Nadie necesita saber

El disfraz perfecto

Los ensayos continuaron siendo en casa de Niels y esto dificultaba el transporte de Emil para llegar allá sin que sus padres se enteraran de cómo lucía su amigo, por ello le pedía los gemelos que vinieran a recogerlo y así se iban los tres juntos en el auto de su hermana más grande (ella manejaba).

La obra de teatro sería una semana después de que regresaran de vacaciones. Ensayaron tanto que parecía tan natural su actuación a tal punto en el que el problema que surgió en la pijamada flechó la cabeza de Emil.

El ensayo un día antes de regresar a la escuela lo utilizó como Experimento social. Analizó cada uno de los movimientos de Niels, trataba de que no se le escapara nada. El rose de sus manos sobre sus propias mejillas, la manera en cómo se apegaba a su pecho, el cómo sujetaba sus manos y acariciaba con ternura sus dorsos o la dulce entonación que utilizaba bajo la máscara de la mujer enamorada.

¿De verdad Theo tenía razón cuando comenzó a molestarlo con lo de ser homosexual? Esos datos que recopiló en un ensayo le hacían confiar en las palabras de su amigo y cuando lo pensaba de más, notaba que había más contras que pros ante esa pregunta: en primer lugar, porque era una obra de teatro y no iba a conseguir nada real por ello. En segundo lugar, porque confiaba en lo que Niels le dijo (aunque ahora sus palabras habían perdido algo de peso…). Y, en tercer lugar, porque nunca en su vida se percató de la existencia de una persona homosexual, será porque sus padres trataron de cubrir rastro alguno de una persona así.

Todo era tan desastroso y se volvió caótico cuando su madre le texteó lo siguiente:

“He terminado los trajes acordes las tallas que me diste. No estoy segura de que les vaya a quedar, así que te agradecería que hablaras con tus amigos y sus padres para que los dejen venir a casa mañana a probarse el vestuario.”

Después de ese mensaje, su madre agregó uno más:

“Sí vas a regresarte con los hermanitos, agradécele a su hermana. Mañana te voy a dar una caja de chocolates para que se la entregues como agradecimiento.”

Una terrible presión lo abrumó en forma de unos fuertes escalofríos que fueron notados por Niels. El recién transferido dejó a un lado la botella de agua de la que bebía y se le acercó, leyendo sin permiso los mensajes.

—¿Entonces quiere que vayamos a tu casa a probarnos los trajes? Por mí no hay problema.

Emil se encogió de hombros, avergonzado y murmuró:

—Sí… pero hay un pequeño problema del que me gustaría hablar contigo…

Niels rodeó sus hombros y se lo llevó hacia el jardín. Todos quedaron desconcertados por ello, aunque prefirieron no interferir, a excepción de Heimdall, él los siguió sigilosamente y se escondió detrás de la puerta.

—Y bien, ¿cuál es el problema?

Emil inhaló profundamente y creó una notoria distancia entre los dos.

—Mis padres son demasiado sobreprotectores y me apena etiquetarlos como conservadores, pero es lo que son.

Entonces Niels entendió lo que quería decir. Todo se resumía a su apariencia, esa era la respuesta. Entendía por qué estaba tan apenado de ello y extrañamente estaba contagiado por su pena.

—Está bien, Millo, yo… voy a cambiarme antes de la salida y cuidaré tu espalda de los prejuicios de tus padres.

—Más bien, cuidar la tuya.

—Eh… ¡sí, eso!

—Gracias a Dios… Creí que no aceptarías. De verdad, lamento muchísimo el comportamiento de mis padres, pero odiaría que me prohibieran hablar contigo…

La conversación pareció terminar ahí, aunque claro, lo marcó una tímida sonrisa de Emil y que fue contagiada hacia su amigo. El silencio advirtió su regreso a la casa y Heimdall se ocultó (o por lo menos hizo el intento) sin embargo, su existencia pasó desapercibida por completo porque cada uno estaba en sus cosas. Los únicos que notaron este esfuerzo fueron los gemelos, así activando su instinto maternal y yendo a por él cuando la zona se despejó.

El lunes Niels llegó con una mochila más grande a la que acostumbraba traer, ya que en su interior además de llevar los cuadernos, llevaba su traje para dar una imagen convincente del tipo de persona que aparentemente era.

Le pidió al profesor salir más temprano para cambiarse y este aceptó no muy convencido. Una vez dentro se arregló uniforme, luego se deshizo de sus pulseras góticas, los anillos de metal (y posiblemente uno que otro de plata auténtica), también de sus lentes de contacto, que guardó en una pequeña caja de terciopelo negra, se colocó sus lentes y acomodó su cabello. Niels se vio en el espejo. Entró siendo Niels y ahora era… ¿qué es lo que era ahora? Tal vez era Jhonsson o un chico ajeno que se perdió en sus recuerdos, porque en algún momento de su vida, lo conoció. Por último, retiró todos sus piercings y el último fue el de su lengua; contempló ese piercing por uno o dos minutos. Fue el primero que se hizo y el que le traía frescos recuerdos de lo tedioso que era tener que andarse cuidando la perforación para que no se infectara.

A pesar de haberse arreglado temprano, esa anterior nostalgia lo hizo retrasarse. Todos esperaban dentro del auto de la madre de Emil a excepción de su hijo, pues él lo esperaba en silencio fuera del baño, avergonzado de su propia presencia.



#22905 en Novela romántica
#14637 en Otros

En el texto hay: boyxboy, academia, amorimposibe

Editado: 26.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.