Jhoath.
Algo que no me gusta hacer, es esperar. De verdad, detesto estar sola en un lugar esperando, me comienza a dar ansiedad sobre si esa persona va a venir o no, es una angustiante situación que me hace querer perder el control y mandar al diablo a la persona.
Tengo una regla para esto: espero quince minutos, y si no llega, me voy. Aun cuando tal vez esa persona haya llegado luego de irme, no me importaba, pero esta vez no podía irme, por mucho que quisiera, esta vez la situación es diferente.
Con impaciencia y recelo, vi toda la gente que caminaba por los pasillos, buscando la salida o a las personas que fueron por ellas. Moví mi pie de modo frenético, esperando a la persona que me hizo quedarme casi veinte minutos.
Resoplé con impaciencia, tomando el teléfono y dispuesta a mandarle un mensaje mandándola al demonio, pero para su buena o mala suerte, logré verla.
Con una sonrisa, vi ese cabello oscuro moverse de un lado a otro, tal vez buscándome ante tanto gentío, y eso ayudaba en mis planes algo malvados en contra suya. Sigilosa, fui hasta donde estaba, picando sus costillas a sus espaldas, al mismo tiempo que un ¡Bu! salía de mis labios.
Su gritó me hizo reír y cubrir mis pobres oídos por su escándalo. Sus bonitos ojos miel me observaban con molestia, mientras su expresión enojada era adorable de ver.
–¡Jhoath Elizabeth Jensen! ¡¿Por qué me asustas así? –me pregunta, poniendo las manos en sus caderas.
–Porque me hiciste esperar veinticinco minutos, Angelina Nicolette Jensen –respondí con una sonrisa traviesa.
Ella rodó los ojos, sonrió de modo dulce, y envolvió sus brazos a mi alrededor, abrazándome con fuerza.
–¿Sabes que no me intimida que uses mi nombre completo?
–A mí tampoco –respondí, abrazándola con la misma fuerza.
¿Había dicho cuando había extrañado a mi hermana? Dios, no puedo creer que pasamos tanto tiempo separadas sin morir en el intento.
Lina ha sido más que una hermana para mí, ha sido como mi mejor amiga, compañera y confidente. Cuando los niños eran malos conmigo, ella salía a defenderme, sin importar su tenía problemas, amaba su modo tan cálido de defenderme.
A pesar de que es cinco años mayor, eso no hace que las diferencias sean así de grandes. Ambas nos complementamos, ambas nos amamos y confiamos en la otra, y eso es lo más importante en una relación tan estrecha.
–Creo que alguien me extraño mucho –dijo Lina burlona, separándose de mí, luego de suspirar.
–Estoy segura de no ser la única que se siente de ese modo.
–¡Culpable! –dijo alzando sus manos y riendo –¿Y mamá?
–Fue a trabajar, pero dijo que saldría temprano para celebrar que estás aquí.
–¡Ow! Van a hacerme una fiesta de bienvenida.
–No es una fiesta si solo tres personas son las que conviven –señalé, al mismo tiempo que tomaba una de sus maletas.
–Solo estás celosa –dijo, moviendo su mano y caminando frente a mí.
–Claro que estaría celosa –aclaré, siguiendo su juego –. Hermana, no sé si lo sepas, pero si me atrevo de hacer una fiesta nadie iría porque soy la chica rara y nerd.
–Ellos se lo pierden, tú eres impresionante y muy genial.
–Gracias, eso es bonito de escuchar.
–Hablando de amigos, ¿qué pasó con ese chico del que hablamos?
–JungKook, su nombre es JungKook.
–Ya lo sabía, sólo quería corroborar que sabías el nombre de tu primer novio.
–¡Lina! –exclamé entre risas.
Si creían que yo tenía un sentido peculiar del humor, Lina era mucho peor que yo. Les presento a quien me enseñó todo lo que se acerca de la vida.
Mientras esperábamos el taxi que nos llevaría a casa, no pude evitar pensar en lo afortunada que era de tener a mi hermana aquí, conmigo. No sé cuánto haya a quedarse, pero aprovecharé bien ese hermoso tiempo.
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–Mi pequeña, ya estás en casa –decía mamá, medio llorando y medio riendo.
Mi mamá suele ser demasiado sentimental, cada vez que ve las noticias en la televisión o ve una película conmovedora, suelta algunas lágrimas, pero ahora parecía una tubería con fuga.