Nada más queda

Capítulo 1: Esperanza

"Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Ella tenía 10 años más o menos, estaba asustada, lloraba a más no poder. La encontré sola en su habitación, su casa estaba todo hecho un desastre, nunca supe qué le sucedió porque ella no recuerda nada, o al menos eso me dice, y sus padres ese día no estaban. Luego nos enteramos que... bueno, fueron a un lugar mejor. Cuando la vi, la cargué entre mis brazos, me fui corriendo y abandoné la casa. Fui a mi refugio y la dejé en el sofá, no sé si de eso te acuerdas Bianca, el sofá estaba en un estado deplorable, pero no quería dejarla en el piso así que la dejé allí. Tenía los ojos llorosos, y una mochila de color violeta con la que adentro cargaba un bloc de hojas. Cuando los vi, eran dibujos, casi siempre ella con sus padres, unos pocos sólo de ella, o de paisajes. Ese bloc de hojas lo perdimos al escapar de un monstruo. Maldición, todavía pienso en que pude haberlo guardado en su mochila. En fin, el tiempo pasó y se notó, la pubertad le pegó un cambio enorme, no es nada que ver a aquella pequeña niña que encontré en su habitación, ahora es ya una señorita, y sí, sé que hablo como si fuera su padre, pero es lo que yo vi y lo que pienso".

—Hablas como si tuvieras 40 años —bromeó Bianca con una sonrisa en su rostro.

—Ahora hasta parece más fuerte que tú —agregó William.

—Ja, ¿quién te parece que la entrenó? —respondí.

Un par de carcajadas no vienen mal.

La fogata ayuda mucho a que el ambiente sea algo más agradable, el calor del fuego y el sonido de la leña crujiendo me dan una sensación de relajación que no he tenido hace mucho, eso añadiendo la compañía de la gente en la que de verdad puedo confiar. Soy Ethan Dempsey, un chico de 21 años, y a mi alrededor están Bianca y William. A William lo conozco hace relativamente poco, pero se ha ganado mi confianza cuando me lanzó las llaves de su casa rodante cuando tuve que escapar de una situación bastante jodida. Hasta hoy día estamos usando su casa rodante para tener un lugar donde dormir y para poder trasladarnos. Tiene 34 años, y me respeta muchísimo por el hecho de que vengo compartiendo con Bianca una vida bastante dura. Bianca es esa niña de 10 años, ahora va a cumplir 16, y es increíble lo que ha madurado y cambiado con el paso del tiempo. Hoy no es nada que ver a lo que era antes, puede ser una chica de personalidad dulce, pero cuando las cosas se ponen serias, ella siempre sabe cómo afrontarlas. Con el correr de los años, la he estado acostumbrando a este asqueroso mundo. Un mundo plagado de monstruos gracias a un experimento fallido de laboratorio. Todo lo que salió de ese lugar, fue muerte, caos, y todo eso se expandió por todos lados. Ni el más seguro refugio puede salvarte la vida, los monstruos con el tiempo mutan y evolucionan, se hacen más fuertes, más ágiles, es una auténtica pesadilla.

—Bueno, ¿quién quiere hamburguesas? —preguntó ella.

—Yo no tengo hambre ahora, prefiero guardarme las mías —respondió Willie.

—Yo no, gracias —exclamé.

Ella parecía un poquito desilusionada por el hecho de que ninguno de nosotros quiso cenar esta noche.

—Bien, creo que cenaré sola esta noche.

—No las quemes —bromeó William.

Bianca se levanta del tronco en el que estaba sentada y se dirige hacia la casa rodante a buscar la carne. Quedamos en la fogata William y yo.

—¿Sabes qué? —preguntó—He estado pensando en algo.

—Cuéntame.

—Como bien sabrás, cada vez es más difícil conseguir combustible para mí camión, y cada vez es más jodido buscar comida y agua en esta región del país. Así que he tenido la idea de que podríamos buscar un avión, o un barco, e ir a Europa.

La propuesta me pareció interesante, pero enseguida me puse a pensar en ello y reflexioné.

—Me gusta la idea, pero no sé manejar un barco, ni mucho menos un avión. Además–

En ese momento, Willie me interrumpe.

—Yo sé manejar avionetas, mi padre era piloto, me enseñó lo básico cuando iba con él hacia su lugar de trabajo.

—Sí pero, el viaje es largo, en Europa también hay infección...

—Más seguro que aquí es —aludió.

A pesar de los argumentos de Willie, algo me decía que a la vez no era tan buena idea. No me negué rotundamente a la propuesta, pero tampoco le confirmaba que llevaríamos a cabo ese plan.

—Tú piénsalo, y me dices mañana, ya es muy tarde y tenemos que descansar.

—Claro, tienes razón. Voy a quitar todo esto —comenté.

—¡Espera! —gritó Bianca desde dentro de la casa rodante —La fogata no la apagues, yo voy a usarla.

—De acuerdo —exclamé.

Me levanto del tronco en el que estaba sentado y me retiro hacia el coche. No sé de dónde habrá sacado William de que Europa es más seguro que aquí en América, no me quiero arriesgar a hacer algo tan grande como viajar de un continente a otro. Pero en fin, supongo que lo pensaré mejor mañana. Entro al camión, y me dirijo al sofá donde habitualmente duermo. Acomodo los almohadones y me acuesto.



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En el texto hay: futuro postapocaltpico, accion, aventura

Editado: 13.05.2018

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