Buscaba las llaves en mi bolso, era muy tarde, y seguramente mi tía no iba a abrirme, no la culpaba, prefería estar en mi cama que llenando papales. Mientras revolvía mi bolso escuché que alguien abría la puerta, seguramente había despertado a mi tía.
En cuanto abrió la puerta del interior me llegó el olor a incienso, un olor característico de la tienda y de la parte superior el departamento dónde vivíamos. Sabía que debía de vivir sola, pero vivir con mi tía hacía que las cosas extrañas que veía se mantuvieran con poca actividad. No me gustaba dormir sola, un tiempo había vivido sola pero los ruidos extraños por las noches, había provocado unas enormes ojeras y pesadillas recurrentes.
Mi tía tenía una sonrisa de que algo tramaba. Su cabello era castaño y rizado, nada que ver conmigo, era muy parecida a mi madre, al menos de como la recordaba. Mi tía siempre decía que cuando eran jóvenes las confundían a ambas.
― ¡Al fin llegas! Es luna azul, ¿sabes lo importante que es eso? ― Decía mientras me jalaba al interior del departamento.
―Es el día perfecto para llamar al amor Murielle, para leer las cartas. ― Mi tía casi gritaba de la emoción, mientras me llevaba a la mesa redonda del comedor, con las cartas del tarot en las manos. Estaba más emocionada que yo, tanto que ni siquiera había dejado que dejará mi bolso, y tenía las llaves en la mano.
―¡Vamos! ¿No es emocionante?
Mi tía hablaba con emoción, mientras barajeaba las cartas, yo no estaba tan segura de querer que ella leyera las cartas, no me gustaba saber el futuro, era suficiente con los sueños premonitorios que tenía, aunque para ello había encontrado un remedio entre las hierbas de mi tía, un té adormecía ese don, que más bien parecía provocarme pesadillas. Así que no tenía buenas experiencias con eso de querer saber el futuro.
Aquella mujer frente a mí era hermosa, y barajeaba las cartas con gran habilidad. De niña siempre sacaba de su caja azul las bellas cartas coloridas, amaba los dibujos que tenía cada una de las cartas, cuando crecí había aprendido a interpretar las señales, además de aprender de símbolos, amuleto y usar el péndulo.
Cuando me di cuenta que la magia no estaba sólo en los cuentos de hadas, me alejé. No quería explorar más ese mundo, sin embargo era algo tarde para dormir todas mis habilidades, y sin querer eran mi pequeño secreto para resolver algunos casos. Tener acceso a ese mundo sobrenatural a veces era una ventaja conveniente para mi trabajo como detective.
Mi tía puso las cartas sobre la mesa, y supe que era momento de cortar la baraja. Sentí ese cosquilleo, no sabría de qué forma descubrir la forma en la que sentía una energía fluir entre mis dedos y las cartas. La forma en la que las cartas me hablaban y atraían para que las tomara, para que las escogiera entre todas.
No era necesario preguntar, en realidad muchas de las veces las cartas contestaban las preguntas que dormían en tu interior, como si ellas te conocieran mejor.
La vi, supe que carta era mucho antes de que la volteara, y es que conocía cada una de las cartas de esa baraja.
―El león.
Dije en voz baja. Sabía que era esa carta y lo confirmé al voltearla. Vi esos ojos azules del león mirándome, como si me estuviera diciendo que esta vez no podía escapar de mi destino.
―El león es la fuerza, el coraje, pero también un deseo latente.
―Pero esta vez no es sólo eso…― No pude terminar de decirlo en voz alta.
―Vendrá un león, valiente. Te defenderá ferozmente, y de la misma forma te amará. ― Mi tía lo dijo tan convencida al salir después la carta de los amantes.
Tragué saliva, no era buena idea que el amor llegará a la vida de una bruja, o al menos de una bruja a medias. Lo que ahora quedaba por esperar es dónde y cómo iba a llegar ese león a mi vida.
Podía sentir que el momento estaba cerca, y eso me ponía nerviosa, lejos de dormir en mi cama tranquilamente, lo más probable es que no pudiera hacerlo, mientras mi cabeza daba vueltas sobre este asunto. O quizás un sueño se entrometería entre Morfeo y yo.
― Bien, ya saciaste tu curiosidad, ahora iré a dormir ya que a diferencia de ti, yo tengo que levantarme temprano, y ya sabes, atrapar a los malos. ― Dije casi arrastrando mi palabras.
― ¿No estás emocionada? ¡Al fin es tiempo de que el amor llegue a tu vida! Además es un león. ¡Tú león!
Mi tía casi daba saltitos de gusto, mientras yo me llevé las manos a las sienes y tomé aire en un respiro profundo.
― ¡Tía basta! Está más que comprobado que si en algo no nos va bien a mujeres como nosotras es en el amor. ¡Eso nunca dura! ¡Los hombres salen huyendo! Lo nuestro no son las relaciones personales. Además, ¿de qué sirve la magia? ¿Puedes ayudar a los demás, es casi un deber pero cuando la necesitaba para encontrar a mi madre, no podía hacerlo, simplemente porque la magia no es para uso personal. ¿Qué clase de reglas es esa? El amor no algo que deseé, el amor siempre lo complica todo.