–Mujer, no puedo creer que lo hayas hecho, en verdad–refunfuñaba como una viejita cascarrabias–, es que acaso ¿no tienes vergüenza?, ¿así es como te educó tu madre?
Estábamos tumbadas en la sala, viendo el tiempo pasar. Sólo pasaron dos minutos desde que Kyle se había ido para que ellas tocaran a la puerta.
–Vamos, cómo si tú nunca lo hubieras hecho. No sé qué te sorprende.
Vick se incorporó del sillón en donde estaba sentada y me lanzó una almohada que me dio en el pecho. Yo me retorcí hacia enfrente por el dolor y la impresión, le reproché, pero ella me ignoró.
–Tú eres mejor que yo, Kassia–eran pocas las veces que mi amiga se tomaba el papel de madre en serio, y esta era una de ellas–. No tienes por qué andar por ahí besándote con todo el mundo.
–¿Besarme con todo el mundo? –la imité y me incorporé–. ¡Pero si sólo lo hice con Cameron!, además, a ti no te debería de importar con quien intercambio saliva o no.
–Es que no comprendes, Kass. No fue el beso, sino lo que ibas a hacer.
«Lo que iba a hacer».
–¿Qué es lo que iba a hacer? –pregunté con el ceño fruncido.
Terminé de incorporarme y miré con curiosidad a Sydney, quien se había ocultado tras la almohada que había recogido del piso. «¿Qué fue lo que hice?» le insistí a Vick con la mirada.
–¡Te ibas a ir con él!, Dios, si no hubiera sido por Kyle ese idiota se hubiera aprovechado de ti.
Yo sentí como un cubo de hielo, grande y pesado, descendía por mi garganta hasta llegar a mi estómago, enfriándome por completo. No recordaba muchas cosas de anoche, pero de algo estaba segura, Vick estaba metiéndome, debe de ser alguna clase de broma para que tome conciencia sobre los riesgos de beber en exceso. Yo jamás haría algo como eso, es decir… ¡No!
–Estás metiéndome–aquello salió como un susurro débil, casi burlón, pero solo me temblaba la voz.
Victoria se acercó al borde del asiento, colocó ambas manos sobre mis hombros y los frotó, en un intento de reconfortarme. No quise voltear a verla, porque sabía que me encontraría con sus ojos, serenos y ligeramente bañados en compasión, no quería verlos porque aquello era una forma de afirmación, de decirme que mi noche pudo haber terminado peor.
–Dios –me tapé el rostro con las manos–. ¡Dios!, es que acaso, ¿este año no puedo iniciar de la peor manera? –pregunté con ironía. Retiré mis manos–. ¿Están seguras? –sólo miré a Sydeny, quien estaba sentada frente a mí.
–Cariño, hayas aceptado o no, no estabas en condiciones para irte con él–sentenció la morena–. Conocemos muy poco de Cameron como del resto de la escuela, es nuestro compañero, pero no sabemos cómo es en realidad.
Tenía una extraña sensación en mi pecho, no era miedo o ansiedad, sino alguna especie de hueco que poco a poco se iba llenando con aquel sentimiento ajeno que aun lograba identificar.
–Supongo que después de lo Ellie aprendimos a desconfiar incluso de las plantas–Vick me dio un ligero apretón en los hombros.
Y sin que me diera cuenta, las dos chicas se habían tirado a un lado de mí, abrazándome. Me alegraba mucho tenerlas a mi lado, sin ellas quien sabe cómo hubiera sobrevivido a todo esto. Fueron el pilar que necesitaba cuando mi mundo comenzaba a desmoronarse. Probablemente ahorita estaría en casa, enclaustrada con miedo y sola. Les regresé el abrazo y nos quedamos mucho tiempo así.
Me fui a acostar temprano, así que no supe cuando fue que Kyle regresó, si es que lo hizo, por lo cual no tuve tiempo de agradecerle lo que había hecho. Era lunes y comenzaba oficialmente el primer día de la “Semana Iniciación”, la cual sólo aplicaba a los de primer grado, ya que para el resto comenzaban las clases, pero sólo iríamos a sentarnos en una banca durante seis periodos a escuchar una presentación aburrida sobre cada profesor, el nombre del curso y qué es lo que veremos, para después presentarnos frente al grupo, algo que no comprendo porque seguimos haciendo, si todos ya nos conocemos.
El comentario que me habían hecho las chicas sobre Cameron seguía resonando en mi cabeza, y aunque la impresión había pasado, la duda seguía ahí. No podía creer que casi me iba con él, y obviamente tenía un montón de preguntas; ¿aquello había sido su plan desde el principio?, ¿fue una casualidad?, ¿ambos estábamos igual de ebrios y se nos ocurrió irnos? Tal vez sólo queríamos jugar Xbox, mi hermano solía hacer eso, había ocasiones que cunado llegaba en la madrigada de una fiesta lo encontrábamos en la sala con una chica jugando Mario Kart, era un misterio como lograban conectar la consola.
Y ahora, una vez más, tenía aquella sensación de desprotección, la cual creí haber dejado en mi casa después de lo que pasó con Ellie. Se supone que este iba a ser un nuevo año, lejos de ella y toda esa bola de mierda, pero al final todo regresa a ello, aunque de diferentes formas.
«Mierda, mierda, mierda». Si las cosas siguen pintando así, lo mejor será irme acostumbrando.
Al ser el primer día me levanté temprano, algo a lo cual ya no estaba tan acostumbrada y sólo había hecho el sábado por miedo a encontrarme con Kyle por cualquier parte, ahora me importaba poco si estaba en el pasillo o en la cocina, aunque seguía teniendo cuidado con el baño y mi habitación, a ambas puertas les seguía poniendo seguro cuando me encontraba dentro. Pero aquel chico no daba señales de vida, era como si viviera sola. «Gracias a Dios, por lo menos no es de esa clase de compañeros molestos». Ahora estaba haciendo videollamada con mi hermana.