Semanas después…
.+*Vladimir*.+
Desde el mismo instante en que tuve a esa pequeña, entre mis brazos, parece que estoy en una montaña rusa de emociones. Cada día, que paso sin escuchar su dulce voz, ver sus hermosos ojos y oler su delicioso aroma, mi existencia se base en angustia, desesperación, ansiedad y la más cruel de las torturas. Y en este punto ya no sé qué es peor, tenerla cerca y no poder tocarla o tenerla lejos y añorar su presencia cada segundo del día.
—Y ahora, que probaste sus labios, tu agonía será peor —aseguró Anna con una enorme sonrisa y yo le lancé una mirada asesina antes de volver mi atención al documento que estaba por firma.
Aunque no quisiera reconocerlo Anna tenía razón, porque desde aquella noche no he conseguido sosiego y el anhelo por volverla a besar cada día va creciendo de manera exponencial.
<<¿En qué estaba pensando cuando lo hice?>> —me pregunto.
—Ese fue precisamente tu error, no pensaste en las consecuencias de tus actos, ya que en lo que viste a mi hija no pudiste controlar tus sentimientos —respondió mi molesta suegra.
De nuevo ella tenía razón, porque de no ser por Eliot, mi hombre de confianza, probablemente mi damita habría descubierto que yo "Vladimir Vostok " la había besado e iba a tener que rendirle muchas explicaciones. Explicaciones que todavía no puedo revelar. Pero… ¿Hasta cuándo tendré que guardar este secreto? ¿Hasta cuándo tendré que frenar mis sentimientos? ¿Cuándo podré estar con ella? ¿Amanecer a su lado? ¿Sentir su calor? ¿Confesarle mi amor por ella? Son algunas de las preguntas que no dejan de pasarme por la cabeza.
<<Mi hermosa Victoria, ¿qué estarás haciendo en este momento? ¿Pensaras en mí?>> —Pienso, cual adolescente enamorado, al ver la última foto que me envió Iván de ella. —<<Parezco idiota, como va a estar pensando en mí si ni siquiera sabe que estamos destinados a estar juntos>> —me reprendo mentalmente.
—¿Vladi, en que piensas? —la voz Laura me saca de mi ensimismamiento.
—En nada —le respondo con acritud, mientras la observo dejar caer, en el marco de la puerta, su bata de seda.
—¿Te gusta la sorpresa? —señala el pequeño babydoll de color vino transparente que trae puesto.
—Zorra —dice Anna con desagrado.
A mi casi suegra nunca le ha caído bien Laura, porque afirma que por su culpa yo no he ido corriendo por mi damita.
—Me vestí así solamente para ti —añade entrando a mi estudio coquetamente.
Laura es una vampira que desborda sensualidad, con cualquier cosa que use, pero en estos momentos, para mí luce como una puta barata, porque solo una mujer ocupa mi mente en un 100% y esa es mi pequeña damita.
<<¿Cómo se vería Victoria en uno así?>> —me sorprendo a mí mismo con ese pensamiento.
—¡VLADI! —chilló al notar que no le prestaba la mínima atención.
—¿Decías? —inquiero, reincorporándome al mundo, y ella casi echa chispas por los ojos con mi pregunta. Supongo que dijo algo “importante” pero por estar pensando en mi alma gemela no alcance a oír.
—Laura, yo… —estaba a punto de pedirle disculpas por haber estado tan distante estas últimas semanas, sin embargo no alcance a terminar de hablar porque Anna se colocó detrás de Laura y poso sus manos en su cuello, con las claras intenciones de ahorcarla.
No sabía si eso era posible, pero preferí prevenir que lamentar.
—Laura podrías irte.
—¿Por qué? —exigió saber.
A veces me cansaba que se tomará atribuciones que no le correspondían, solo porque habíamos follado unas cuantas veces, pero no podía correrla de mi lado, al menos no todavía.
—Porque yo lo ordeno ¿no te parece eso suficiente? —digo con ironía.
—Pasar tanto tiempo con el jefe de los chuchos te está haciendo mucho mal —recoge su bata del piso. —Te estás volviendo tan amargado e idiota como él —es lo último que dice antes de salir de mi despacho, no sin antes tropezarse con la alfombra persa, gracias a Anna.
—¿Qué? Eso le pasa por hablar mal de mi marido —se excusó al notar mi mirada de reproche y no me quedó otro remedio que reírme de lo que había hecho.
—Anna, cuándo aprenderás a no hacer ese tipo de cosas —repito la misma oración por enésima vez. —Me haces quedar mal frente a todos —ella se acercó a la puerta y la cerró.
—Primero que nada, ella no es nadie importante. Segundo, no tendrás sexo con nadie hasta que me obedezcas. Tercero, fui muy clara contigo "hasta que no le digas la verdad a mi hija te haré quedar en ridículo" —citó sus propias palabras. —Además no vine a hacer nada de eso.
—¿Entonces? ¿A qué has venido? —Me aventuro a preguntar. Aunque por la cara de angustia que tiene ella estoy seguro que no me agradará.
—Tu abuelo me recomendó que tuviera tacto al decirte esto, pero eso va en contra de mi temperamento —entrelazo mis dedos a nivel de mi barbilla.
—Quiere decir que....... —no me dejó terminar.
—Que ¡T-E-L-O-D-I-J-E! —deletreó. —Victoria ahora es novia del lobo que mencionó Naia.
—¡QUÉ! —Escuchar eso de sus labios me tomó completamente por sorpresa.
Anna no era de las que les gustaba hacer bromas pesadas y dudaba mucho que ella me manipulara de esa manera solo para conseguir lo que quiere, así que debía ser verdad.
—¿Cómo pasó eso? Brad, Fina, Iván, Daniela y Adolfo me juraron que ellos cuidarían que nadie se acercara a mi damita. -Mis manos cayeron de golpe sobre la mesa, partiéndola en dos.
—No te puedo decir. Lo que sí te puedo decir es que ella lo ama y no hay nada que puedas hacer para cambiar ese sentimiento. —Aseguró.
—Anna, no puedes permitir eso. Debes ayudarme a separarlos —ruego y ella me observa recelosa.
—Sabes que esto que está pasando lo tienes bien merecido por idiota ¿verdad? —asiento repetidamente con la cabeza.