—El Primo Misterioso—
Otra vez no Rebe, prometiste que no llegarías nuevamente tarde.
Me digo mientras me meto a empujones dentro de unos vaqueros. Me colocó una sudadera a pesar de que estamos a principios de septiembre. Si, el clima cambia mucho últimamente.
Me falta poco, cabello suelto y decorado con una gorra azul, en el frente con el logo de la cadena de cine más prestigiosa de la cuidad. Ahora si, atrapó mi bolso y salgo casi corriendo de mi cuarto.
Mi madre se encontraba alistando a mi hermana pequeña Ally para llevarla a sus clases de piano, mientras que yo, hoy domingo, me encontraba corriendo para llegar a tiempo al trabajo. Paso por al lado de mis padres y de mi hermana y me despido de ellos como casi todos los días.
—Adiós mamá —miro a mi padre—. Adiós papá —. Me acerco a mi hermana y le estrujo los cachetes en un apretón, ella protesta—. Adiós pequeña.
En esta familia todos habíamos salido con rasgos muy parecidos. Yo era una mezcla entre mi padre y mi madre. Sin embargo mi hermana tenía un parecido enorme con mi madre. Yo había salido con los ojos verdes de mi madre y el pelo castaño claro y liso de mi padre. Si, era todo un dilema.
Bajo corriendo las escaleras. Una vez en la calle, pido un taxi por la aplicación y me siento en la acera a esperar a que llegue. Estoy toda impaciente, esos cinco minutos que tardó en llegar se me hicieron eternos. Al llegar le pagó lo correspondiente al taxista y me bajo de allí dirigiéndome rápidamente a mi trabajo.
Miro la hora y veo que son las 7:58 Am, por lo que me pongo a correr ya que la entrada era a las ocho. En el camino no se de que manera choque con un chico y le terminé derramando todo su café encima. Me detengo ayudarlo mirando a cada rato mi reloj.
—Lo siento, pero me tengo que ir. Estoy llegando tarde.
El chico —bastante guapo— intenta decir algo pero no lo dejó pronunciar ni una palabra porque me mando a correr dejándolo allí, con todo el reguero de café.
Llego toda agitada y sudada. Saludo a mi compañera de trabajo y me coloco en mi puesto de trabajo que es el de vender entradas para ver las pelis. Llevo casi dos años trabajando aquí y aún así el desconsiderado de mi novio no me ha ascendido.
Vale, sí, leyeron bien. Mi novio es el dueño de todo este cine. No se crean, ser la novia del jefe de tu jefa tampoco es que tenga muy buenas ventajas. Por ejemplo el de que todos te tratan peor porque creen que estas allí solo de adorno o porque creen que te ganaste el empleo por ser la novia de un Müller.
Si, los Müller en esta ciudad son muy reconocidos, lo digo por experiencia. Una, los vecinos no paran de hablar de ellos, de que tienen las mejores fábricas de vino bajo su poder, al igual que los grandes mobiliarios, como lo es la agencia de cine para la que trabajo. Y dos, mis padres los detestan, especialmente mi papá.
Desde que los Müller negaron hacer cualquier tipo de negocios con mi familia y se llevarán con sigo otro de los grandes empresarios. Mi familia quedo en banca rota, perdimos muchas acciones. Con eso nuestra casa, nuestra empresa. Ahora mi padre se la vive trabajando día y noche para poder mantener nuestra familia y pues yo soy ejemplo del esfuerzo que hacemos.
Ese evento marco una enemistad entre las dos familias. Y se preguntarán, ¿entonces porque sales con un Müller?
Bueno, primeramente yo nunca estuve a favor de eso. La enemistad es más entre los Sres. Müller y mi padre. Pues ellos tienen un ego enorme que les impide olvidar el asunto y seguir adelante.
Mi jefa viene entrando y por instinto me arreglo el uniforme y me pongo derecha la gorra. Todo tiene que estar perfecto. ¿Por qué? Bueno, porque es mi jefa y es una odiosa. Sí, es la mujer más odiosa, arrogante y pesada que he conocido en mi corta vida.
Ella llega y se detiene entre los dos cubículos. Mi compañera de trabajo está de forma recta atendiendo a los clientes de forma impecable. Nada comparado conmigo, soy un desastre personificado. Mi jefa me dedica una mirada asesina y se me acerca.
—Srta. Vance, me puede decir ¿por qué su cubículo tiene esa fila enorme?
Miro por detrás del cliente que estoy atendiendo ahora y solo veo a seis personas más. Observo al cubículo de al lado y veo a tres personas. Vale, una diferencia de tres personas. Sera exagerada está señora.
—Lo siento, es que se me acumularon y no me...
—¡Nada! Atienda rápidamente esos clientes si no quiere que le reporte a mi superior que usted nos está haciendo perder dinero —arquea una ceja.
Su superior, es decir mi novio. No se que se cree viniendo aquí a insultarme. De verdad que la detesto, ni siquiera la puedo mirar a los ojos. Me abstengo a asentirle con la cabeza y comenzar de nuevo con mi trabajo.
Eran ya las 6:30 pm cuando veo entrar a mi novio por la puerta principal del cine. Le doy un repaso rápido con la mirada y le sonrió justo antes de que llegue a donde me encuentro.
Tyler Müller era el tipo chico que a pesar de tener 21 años, su físico aparentaba ser de menos. Tenía los ojos azules como casi todos los Müllers y el cabello castaño característico de su padre. Hoy venía vestido con un traje azul de vestir y el pelo engomado hacia atrás.
Se acerca a mi cubículo y apoya las manos en el mostrador para poder mirarme más de cerca.
—Venga vámonos.
Miro hacia atrás donde se encuentra la oficina de mi jefa y luego lo miro a él.
—Aun no termina mi turno, además, el ogro está allá dentro —digo con una sonrisa.
El me la devuelve y da la vuelta tomándome por el brazo y obligándome a salir de mi cubículo.
—¿Cuántas veces te tengo que recordar que yo soy el jefe del ogro y que cuando yo quiera puedo hacer que te vengas conmigo?
Le sonrió y ahora sí, el se inclina hacia delante y me besa. Rodeó su cuello con mis dos manos profundizando el beso. Ty era muy alto, casi como todos los de su familia. Por lo que cuando nos besamos tengo que ponerme de puntita o el agacharse lo suficientemente para quedar a mi altura.