Abandonando el vuelo, Erick vuelve a su forma humana, cayendo en los brazos de su amada.
Kyros se apresura en llegar a Nayla, con muchos deseos de felicitarla.
—Lo lograste —le dice alegre, palmeando su hombro.
—Si, fue increíble —responde ella con emoción—. Jamás me sentí tan fuerte y valiente.
—Debió ser increíble, pudiste cabalgar a Erick como querías.
Ella se sonroja al entender el doble sentido de su comentario y ríe nerviosa.
—Cállate, no digas bobadas. —resuelve por responder riendo.
Pero la risa se extingue de sus rostros cuando escuchan el llanto de Shahmaran, viendo padecer a su amado en sus propios brazos.
—Pero le di mi poder, nuestra magia fue una. ¿Eso no lo ayudó? —Pregunta Nayla.
—Tu poder le dio la fuerza para levantarse y pelear, pero no puedes curar sus heridas. —le responde, portando un triste semblante.
Ella acaricia su rostro entre lagrimas y sollozos, los momentos más hermosos pasan frente a sus ojos, deseando con cada centímetro de su ser que no la abandone.
—He vivido por milenios, pero los años que pasé contigo, abrigado en tus brazos, fueron los más hermosos de mi vida…. —dice con esfuerzo, intentando pasar un segundo más en sus manos.
—Erick… te amo —susurra, y ve como sus ojos se cierran lentamente, y los latidos desparecen de su pecho, quedando en silencio.
El rey dragón, que una vez más pudo dominar el cielo, ahora descansa junto a sus hermanos, diciéndole adiós a la vida, para dormir en los brazos de la eternidad, padeciendo para vivir por siempre en los recuerdos de su gente. Cada vez que alguien narre sobre la gloria de los dragones, su nombre volverá a la vida y gobernará el cielo, una vez más.
Por la tarde, todo el pueblo se une para velarlo. Llueven las coronas de flores para el cuerpo del héroe que es enterrado en las montañas, y será por siempre uno con la tierra.
Nayla no puede evitar que la culpa la invada, porque todo lo ocurrido fue para llegar a ella. Shahmaran, como si leyera su mente, se acerca hasta ella, para brindarle un cálido abrazo.
—No te sientas mal por lo ocurrido nena —le dice como un susurro—. Tu no tienes la culpa de nada. Le diste la fuerza que Erick necesitaba para librarnos de esa amenaza, fuiste valiente, tanto como él. No es culpa tuya que nuestros enemigos peleen sin honor, y recurran a trucos tan bajos para lograr sus objetivos.
Al decir estas palabras, estaba a punto de romper en llanto. Entonces ambas se abrazan, fundiéndose en los brazos de la otra, generando un momento tan cálido que pudo haber sido eterno.
El funeral transcurre en paz, por toda la noche. Tan pronto vuelven Nayla cae dormida, está muy agotada, de un soplo se hubiera caído. Kyros también aprovecha para descansar, ya que luego tendrían que ir al pueblo, a buscar una pista para el siguiente guardián.
Durmieron por la mañana, así que despiertan por la tarde, con los músculos reflejando las secuelas de la batalla pasada. Para Kyros fue como un déjà vú golpear la puerta de Nayla, ya que una vez más seguía dormida.
Al levantarse tomaron sus cosas y se marcharon al pueblo, que aun sigue en luto por su guardián, el aire melancólico y triste los rodea en sus semblantes, algo cabizbajos y meditativos. Miran a Nayla apenas de reojo, con inseguridad y cierto miedo que su presencia le traiga más problemas, a lo que ella debe hacer caso omiso, levantar la frente, y simplemente seguir.
Llegan a una posada, al parecer la única de ese pueblo, donde toman asiento, y beben algo de agua, intentando refrescarse por la caminata.
—Aquí nos reuniremos con Bob —dice Kyros.
—¿Quién es Bob? —pregunta Nayla.
—Un viejo amigo. Él nos dirá donde encontrar a Caym, tu segundo guardián.
—¿Y quien es Caym? —pregunta aun con más curiosidad.
—Es el más joven de tus cuatro guardianes. En cuanto a qué es de su vida y que hace, descuida, lo sabrás cuando lo veas.
Nayla baja la cabeza un instante, luego vuelve a mirar a Kyros, con una pregunta en los labios.
—¿Y tu a qué te dedicas?
—Soy tu guardián. —responde luego de un instante de silencio.
—Si, pero aparte de eso, ¿qué hacías?
—La verdad cuando me mudé comencé a ir de un lugar a otro para buscar conocimiento sobre la magia, aventuras y retos, en estos años estuve yendo de un lugar hacia el otro, simplemente aprendiendo y mejorando mis hechizos.
—Entonces eres como un vago. —responde Nayla.
—Claro que no. —dice extrañado.
—O una especie de hippie bohemio, pero con magia —declara de nuevo.
—¡Qué no!
—¿Tenías un trabajo estable?
—No pero…
—¿Un lugar fijo de residencia?
—No podía, tenía…
—¿Ibas de acá para allá casi sin motivo ni fin?
—Tenía un motivo y un fin.
—Eres una vago. —vuelve a decir ella entre risas.
De pronto son interrumpidos por la presencia de un hombre que se acerca a la mesa.
—¿Kyros? —pregunta él señalándolos con cierta simpatía.
—¿Bob? —responde él, levantándose a saludarlo.
Nayla los observa, y por lo que acaba de escuchar de su guardián, supone que este amigo se trata de alguien que conoció en algunos de sus viajes, los que eran para ella viajes de hippie.
—Ella es Nayla. —dice Kyros presentándosela.
—Estoy realmente encantado de conocerte. —le dice Bob, con los ojos llenos de esperanza, a lo que ella responde con una sonrisa. Luego de una breve charla y algunas cordialidades, el asunto se puso algo serio—. Muy bien, les contaré como encontrar a Caym, el siguiente guardián.