El reloj marcaba las doce del medio día, los minutos pasaban cada vez más lentos para los dos omegas que se encontraban atendiendo las mesas sin muchos ánimos, el soju resultó ser demasiado fuerte, dejándoles la peor resaca que habían tenido en su vida, sentían que tomaron suficiente alcohol como para desinfectarse completamente el alma.
Se podía escuchar en todo el local el gruñido de sus estómagos reclamando alimento, habían vomitado lo que comieron en un mes completo, las ganas inmensas de comer ahora eran entendibles, sin embargo, decidieron no desayunar debido al miedo de volver a vomitar todo.
A pesar del dolor de cabeza insoportable y la sensación constante de náuseas, optaron por abrir la cafetería de todos modos. Todos los clientes podían notar la falta de motivación que tenían tanto Jimin como Jin cuando recibían los pedidos, al igual que las constantes miradas que le daban al reloj, seguro esperando a que marcará la 1:00 pm, hora en la que el local cerraba por dos horas.
Jimin decidió que al menos ese día Ha-neul no ayudaría con la cafetería, sabía que su resaca no le permitiría estar al pendiente de su hijo todo el tiempo por lo que prefería no arriesgarse, el alfa al recibir la noticia hizo un berrinche que rápidamente fue callado por una galleta de chispas de chocolate y un beso en la frente por parte de Jin, aún así no paso mucho tiempo para que el pequeño encontrará algo más que hacer.
Ha-neul decidió que no ocuparía su tiempo en nada más, porque ese día se había impuesto en ser el "detective Park", hoy se dedicaría a intentar descubrir el misterio del porque su papá y su tío Jin, a diferencia de otros días, no tienen el ánimo y sonrisa de siempre.
Entre los datos curiosos que pudo reunir, se encontraba que su tío Jin parecía alterarse con cualquier mínimo ruido .
Para comprobar su hipótesis agarró su pequeño silbato de conejo y soplo muy cerca de Jin, para acto seguido correr a esconderse. Se sorprendió al notar la reacción exagerada de su tío, quién por muy poco casi tira la bandeja con los dos croissants y un café que tenía en sus manos. Podría jurar que escuchó un "maldita sea" por parte suya.
Está acción le pareció interesante por lo tanto la anotó en su libretita de detective. Después, Ha-neul se acercó silenciosamente a su papá y lo vio tomar por tercera vez una de esas pastillas que de vez en cuando le dan cuando le duele su cabecita, también lo anotó en su libreta. Estaba muy orgulloso de cómo avanzaba su investigación, no había duda de que aquello tendría éxito y sería algo de lo que presumir luego.
Con una sonrisa satisfecha y algo arrogante, la idea de recibir ahora una recompensa cruzó por su mente, la cual le parecía muy gratificante.
Se dirigió a la cocina dando pequeños saltitos, acto poco común viniendo de un alfa, pero entendible al ser uno que fue criado por omegas.
Jimin limpiaba una mesa que recientemente se había desocupado, al mirar su reloj un suspiro cansado salió de sus labios, aquel descanso de una a tres de la tarde no sirvió de mucho, solo una hora paso pero el señor Kim no se hizo esperar, el frecuentaba el local pasadas las cinco de la tarde, casualmente ese día había venido más temprano, no se necesitaba ser un experto para saber del porque, esta vez, concurrió antes de lo habitual al local.
Su risa estruendosa se escuchaba tanto dentro como fuera del local, el señor Kim no solo se burlaban de haber ganado la apuesta, si no también de la cara destrozada de Jin quien a regañadientes buscaba la manga pastelera para escribir aquello que había prometido con letras grandes y rojas, sin embargo el señor Kim no contaba con la astucia del pequeño omega resentido, ya que no se iba a quedar de brazos cruzados mientras perdía una apuesta y se burlaban de él.
Había logrado engañar a todos con sus sutiles estrategias, sin embargo no podría engañar jamás a Jimin, quién sabía que un kilo de azúcar era excesivo y no estaba en la receta para hacer un pastel de ese tamaño, hasta pudo darse cuenta de la pequeña sonrisa maliciosa que tenía a la vez que le entregaba el pastel al señor Kim, sabía a la perfección que el hombre lo comería estando en la comodidad de su casa así que no temía a las represalias, al menos no por ese día.
Después de la partida del hombre, Jin empezó a limpiar las mesas con el trapo que su amigo había utilizado antes, como si nada hubiera pasado. Jimin se le acerco con una expresión de reprimenda, avisándole del regaño que recibiría por su travesura
—sabes que si no te mata hoy, te matará mañana —citó aquella referencia de su película favorita, la cual sabia que él entendería
—prefiero que sea pasado mañana —respondió con un tono y mirada desafiante— además, él se lo merece —agregó— debería aprender a ser un mejor ganador
—y tú un mejor perdedor
—ahora no se trata de mi, si no de lo cabeza dura que está siendo —dijo, cruzándose de brazos y apartando la mirada— después de todo, su soju lo único que hizo es hacerme quedar inconsciente, no recuerdo ni siquiera su sabor ¿¡Cómo podría ser yo el perdedor!?
—la apuesta era esa, si perdiste deberías responsabilizarte, no estoy de acuerdo en que hagas ese tipo de cosas, gracias a dios el señor Kim no es diabético, sino estarías en problemas
—esta bien, prometo no volver a excederme... siempre y cuando el no me provoque —Jin murmuró lo último, creyendo que el otro omega no le escucharía
Jimin estaba a punto de hablar cuando Ha-neul hizo acto de presencia, llevaba un gorro marrón con el cual simulaba ser un detective y una libreta en mano.
— papá, tío —hablo serio— tenemos que hablar
Jimin y Jin se miraron extrañados por la seriedad que Ha-neul demostraba, les parecía totalmente raro que el pequeño actuara de esa manera, él tenía una actitud muy alegre y positiva, como cualquier otro niño de esa tierna edad
—cielo, ¿que sucede? —preguntó Jimin mientras se acercaba, preocupado de que algo le haya pasado a su hijo