El chico que estaba frente a mí no era Kyle, era alguien más. Lucía terriblemente nervioso, sus dedos jugaban inquietos sobre la isla de granito, y sus ojos viajaban por toda la habitación en busca de algo. Parecía ser que por primera vez en su vida no tenía las palabras exactas para decir en aquel momento. Verlo así era extraño y algo inquietante.
–Kyle–meneó la cabeza y yo guardé silencio.
–Sé que Alyssa te comentó… lo que siento por ti–por primera vez me vio a los ojos después de un largo rato–. Y para evitar que te sientas incomoda, buscaré la manera de cambiar de habitación. Mientras eso sucede, me temó que tendré que pasar esta noche aquí…
Ahora fui yo quien lo detuvo, alzando mi mano, pidiendo espacio para hablar.
–No tienes porque irte. Mira, no te mentiré, cuando escuché eso de tu amiga si me sentí algo extraña, pero no tienes por qué irte–me rasqué una la ceja.
No sabía que más decirle. ¿Qué debo hacer ahora? No podía pedirle que olvidáramos esto, una confesión así difícilmente se olvida, y también sería muy egoísta de mi parte actuar como su no supiera nada cuando él siente algo así mí, pero tampoco quería darle una falsa ilusión de que algo podría pasar entre nosotros, porque ni siquiera yo estoy segura de ello.
Él no me gusta, pero aquello puede cambiar en unos meses, y me aterra que eso pase. La relación que teníamos antes de que esto sucediera era buena, nos molestábamos, pero tampoco éramos tan desagradables, manteníamos una rivalidad sana, pero ahora, con esto, no creo que podamos hablarnos de la misma forma. No quería perderlo como amigo, pero tampoco podía darle una oportunidad, por lo menos no ahora.
–Yo…
–Sólo hagamos como si nada de esto haya pasado, ¿quieres? –pidió–. Será difícil, lo sé, pero nuestra relación de compañeros odiosos no tiene porque cambiar por esto, ¿o sí?
Sonreí un poco.
–No, no tiene por qué.
No estaba segura de aquello fuera la mejor opción, pero al final de cuentas era su decisión, era él quien gustaba de mí, y yo no estaba en posición de hacer un drama mayor de esto.
–¿Roomies? –preguntó con una sonrisa ladeada.
–Roomies.
No quería decir que no me sentía cómoda con su elección de dejar todo en el paso, pero sabía que no era justo, para ambos. Yo podía estar frente a él, fingir que no había pasado entre nosotros, pero no podía ignorar que sabía lo que Kyle sentía, no había poder en la tierra que me hiciera olvidar aquello cada vez que me viera, sonriera o saltar alguno de sus comentarios. Como tampoco podría ignorarlo al recordar las acciones que había tenido conmigo en el pasado; los juegos absurdos, las sonrisas, las bromas, los ligeros coqueteos…
No deseaba que eso cambiara entre nosotros, porque sé que lo hará, aunque él diga que volveremos a actuar como antes, sé que Kyle se guardará ciertas cosas, dejará de ser el chico que conocí hace unos días, y todo para evitar que sus sentimientos intervengan.
Pero que maldito desastre era todo esto.
Los días posteriores a ese accidente a penas si había podido verlo, todos mis ratos libres me las pasaba ensayando en al auditorio, o él estaba encerrado en la galería coordinando los últimos detalles para la exposición del fin de semana. Agradecí al universo que a ambos estuviéramos ocupados por lo menos lo que restaba de la semana, pero tampoco me gustaba el hecho de que no hayamos tenido tiempo, ni siquiera, de saludarnos antes de ir a clase.
Cuando nos topábamos en los pasillos, la único que nos dirigíamos a eran sonrisas a medias, saludos en con la mano, y se nos quedaban un montón de palabras atascadas en la garganta. Sabía que aquello de “nada cambiaría entre nosotros” era una mentira, un engaño que ambos queríamos creer.
–¿Te sientes estresada? –me preguntó Sydney mientras comíamos–. Sé que te saldrá bien, todos tus conciertos han sido una maravilla.
–Tú eres Kassia La increíble Hayes.
Negué con la cabeza.
–Lo sé, pero no es eso lo que me molesta en este momento.
–¿Es el asunto con Kyle? –se aventuró la morena un tono amable y cariñoso.
Asentí.
–En parte sí. Quedan sólo días para que mis padres vengan, y viene toda la tropa, estoy segura de que poder se traerían hasta el perro. Estoy preocupada porque sé que mi madre preguntará por Ellie, e Ivy me mirara exigiéndome que le cuente todo a mis padres, mientras Caleb no deja de quejarse por el insoportable calor que hace aquí–pasé dedos por el cabello, y uno de ellos se atoró en un nudo, arrebatándome un pequeño quejido.
» Y luego está el asunto con Kyle. Sé que dijo que no quería que esto cambiar nuestra relación, pero ¡por favor! Sé que ha estado evitándome. Es el primero en salir de la casa, cuando me lo topo en la escuela, me saluda solo con un gesto de mano, y pasa todo el tiempo dentro de la galería, llega cuando sabe que ya no estaré afuera de mi habitación, y yo ya no lo soporto. Es demasiado. Extraño cuando nos molestábamos mutuamente… ¿Qué? ¿Por qué estás viéndome así? ¿Por qué la estás viendo así a ella? –pregunté con cautela.
Vick se encogió de hombro con aquella sonrisa boba en los labios mientras revolvía su pasta.