Azath se acercó hacia el mostrador, los clientes que se encontraban allí dieron varios pasos hacia atrás mientras Pauline no apartaba su mirada, sintió cómo la temperatura de la habitación descendía varios grados, al punto que su aliento empezaba a condensarse.
Una densa neblina negra comenzó a emanar del cuerpo de Azath, envolviendo toda la habitación y oscureciendo aún más el ambiente, se escucharon crujidos provenientes de todas direcciones, como si el mismo edificio se estuviera resquebrajando.
Azath: Bien, creo que ahora si hablaras – Sus facciones endurecidas y la profunda voz que surgía de su garganta, eran apenas un indicador de la oscura energía que desprendía su cuerpo.
Pauline: No tengo nada que comentarle, por favor retírese, o mejor, vallase del pue…
Azath: Vas a responder todas mis preguntas – Algunos de sus dientes se volvieron colmillos, dicha imagen espanto más a la joven.
Pauline no podía dejar de temblar, el miedo se apoderaba de cada fibra de su cuerpo ante la imponente presencia que tenía enfrente; sus manos, aferradas con fuerza al mostrador, estaban tan frías que parecían dos témpanos de hielo – Usted no entiende, en el momento que diga algo – Las personas que estaban alrededor se acercaron de forma amenazante hacia Azath, intentando de alguna forma ayudar a la pobre muchacha.
Azath: Existen dos opciones, o hablas por tu propia voluntad – Se inclino en el mostrador, hasta susurrarle en el oído – O me veré forzado a extraer la información de tu mente, e imagino que sabes cuales serían las consecuencias de ello.
Azath volteó a mirar a las personas a su alrededor – Y ustedes, no creo que sea buena idea acercarse más, incluso deberían abandonar esta habitación – La sombra que proyectaba Azath en la pared parecía adquirir vida propia, retorciéndose de forma antinatural, como si tratara de liberarse.
En un descuido, los colmillos de Azath se alargaron más hasta sobresalir de su boca, mientras que sus ojos se tornaron completamente rojos, en un abrasador tono carmesí, sus manos se transformaron en aterradoras garras negras, su voz se distorsiono hasta el punto de que parecían varias voces, pero todas con una oscuridad y maldad que los que estaban allí nunca habían sentido – ¡Háganlo YA! – Grito.
Los clientes, al avistar la siniestra figura del forastero, no vacilaron en abandonar el lugar a toda prisa, tropezándose entre sí en un silencio sepulcral, temían que el más mínimo ruido pudiera despertar la ira del ser que tenían frente a ellos.
Un anciano intentó levantarse tan enloquecido de la silla que esta, cayó con gran estrépito al suelo, pero nadie se detuvo a ayudarlo, aquel hombre tuvo que gatear desesperado al tiempo que murmuraba una plegaria implorando misericordia, mientras que todos estaban enfocados en una sola cosa; huir, evitando devolver la mirada hacia donde estaba Azath.
En esa habitación, solo quedaron Azath y Pauline, él giró lentamente al tiempo que sus afiliadas garras se incrustaban en el mostrador; dejando profundas marcas, luego fijó sus ojos en la desafortunada recepcionista, frente a ella, estaba una entidad aún más atemorizante, sus ojos enrojecidos reflejaban una oscuridad sobrenatural que jamás había contemplado.
Azath: ¿Es verdad que el cardenal del lugar trabaja con los Babuinos? – Pauline intento desviar su mirada - ¡Responde! – Azath dio un golpe fuerte sobre el mostrador.
Pauline: ¡Si! Ellos trabajan juntos – Respondió entre lágrimas – Han estado colaborando durante años. Cada cierto tiempo, el cardenal solicita 'tributos' para ofrecérselos y así evitar que arrasen con el pueblo – Parecía que se anticipaba a las preguntas – Sin embargo, algunos del pueblo creen que lo del supuesto ataque es falso y piensan que el cardenal se queda para sí algunos de los tributos, utilizando a los Babuinos como excusa.
Azath: ¿Que sabes de los Babuinos? – No movía ni un solo musculo, aunque todavía estaba indeciso sobre las acciones que debía tomar.
Pauline: Lo básico, son una banda de despiadados caníbales, por alguna retorcida razón decidieron atormentar a los pobladores de este lugar. Escuché que capturan personas para sus macabros festines – Bajo su mirada, viéndose aún más atemorizada - Se dice que devoran a sus víctimas vivas, arrancándoles los miembros uno a uno, mientras aún siguen respirando, solo dejan intacta la cabeza, como un sádico trofeo, nadie sabe realmente de dónde provienen ni cuáles son sus propósitos, más allá de sembrar muerte y desolación a su paso.
Azath: ¿Por qué no hay niños en el pueblo? – Por dentro, sabía que debía actuar rápido, sin embargo, pensaba en lo difícil que ha sido mantener su anonimato por cientos de años.
Pauline: Hace unos meses, el cardenal solicito que los nuevos tributos fueran niños, los más ricos del pueblo lograron que sus hijos escaparan – Miro con desdicha la ventana – Pero los más pobres... no tuvieron opción, con el corazón destrozado tuvieron que entregar a sus pequeños, sabiendo muy bien cuál sería su terrible destino.
Su semblante se descompuso en una mueca de dolor, recordando las escenas que presenció, más lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos – Cuando ya no habían más niños en el pueblo, empezaron a buscar en los alrededores, secuestrándolos en posadas o campamentos desamparados, llevándolos a la basílica.
Azath: ¿Cada cuanto lo hacen? – Azath sacudió un poco su cabeza, como espantando sus más oscuros instintos y recuperando un atisbo de autocontrol, no podía desatar toda su furia ahí o dañaría gravemente a la aterrorizada joven – ¡¿Por dónde entran a la basílica?!
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Editado: 15.09.2024