, miraba a su alrededor, buscando alguna otra señal de ¿Quién estuvo allí?
De nuevo miro el interior de la bolsa y encuentro la hoja de papel, el afiche de Shaflyn Rider. Lo miro con atención, su ceño fruncido, notaba molestia.
Por el rabillo del ojo, diviso unos cajones de color blanco, hechos de manera, y abrió el primero, en donde se encontraba una daga, que el mango siendo de un color dorado.
La tomo con su mano, sacándola y guardándola entre sus ropas.
Ajora pasemos al bosque de nueva cuenta y con nuestra linda parejita.
-Sé que esta por aquí, en alguna parte- Atravesaban un pequeño camino, el rubio buscaba donde comer.
El más joven, venía detrás de él, con su martillo en mano algo preocupado, pues no conocía nada y estaba con la expectativa de que algo apsara.
Giro su cabeza levemente a la izquierda y lanzo un grito de alivio –Haaaaa, hay esta- Se encamino por ese sendero, y más al ver el cartel.
-El cangrejito modosito- Y en dicho cartel de madera, esta dibujado el animalito que decía, pintando de un color azulado.
-tranquilo, es muy pintoresco- Su voz con tanta confianza, podría divisarse mas de burla en este nivel. –Perfecto para ti- Le dio un leve golpe en el hombro –No quiero que te asustes y arrepienta de hacer este viaje- Como era tan buen actor para mostrar empatía hacia el pelilila -¿Entiendes?-
-Bueno- Lanzo una risita nerviosa –Los cangrejitos son lindos- Abrazaba su martillo, con una mirada de ilusión y felicidad, pensando que el rubio era ahora un amigo de fiar.
-¡¡¡HURRA!!!- Su rostro quería mostrar alegría, con esa sonrisa amplia y sus ojos cerrados, solo para transmitir una confianza y empatía que realmente no había.
Se abrió la puerta de golpe, siendo Shaflyn quien lo hizo, sujetando al pelilila por la cintura y muy cerca.
-¡¡¡GARZÓN, DEME SU MEJOR MESA!!!- Su grito de emoción se vio opacado.
Por la expresión de horror en el menor, al ver en interior del supuesto “Restaurante pintoresco”
Lo que vio Munzel, fueron a varios hombres que tenían un aspecto de maleantes, malvados, ladrones, gandayas, todo lo que su madre le había advertido del mundo exterior.
Y obviamente los recién llegados no pasaron desapercibidos por los demás.
Primero, un hombre rodeado de cuervos negros, que los traía alrededor del cuerpo, sonriéndole de manera maliciosa.
Luego un hombre limpiando lo que aprecia un garfio en vez de mano, para amenazarlos con este
Se puso en guardia, con el martillo hacia el frente, amputándolo a cada uno, prevenir que le hicieron algún tipo de daño.
Editado: 06.09.2024