El resto del día cayó nieve del cielo.
Navis estaba observando a través del cristal de la ventana el cielo opaco, y una de sus dos lunas de Zenith. Estaba demasiado deprimido, que se tumbó a su cama para tratar de descansar un poco, por fortuna, los profesores decidieron no dejar trabajos para la casa ese día, debido al luto.
Quiso sacar un libro de su cajón para leer, pero hizo un movimiento brusco y la lámpara terminó por caer encima de su mano y la punta del contorno terminó por hacerle un ligero corte.
—Ouch —se quejó.
Sacó sus pañuelo para vendarse la mano y caminó a la cocina para ver si Merry podía curarle la herida. Pero Merry estaba afuera degollando a un pavo para la cena, y no quería ver la matanza del animal. Así que decidió esperar a que entrara a la cocina, pero Merry estaba todavía quitándole las plumas al animal en una bandeja con agua caliente.
Noor apareció en la cocina limpiando el suelo y se paró enfrente de Navis.
—Ugh.
Navis se hizo a un lado para que Noor terminara de limpiar. Pero Noor se acercó de nuevo a él.
—Ugh.
Navis se arrimó un poco más.
—Ugh —dijo esta vez reclamando.
Navis miró al suelo y vio que una gota de sangre cayó al suelo, al parecer no se dio cuenta de que estaba tirando gotas por todo el camino. Ató más fuerte el vendaje y Noor se acercó para ver de cerca la mano lastimada.
—No pasa nada, Noor. Merry me va a ayudar.
Entonces Noor se fue por un cuchillo de cocina y se cortó al mano.
—¡Noor! ¡Qué haces! —preguntó alarmado.
Una gran gota de sangre que brillaba salió de allí y Noor la almacenó en un vaso, y se la dio al chico.
—Ugh —le ofreció.
—¡No voy a tomarme eso!
—¡Ugh! —y se abalanzó sobre él para obligarlo a tomar el vaso de sangre.
Navis cayó al suelo, sentado. Noor atrajo el vaso a su boca para que el chico la bebiera a la fuerza. El líquido caliente entró a su paladar y Navis sintió un cosquilleo en la palma de su mano.
La herida estaba cicatrizando por arte de magia.
Volteó la mano para comprobar que en realidad la herida estaba curada, y no había rastro de cicatriz alguna. No sabía por qué, pero al probar la sangre le hizo recordar al orfanato, y se sentía más vivo y aliviado que nunca. Noor por su parte, tuvo que ocupar el pañuelo para que su herida fuera tratada, porque al parecer, la sangre de hruchee era sanadora para las personas, pero para el mismo hruchee, no. Navis le cedió el vaso.
—¿Por qué no lo bebes tú también?
Noor se tomó el resto del vaso y no ocurrió nada. Tal como sospechaba.
—Esta bien, vamos a lavarte la herida.
Todavía quedaba un poco de sangre en el vaso, y Navis la colocó en un frasquito y lo puso adentro de su bolsillo, por si las dudas se volvía a lastimar.
Navis se llevó a Noor al cuarto de lavabo y sacó un pañuelo más de su cajón para dárselo a Noor, y lo vendó. Noor miró su mano amorfa, le dio un abrazo a su amo y salió caminando como si nada, y siguió limpiando la casa.
Warren y Rufio aparecieron por el pasillo.
—La sangre de Noor puede sanar cualquier herida —dijo Navis mostrando su mano a sus hermanos—, me corté la mano y ahora no tengo nada.
—Genial —felicitó Warren—, esperemos que Rufio no abuse de eso para cuando se fracture en los partidos.
—Muy gracioso, Warren. Pero no parece mala idea.
—No van a explotar a Noor de esa forma —Navis se rio—, o les jalaré los pies por las madrugadas en forma de sombra.
—Mira, Warren. Se ve lindo amenazando.
Warren dejó salir una carcajada. Rufio le puso una mano en la cabeza.
—Sólo es una broma, no abusaría de Noor así.
—Lo sé.
Navis salió a la oficina de su padre y fue en busca del libro “Criaturas de la galaxia” para leer más sobre Noor y los hruchee. Entró a la oficina, y se fue a la estantería de libros, hojeó las páginas y al dar media vuelta se dio cuenta que su padre estaba en la silla.
—¡Perdone! No debí entrar sin tocar antes, padre —le chillaba la oreja por el rubor.
El Sr. Niccals sostuvo su pluma de plata entre sus manos y giró un poco la silla, pero sólo sacó una sonrisa.
—Debo decir que no esperaba a que entraras así, inoportunamente. ¿Encontraste lo que querías?
—Sí, padre. Me voy para que siga trabajando.
Navis se fue a la puerta, pero antes de salir, preguntó algo.
—Padre, la junta de esta mañana, ¿estaba relacionada con lo que le ocurrió hoy a los chicos?
—Sí, desgraciadamente.
—Eso creí, gracias.
El chico salió en silencio y cerró la puerta del despacho.