Murales MÁgicos

PIEDRA MÁGICA

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Agosto 29

George se despidió de sus amigos frente al colegio. Acababan de salir de una reunión general de docentes donde se había tratado el nivel académico de los estudiantes.

−Todavía nos queda una semana para intentar que algunos estudiantes recuperen la materia− dijo mientras caminaban a sus carros.

−Si, hay que buscar la forma de darles más oportunidades − Dijo Félix, docente de Artística.

−Yo tengo varios trabajos para que desarrollen en casa y los traigan hechos−.  Agregó Luis Ángel, que también era docente de Artes, el más veterano de todos.

− ¡Nos vemos mañana!, ¡que pasen buena noche! − Dijo George y se dirigió para su casa en su carro. Tenía que salir a la avenida principal, girar a la izquierda y recorrer por la parte de atrás del colegio.

Al llegar a la esquina, debía esperar el momento de cruzar la avenida. En esa parte de la pared se había pintado un mural de una enorme anaconda, era tan grande que cubría tres espacios y el portón trasero de la Institución. Mientras esperaba que pasaran los diferentes carros por la avenida, miró de soslayo el mural de la anaconda; notó que un gato caminaba cerca al muro. De pronto, como por arte de magia, salió de la pared la serpiente rápidamente y devoró el gato.

Asustado, como si hubiera visto un fantasma, se quedó mirando fijamente el muro de la serpiente. No pasaba nada, todo se veía normal. Cruzó la avenida, y mientras recorría el camino a casa, pensaba en lo sucedido. No tenía una explicación lógica a lo que había visto.

 

Al día siguiente, llevó los estudiantes a pintar sus cuadros en las graderías de las canchas deportivas. Todo se desarrollaba normalmente hasta que un estudiante de otro curso, que había estado corriendo alrededor de la cancha de fútbol, comentó a su amiga que había encontrado un gato muerto cerca al muro.

Dejó los estudiantes y se dirigió hacia donde había indicado la niña. Cuando llegó, vio un gato muerto, cerca de la pared y coincidencialmente detrás de ese espacio se encontraba la pintura de la anaconda. Se acercó a la pared, y la observó con detenimiento, pero no encontró nada raro. Regresó a sus clases, pensando en lo sucedido la noche anterior y lo encontrado en la mañana.

 

En la tarde salió de la casa rumbo a los murales, quería encontrar una explicación lógica. Estacionó su carro y se dirigió directo al mural de la anaconda. Eran las cuatro de la tarde, el sol no dejaba de brillar, hacía un calor insoportable, pero había unas sombras de árboles cercanos que supo aprovechar. Se acercó con mucho sigilo al mural, como iba pegado a la pared no notaba nada extraño, se acercó un poco más y luego se paró en frente. Todo parecía normal, no se notaban, rayones, manchas de pintura o de sangre. Tocó la pared, la presionaba en ciertos puntos de la imagen, nada ocurría. Tomó unas fotografías y regresó a casa.

 

Eran aproximadamente las 6 de la tarde, el sol ya se había ocultado y empezaba a refrescarse el ambiente. De tanto analizar lo sucedido y las fotos, llegó a la conclusión que podía ser que el mural cobrará vida en horas de la noche.

Sacó su celular y llamó a su novia. Esperó que contestará

− ¡Hola amor!, ¿qué vas a hacer esta noche?

− ¡Nada!, ¡sólo ver televisión! − Contestó ella

− ¿Quieres acompañarme al colegio un rato?

− ¿A esta hora? ¿Qué vas a hacer?

− ¡Sí me acompañas te lo cuento! −Contestó George

− ¡Bueno, vienes por mí en media hora!

− Listo amor, chao. −Se despidieron

 

Pasada la media hora se acercó a recoger a Elizabeth, su novia, una hermosa joven de 25 años que vivía con sus padres. También estaba su amigo Olivo, que no se quedaba atrás en las aventuras. Mientras se dirigían al colegio, les contó lo que había pasado la noche anterior y en la mañana. También le dijo lo que pensaba hacer y que necesitaba de su ayuda para que grabaran todo lo que sucediera.

Llegaron cerca de los muros del colegio, estacionó su carro en la avenida, desde donde se podía ver el mural de la serpiente. Se había preparado para la ocasión y tenía en su mochila dos diademas con cámara incorporada y una pequeña caja con un gato.

−Esperen aquí y graben todo lo que suceda. Les dijo. Se bajó, abrió la cajuela trasera del carro, sacó su mochila y extrajo las dos diademas, activó las cámaras y le dio una a Elizabeth, la otra se la puso en su cabeza; luego tomó la pequeña caja de cartón y se dirigió, por la acera contraría al mural como alejándose, cruzó la calle y se regresó un poco.

Desde el carro, se veía el mural, como a 20 metros de distancia venía George, de frente hacía la serpiente. Faltando como 10 metros, se agachó, dejó la caja de cartón y corrió atravesando la calle y bajó para acercarse a dónde ellos estaban.

− ¿Cómo vas amor? −Preguntó Elizabeth

−Ya dejé la caja medio abierta para que salga el gato− Esperemos a ver qué sucede.

− ¡Mira, el gato está saliendo! −Dijo Olivo

El pequeño gato estaba saliendo de la caja, asustado, desorientado, se quedó frente a la caja mirando para todos lados sin saber para donde coger, pues le era desconocido el lugar. Avanzó un poco hacia adelante, pero cuando ya iba a llegar al mural, se devolvió y tomó la dirección contraria.

George salió del carro y corrió directo al gato con el fin de atraparlo. Cuando iba pasando frente al mural, salió la anaconda y lo atrapó, se enrolló en su cuerpo y lo levantó del piso.

Al ver que la serpiente atrapó a George, Elizabeth saltó del carro y corrió a ayudarlo, detrás de ella iba Olivo.

− ¡George, George, amor! −Gritaba Elizabeth.

Cuando llegó vio como la anaconda lo engullía. Ella se acercó, la serpiente la vio y se tiró a cogerla. Estaba a punto de atraparla, pero Olivo, en un rápido movimiento la tomó por la cintura y tiró de ella. Corrieron y doblaron la esquina para esconderse.  Elizabeth se sentó en una roca que había al borde de la calle, llorando desconsolada sin saber que hacer. Olivo caminaba de un lado para otro buscando una explicación lógica a lo que había sucedido. «¿Cómo era posible que saliera una serpiente de un mural? Eso era imposible.»



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En el texto hay: magia y aventuras

Editado: 26.12.2022

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