Nayla, Amor, Magia y Aventura

Capítulo Tres: El Sello

El sudor en su frente gotea como catarata, sus músculos sienten el peso cada vez que levanta esa pesada llanta y la voltea. Aunque tiene la fuerza necesaria, su cuerpo nunca fue expuesto al deporte, y esa falta de costumbre le juega en contra.

Llegan las doce, y su cuerpo está envuelto en sudor y jadeos, abandona esa rutina para tirarse a descansar en uno de los vagones, donde bebe el agua y come lo que le habían dejado. Nunca había sido muy exquisita con la comida, y se pregunta si Kyros se enojará con ella por abandonar el lugar para ir por un hot dog. 
 

En cuanto a este joven, nunca lo hubiera notado, ya que se encuentra muy ocupado como para estarla vigilando. “Soy su guardián, no su niñero”. es lo que dice para sus adentros cada vez que en su mente cruza alguna pregunta como: “¿habrá comido algo?” o “¿estará muy cansada?”. 
 

Además su labor también es vital, ya que  busca y rebusca entre sus libros un hechizo que, por más fuerza que haga, no logra recordar. Sólo lo leyó una vez, y jamás pensó que iba a necesitarlo. 
 

—Sabiendo que sería el guardián de Nayla, creo que era obvio que lo necesitaría a futuro.  
 

Dice en voz alta, entrelazando los dedos en su pelo, mientras sus ojos van y vienen de hoja en hoja. 
Entre sudor y esfuerzo, pasaron las horas para Nayla, el reloj de la vieja estación marca que ya son las cinco y cuarto, y su proclamado guardián brilla por su ausencia. 
 

El sol comienza a caer, dando paso al atardecer, ella recupera el aire mientras supone que no hay más remedio que esperar algunos minutos. De pronto oye ruidos desde la oscuridad de los vagones, al voltear ve a tres figuras masculinas que ponen sobre ella una mirada siniestra. 
 

Solo corre la mirada y los ignora, ya sabe lo que esos jóvenes buscan, y viviendo en Bolton, ya se había topado con este tipo de situaciones antes, debido a su fuerza solo los empujaba, chocaban contra algún muro o poste, y quedaban knockout, y supuso que en esta ocasión pasaría lo mismo. Debido a la adrenalina producida por el ejercicio solamente está esperando a que se acerquen para mandarlos a volar.  
 

—Espíritu de cadenas. —Oye de un de los jóvenes, y de repente una cadena la atrapa y aprisiona. 

¿Qué es esto? Se pregunta, mientras forcejea para liberarse. Logra ver que la cadena sale de mano de uno de ellos, y comprende que se trata de magia, por eso no logra romperla con su fuerza. 
 

—Tranquila jovencita, no te haremos daño, si haces todo lo que te pedimos —dice otro, sonriendo con malicia. 
 

Son tres agresores, con cierto dominio sobre aquel poder que aun desconoce llamado magia. La situación la pone tensa, y también le causa miedo, e ira, sabe que no puede dejarse llevar, pero dos de ellos comienzan a acercarse, el solo pensar que le pongan una mano encima es desagradable, sus ojos se tiñen de escarlata, Kira está por despertar nuevamente. 
 

—Perdón por la tardanza, Nayla. —resuena una voz atronadora. Es Kyros, pero no lleva el rostro amigable de esta mañana, sino una fría expresión de odio. 
—Es Zaldívar, Kyros Zaldívar —. Dice uno de ellos. 
—Es verdad, es él. 
—Tanto tiempo. ¿Volviste por más palizas?  

Estas palabras producen eco en Nayla, y hacen que sus ojos se abran desesperados, no puede entenderlo, pero aun así la seriedad de Kyros le genera cierta confianza, la suficiente para calmarse y serenar a Kira. 
 

—Veo que siguen siendo los idiotas de siempre. —Responde él, con ese tono tan dominante. 
 

En cuestión de un segundo la cadena libera a Nayla, y toma con fuerza de tempestad a Kyros. 
 

—¿Quién es el idiota ahora? —Dice el captor riendo. 
Kyros permanece inmóvil, y su figura comienza a cristalizarse, hasta no ser más que líquido. 
—Un clon de agua. —Menciona uno de ellos, boquiabierto.  —Así es, un mago nunca revela su posición de manera tan simple ante un enemigo, y supongo conocerán este hechizo del tipo agua. —Responde aun hablando desde el clon— también deberían mirar a sus pies. 

Instantáneamente lo hacen, al mismo tiempo, y ven que sus pies están cubiertos de una materia lodosa, muy pegajosa, que los mantiene en su lugar, sin que puedan liberarse. Y como si fuera poco, una oscura nube se posa en el cielo, la que no tarda en partir gotas que bañan a los brabucones. Y para aumentar su temor, relámpagos iluminan a esta oscura nube, haciendo estruendos, como si fueran las carcajadas de un monstruo. 
 

—Nayla, sé que has corrido mucho hoy, pero tengo que pedirte que corras lejos de ellos ahora.  
 

Estas palabras despiertan a la joven, que había quedado anonadada ante lo que sus ojos veían. Sin más, se echa a correr a gran velocidad, ya que sabe lo que pasará. Y partiendo el mismo aire, un rayo cae sobre esos tres, dándoles una poderosa descarga eléctrica, de la que no se recuperarán fácilmente. 
 

—¿Estás bien? —Le pregunta apareciendo de repente, ella lo mira, como si viera a un muerto. 
—¿Eres tu? —Pregunta confundida. 
—Claro que soy yo —Responde con una sonrisa. 
—¿Qué fue lo que acabo de ver? ¿Hiciste caer un rayo del cielo? 
—Así es. 
—Es fantástico. ¿También me enseñarás a hacer eso? —Dice repleta de entusiasmo. 
—Claro, lo aprenderás, son hechizos simples. 
—¿Los mataste? 
—No, solo les producirá algunas heridas… Y quizá unos días de cama. 
—¿Y de donde te conocían?  
—Éramos compañeros en la escuela, les gustaba hacer bullying a los demás niños, no cambiaron en nada. —Menciona casi decepcionado. 
—No me contaste que vivías aquí. 
—¿No? Se me habrá olvidado. 

Nayla ríe ante su expresión de inocencia, a través de la claridad de sus ojos marrones y de su tibia sonrisa, no podía dejar de creerle. 
 

—Tengo algo que mostrarte. —Le dice él con una sonrisa. 
 

Se apartan hacia un lugar un poco más calmado, donde un libro con paginas amarillentas parece tomar toda la atención de Kyros, lo deja abierto en una pagina donde hay extraños gráficos. Se ven como una cadena formando un circulo, uno tiene tres espinas, y el otro tiene cinco, rodeados de letras muy pequeñas, que Nayla se esfuerza por alcanzar a ver. 
 




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