- Aaaaa prueba el gran golpe de Yamamoto Kimura, ¡GOLPE DEL DRAGÓN! - dijo mientras golpeaba a un de casi su edad
- Para ya Kimura - dije mientras recibía los golpes
Kimura era un chico que tenía un sueño que era ser un samurái, eso de proteger al débil y vencer al mal. Pero yo le admiraba. Admiraba por su gran determinación deseaba tener esa mirada que tenía en sus ojos. Yo por lo contrario no tenía ningún deseo u objetivo, no tenía nada. Era una hoja que se llevaba el viento y que acabaría mojándose en el río.
- ¡Niños a merendar!
- Pero abuela que haces estamos en la mejor parte de la batalla.
- Que pena tendré que terminarme yo todos los dangos
- ¿Dangos?, bien terminamos el entrenamiento - dijo dirigiéndose al lugar donde le habían llamado
- Pero si el único que ataco fuiste tú - dije mientras le perseguía
La abuela era una mujer viuda que dirigía un pequeño restaurante, no era un familiar nuestro, pero siempre nos trataba muy bien. Solíamos jugar cerca de su restaurante
- ¡Si! Dangos - dijo a punto de coger el plato
- Lávate las manos primero, ¡GUARRO! - dijo mientras le golpeaba con la sandalia en la cabeza de Kimura
- Vale, vale como te pasas - dijo mientras se tocaba en la parte en donde le habían golpeado
- Jajajajajaja, eso te pasa por cerdo - dije riéndome
- ¡Como que cerdo, ven aquí! - grito persiguiéndome
- Jajajajajaja - reí mientras huía de él
Después del barullo que hicimos. Lavamos manos. Empezamos comernos los dangos que preparo.
- Gracias por la merienda, nos vamos a jugar - dijo con la boca llena
- Espera Kimura - dijo la abuela, pero ya se había ido
- Adiós abuela
- Adiós y no lleguen tarde a sus casas
Nos pasamos todo el día jugando a ser samurái. Y cuando se ocultó el sol empezamos a caminar.
- ¡Uuuuuuu que bien me lo he pasado!
- Me alegro, pero me he llevado la peor parte
- Tienes que aprender que ser fuerte es lo esencial para un samurái.
- Pero para qué quiero hacer algo tan peligroso - dije riéndome
- ¿Entonces que quieres hacer?
- No se supongo simplemente me vale con cualquier cosa - Dije mientras reía.
Pero cuando me volte hacia él. Mostraba una cara de decepción. Paro de caminar y me miro a la cara. Se quedó unos minutos en silencio.
- Que te pasa - dije nervioso por el repentino cambio de Kimura.
- ¿Entonces planeas ser un agricultor como el odioso de tu padre, trabajar para algún señor feudal? ¿Y al final ganar lo mínimo para sobrevivir?.
-... Lo siento Kimura - dije mientras me salían lágrimas - Pero me da miedo, he oído que los samuráis hacen todo lo posible para mantener su honor: duelos a muerte, ir a varias guerras incluso se abren el estómago.
A sí que te lo pregunto Kimura. ¿QUE TIENE DE ESPECIAL EL HONOR PARA QUE TENGAS QUE SACRIFICAR TU VIDA? - dije gritando
Kimura se sorprendió porque no solía opinar de nada y me conformaba con pocas cosas sin dar opinión de nada.
- A sí que por favor Kimura desiste de ser samurái - dije mientras le rogaba.
Se quedó unos momentos en silencio. Y después se me acerco y me abrazo.
- Lo siento - dijo mientras me seguía abrazándome - solo tienes 7 años y ya te pido una decisión sobre tu futuro y yo me comporte como un bebe al ver que no tenías el mismo deseo que el mío.
También me sorprendí Kimura era 3 años más mayor que yo y era la primera vez que se comportaba maduramente.
- Pero no puedo dejar mi objetivo, lo que te puedo prometer es que no moriré - en ese momento dejo de abrazarme y me miro a los ojos - porque seré el samurái más fuerte - dijo sonriendo.
No dije nada y acabe alejándome de él sin decir absolutamente nada.
- ¡Hijo de mierda! - dijo mi padre golpeándome con el shinai - ¿Qué haces llegando tarde a casa, otra vez te has ido a jugar con ese niño fan maleducado?
- ¡Por favor Hiroshi para de pegarle! - dijo mi madre sujetándole por la espalda.
- ¡Esto es por culpa tuya que le esté golpeando le consientes demasiado a este niño!
- Por favor Hiroshi
- Bien te quedarás sin comer hoy - dejo el shinai y sentó - ¡mujer tráeme sake!
Mi padre era un hombre que siempre me decepcionaba siempre aliviaba su frustración conmigo. Unas veces era por las cosechas, otras era por perder en apuestas y a veces era porque se sentía insatisfecho con su forma de vivir.
Mi madre siempre intentaba detener a mi padre cuando se ponía violento. Pero a veces era ella la que recibía la paliza.
Pase dos semanas sin visitar a Kimura por culpa de la discusión que tuvimos y también por parte de mi padre.
Cuando se terminaron esas dos semanas quise visitar a Kimura. Pero oí que había sido aceptado como discípulo de un clan samurái.
El shinai (竹刀) es un sable de bambú, implemento que sirve para entrenar de una forma más segura las técnicas de combate inspiradas en la katana o sable japonés.
Dangos dulces japoneses