My dueño y señor

5

Narrado: .*Victoria*.


    Subo las escaleras y recorro el camino, que conozco de memoria, hasta la habitación de Matteo, que para mi desgracia queda enfrente de la mía, con rapidez

Mientras más pronto haga esto mejor —me digo a mí misma.

Cuando por fin estoy frente a su puerta dudo en entrar, pero me animo con palabras como: “Vamos, Victoria. Tú puedes, esto no es nada”  antes de girar el pomo de la puerta. En lo que entro me topo de frente con la espalda desnuda de Matteo y siento mis mejillas arder.

'Primero se toca, salvaje' —me reprende mi loba. —'Que mala suerte que ya se había puesto los pantalones'. —se lamento.

¡KIRA!

'¿Qué? Solo quería deleitar un poco la vista'.

    —¿Qué se te ofrece? —pregunta justamente cuando le iba a responder a mi loba.

    —Ya la cena...... —me interrumpió.

    —No era necesario que vinieras, yo oí a mi madre —dice aún de espaldas a mí.

    —Mi tía me envió por ti —digo y me quedo de pie esperando que me diga algo, pero me ignora.

¡Que inmaduro! —pienso mientras se coloca una camiseta gris, que se adhiere a su cuerpo muy bien, y se calza unas botas de motorizado.

    —¿Vas a salir? —pregunto cuando le veo tomar las lleves de su auto o moto, no logro alcanzar a ver.

    —Obviamente, no me vestí de esta manera para recibirte a ti —agarra una chaqueta de cuero negra y se la coloca.

    —El sarcasmo estaba de sobra —le espeto y él me volvió a ignorar.

    —La próxima vez, toca antes de entrar a mi habitación —quiso salir, pero yo me atravesé en la puerta, obstaculizando su camino.
    —Antes no la hacía —digo serena.

    —Las cosas han cambiado mucho desde tu partida —se puso frente a mí y tuve que levantar la cabeza para poder verlo a los ojos.

Está más alto de lo que recordaba.

    —Empezando por tu actitud de mierda —lo encaro cruzándome de brazos, para que vea que no le tengo miedo.

    —¿Qué dijiste? —esbozó una sonrisa ladina.

    —¿Cuándo te volviste tan idiota?

    —Cuando le confesé mis sentimientos a una chica y a ésta le importo un pepino lo que yo sentía ¿te parece poco?

'A eso se llama echarle sal a la herida'. —escuchó la carcajadas de Kira.

¡Cierra la boca! —gruño.

    —Ahora quítate de mi camino, tengo prisa —sin decir nada más me apartó, sin ningún tipo de delicadeza, y se fue.

'Yo que tú escondería las emociones' —me recomienda Kira.

¿Por qué?

'Primero porque te van a salir arrugas y segundo porque tu papá ya llegó'.

¿Por qué tuvo que llegar justo en este momento? —me quejo.

'Por la ley de Murphy'.

    No seguí hablando con mi loba y me concentré solo en bajar corriendo las escaleras, para terminar lo antes posible con esta cena, pero cuando llegué al comedor me encuentro con una escena muy peculiar; la señora Paula golpeando a mi tío Iván, con su bolso, y todos los demás no mueven un solo músculo para ayudarlo.

¿Qué está ocurriendo aquí? —me preguntó al ver como todos ríen a carcajadas, incluyendo a mi papá.

    Volver a oír la risa de mi papá hizo que mi corazón se comprimiera, porque la última vez que rió de esta manera fue cuando mamá vivía.

    —¡CÓMO PUDISTE SER TAN INSENSATO! ¡TÚ MÁS QUE NADIE SABÍAS QUE ELLA NO PODÍA VOLVER A PARIR! —en medio de mi abstracción escucho el grito de la señora Paula.

    —¡Daniela, ayúdame! ¡Ayúdame, Daniela, o nuestros hijos van a quedar huérfanos de padre! —gritaba desesperado mi tío, mientras se cubría la cara con las manos.

    —¡Eso sería maravilloso, así ella quedaría libre para casarse con tu hermano! —la suegra de mi tío lo golpeó más fuerte en la cabeza y en la espalda.

Desde que la señora Paula conoció a mi padre ha recalcado que hubiese preferido mil veces que mi tía Daniela se casara con mi papá en vez de mi tío Iván. ¿Por qué odia tanto a mi tío? No tengo idea, lo que sí sé es que cada vez que lo tiene enfrente le hace la vida imposible.

    —¡Suegra, por favor hablemos como personas civilizadas! —ruega mi tío.

    —¡CAVERNÍCOLA! ¡INCONSCIENTE! ¡TESTARUDO! ¡ACOSADOR! ¡ENGATUSADOR! ¡SALVAJE! ¡BESTIA! ¡BASTADO! ¡ESCORIA! ¡SER PAUPÉRRIMO! ¡COBARDE! ¡BASURA! —le grita sin dejar de golpearlo.

'¿De dónde saca tanta energía esta señora?'.

    —¡Niños, defiendan a su padre! —exclamó mi tío y ella lo dejó de golpear para lanzarle una mirada de advertencia a mis primos para que no se inmiscuyeran.

    —Mi abuela siempre tiene la razón, papá —dice el menor de los varones, Daniel.

    —Iván, tú eres el culpable así que asume las consecuencia de tus actos —dijeron los gemelos al mismo tiempo.

    Mi tío observó a su última esperanza, mi prima, porque las gemelas estaban muy pequeñas para opinar.

    —Ni creas que te voy a defender —mi prima se cruzó de brazos. —Te recuerdo que estoy molesta contigo —mi tío la miró sin entender. —Cuando nació Daniel te dije que quería ser ÚNICA HIJA y allí están las gemelas —señaló a las niñas que miraban la escena sin saber qué ocurría.

    —Yo no soy el único culpable, esa mujer —mi tío señaló a su esposa —tiene el 50% de la culpa.

    —¡AQUÍ EL ÚNICO CULPABLE ERES TÚ, CAVERNÍCOLA! —habló muy alto la madre de mi tía. —Porque mi hija no quería ser mamá y fue por tu culpa que su instinto maternal se despertó.

    —Suegra, eso...  —Antes de terminar la oración la señora Paula lo golpeó en la cara.

    —Eso es por intentar poner a mis nietos en mi contra —dijo ella y todos se comenzaron a reír, al ver que la nariz de mi tío comenzaba a sangrar.

    —Iván, por qué tienes que alterar tanto a Paula —mi padre se dignó a hablar —¿Se te olvida que ella sufre de los nervios?

    —Pero, cosito, ella fue la que empezó —mi tío hizo un puchero, mientras hacía presión en su tabiqué para detener el sangrado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.