Myrmidon - La Espada Perdida [libro 1]

Capítulo XXXIX – Verdades ocultas

 

Moloso

La guerra por fin había terminado, los centauros se habían rendido y habían entregado sus armas a los pies de Moloso.

Todo el ejército estaba ahí reunido, en medio de las cavernas, las mismas donde habían estado retenidas las mujeres durante el cautiverio. Allí estaban también los únicos centauros que habían sobrevivido a la gran masacre; ninguno temblaba de miedo, ni tampoco mostraban angustia, aquellos seres eran tan fríos que eran capaces incluso de rendirse con la frente en alto.

Finalmente, Moloso tomó la palabra.

— Ya no queremos más muertes — exclamó —, no pienso dejar que nadie más muera. Ni un solo centauro, ni tampoco alguno de los hombres de mi reino por esta guerra.

Entonces uno de sus hombres le presentó un pergamino, Moloso lo abrió y lo leyó en voz alta.

Decreto por este medio que cada uno de los miembros pertenecientes a la tribu de los centauros volverá a ocupar las tierras que les fueron arrebatadas durante la primera centauromaquía, siempre y cuando juren por su vida mantener la paz en el reino y no solventar la violencia ni la muerte sobre ninguno de los hombres o hermanos de su misma raza. A su vez, los hombres deberán ayudar a los centauros a proteger y cuidar el bosque, el cual corresponde a los centauros como dicho hogar.

En conclusión, tanto hombres como centauros tendrán la porción de tierra que se merecen y vivirán en armonía como en los tiempos de Aquiles. Ninguno atentará contra la vida del otro, si no que ambos serán como hermanos.

Luego, el rey cerró el pergamino y así recibió los aplausos de todos los presentes en aquel momento.

Esta vez, los centauros lograron poner un mejor rostro, dado que la paz ya había sido lograda y cada uno había obtenido lo que querían.

Uno de los centauros se adelantó en ese momento.

— Mi nombre es Thalus; mis hermanos y yo estamos muy contentos de que toda esta guerra hubiera terminado, les pido perdón a cada uno de los hombres por todas las muertes que hemos causado, sé que no podremos devolverles a sus seres queridos que han sido llevados al Más Allá, pero desde ahora prometemos que no les causaremos más problemas, nos conformaremos con vivir en el bosque y con ocupar las tierras que ya tenemos, y ninguna otra aldea será arrasada. Con la muerte de nuestro anterior caudillo, Nesus, las cosas cambiarán, él era quien nos gobernaba y nosotros no éramos más que sus vasallos. Ahora que ya no vive, tendremos que elegir a un nuevo caudillo.

— ¿Cómo se las arreglan para elegir a quien esté al frente? — preguntó Moloso.

— Siempre elegimos al más fuerte, pero ahora elegiremos al más sabio — respondió Thalus —, por eso decidimos entre todos que sea Quirón el nuevo caudillo.

Todos pusieron sus ojos en el Mentor, quien se mantenía con la mirada baja, como si se mantuviera distante. Al escuchar su nombre, volvió a poner los pies sobre tierra y entonces reaccionó.

— No… yo… no puedo aceptar eso — balbuceó.

Todos empezaron a murmurar y se sorprendían, nadie estaba en mejores condiciones de liderar a los centauros como Quirón; él era el único centauro bondadoso y sabio que existía sobre la tierra.

— Mi misión ya terminó, no me pienso quedar mucho tiempo con ustedes — dijo luego.

Moloso estaba a su lado, puso su mirada muy desconcertada sobre él. ¿A dónde iría aquel centauro? ¿Acaso tenía pensado desaparecer nuevamente?

— Si desaparecí por un tiempo, fue para que los dioses me dieran las instrucciones necesarias para cumplir con sus designios, ahora que ya no me necesitan aquí en la tierra, los dioses me llamarán con ellos — prosiguió el centauro.

— Tu lugar es con nosotros — dijo Kletos.

— Mi lugar siempre ha estado con los hombres, aquí en la tierra, pero el destino no siempre es como nosotros decidimos.

Entonces, Moloso se acercó más al centauro y le estrechó un abrazo.

— Nunca te voy a olvidar, Quirón, el mentor de héroes. Gracias por haber peleado de nuestro lado.  

— Siempre voy a estar presente, aunque no me vean, solo deben mirar el cielo y así sentirán mi presencia con ustedes.

Ninguno lograba comprender las palabras de aquel centauro. ¿A qué se refería con aquel discurso? Parecía como si se tratara de una despedida.

 

El ejército continuó su camino hasta el campamento de los amotinados, debían hacer que los exiliados volvieran a la ciudad.

Entonces, se encontraron en las cercanías del monte donde se encontraban las tiendas de los guerreros amotinados y las mujeres rescatadas del exilio.

Moloso iba al frente, montado sobre su gran caballo, a su lado iba Cirene, quien había sido atendida por uno de los médicos reales. Para su suerte, era una mujer fuerte y la hemorragia había cesado.

Los hijos de Gamínedes habían salido del campamento para recibir a todo el cortejo, con todo un tropel que los respaldaba. De pronto, el ejército real y los amotinados se encontraron en un punto exacto, sin usar la violencia, más bien, con una especie de tregua.



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En el texto hay: mitologia griega, guerras, centauro

Editado: 07.07.2018

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