Nunca habia tratado tan duramente ocultar sus emociones como en este momento. La luz del sol brillaba placidamente por cada rincon de la ciudad, era precioso, magnifico. Habia leido muchas veces sobre ella pero verla de primera mano era simplemente impactante pero era una belleza opacada por la sequedad del ambiente, el sol era abrazador y aunque estaba rodeada por lagos parecia como si faltara agua. Desde el momento en que comenzaron a atravesar el lago para llegar a la ciudad, Atzi estaba tan ansiosa por ver las maravillas de ese lugar pero sabia que debia conservar el estilo amenzante que habia mostrado antes para estar segura.
Entraron y todo quedo en silencio, los guerreros la habian rodeado y el guerrero quien los comandaba, caminaba al frente, basado en lo que ella habia logrado escuchar él era el capitan Tzilacatzin, no podia recordar bien su historia pero recordaba bien que fue uno de los que se resistieron a La Conquista y si relamente era él entonces ella estaria en graves problemas.
Mientras caminaban por alguna de las calzadas principales, Atzi noto las miradas que la recorrian por completo, las personas detenian sus tareas para contemplarlos, habia niños que corrian y jugaban pero que al notar su presencia se paraban a mirar tambien, algunos eran curiosos, otros la estaban inspeccionando y otros la miraban con miedo. En ese instante agradecia estar cubierta por los guardias pero no sabia cómo tomarian su llegada. ¿Una amenaza? Esperaba que no, de cualquier forma tenia que encontrar una forma de regresar a su tiempo ya que estaba segura estaba situada antes de la Conquista pero no sabia cuanto faltaba para eso y estar metida en una batalla tras otra no era algo que le gustaria experimentar. Aunque lo que ahora miraba era algo sin igual.
Ya llegando a la calzada principal pudo ver que en lo alto del templo a un grupo de personas. En el centro estaba uno que llevaba un penacho con grandes plumas verdes y labores oro, jade y demás piedras preciosas que colgaban remarcando la ostenticidad. Los que estaban a su alrededor barrian el suelo por donde pasaba. No era nada de lo que esperaba de un Gran Señor, sabía que la apariencia marcaba los puestos pero jamás pensó que eran tales como sus ojos ahora veian.
-Impresionante...-susurro Atzi pero por las pequeñas miradas de asombro que recibio de los guardias más cercanos supo que la habian escuchado. Sintio su orgullo y entendía el porqué era así, incluso ella a pesar del cansacio al verlo tan majestuoso sintio una emocion creciendo en su interior, era sumamente esplendido y ella estaba ahi para verlo, si tan solo hubiera traido su camara consigo.
Una gran caracola habia sido levantada y el sonido habia alertado a todos los habitantes cernanos que comenzaron a congregarse en diferentes puntos del patio. idos valientes guerreros de nuestra familia. -comenzó a decir un hombre con una tela roja y bordados dorados alrededor, Anya supuso que erea algun tipo de sacerdote.
-Bienvenidos grandes guerreros. Hoy nuestro pueblo se deleita con la gran noticia que nuestro corazones estaban esperando...Cuando nos llegaron los mensaje cada uno de nosotros fue inundado de duda y esperanza de que fueran ciertos- Su voz era aspera pero con cierto encanto que hacia que no pudieras dejar de escucharlo. - Tampoco pensamos que pudieran visitarnos...así- Por un momento su mirada se poso en ella y sus ojos destilaban cierta curiosidad y desprecio, Atzi sintio un pinchazo de ira al recibirlo, ella no aparto su vista y tampoco disimulo el disgusto. - ¡Nuestros suplicas fueron escuchadas!¡La sequia terminara hoy! ¡Es hora de festejar el regreso de nuestros dioses y del triunfo de nuestro pueblo!
Inmediatamente comenzaron los festejos, habia aromas y risas en el aire, podia escuchar todos esos sonidos en todas partes. La alegria le hacia sentir revitalizada, era como un pequeño flujo que la recorria, ella cerro los ojos para poder disfrutarlo mejor, la pasion de las personas le daba fuerza, le daba animo, le daba energia para seguir. Estaba tan ensimismada que noto tardiamente el silencio. Las personas en cambio la miraban boquiabiertos, la miraban a ella, a su sonrisa y a la luz que desprendia. De pronto toda esa luz salio disparada a todos los rincones de la ciudad, de la tierra. Los guardias habian levantado sus armas hacia ella y protegian a sus compañeros heridos. Todos lo sintieron, en su cuerpo, en su alma. La tierra se habia depurado, gotas de lluvia empezaban a caer y la fuerza de los debiles se encendia. Y a pesar del crecimiento de la lluvia nadie intento cubrirse, ni siquiera el emperador.
Corria la tarde desesperada por llegar a su fin que las nubes oscuras parecian empujar al sol para ayudarle un poci en su huida cuando Atzi estaba terminando su ducha en el cuarto lleno de vapor y agua ligera que usaban como regaderas en el templo, varias veces se habia preguntado porqué las personas mayores atesoraban pequeñas cosas como esta, ahora sin duda agradeceria cada gota de agua caliente que reciviera, ahora sin duda se sentia un poco mayor. Minutos atrás los sacerdotes la habian ataviado con miles de preguntas acerca de todo acerca del futuro, la ciencia, lamedicina, la escritura y por supuesto y muy recurrentemente sobre su ropa aunque todos habian sido mucho más amables de lo que era debido ella no pudo evitar sentirse un poco neeviosa por tal enormes curiosos y aunque los entendia le sorprendio la expresion de alivio y simpatia que mostraron en sus rostros cuando al preguntarle con sumo entusiasmo qué era lo que deseaba en ese momento ella había simplemente dicho que una ducha era lo necesario ahora. Entonces uno de ellos habia llamado a las doncellas para que se le atendiera de inmediato, el panico y ligera curiosidad que sus rostros revelaban era signo más que suficiente para hacerle saber que debia ser cuidadosa con cada una pero cuando se acercaron a ella para fregarla no dudó en apartarlas. Ahora las doncellas esperaban pacientemente al otro lado de los paneles de piedra labrada que dividia la recamara en dos. Cuando salio de la ducha, llena de energia renovada y vitalidad se encontró con una maravilla que su rostro no oculto. Una de las chicas, la más joven al parecer, cargaba en sus brazos una preciosa tela teñida de diferentes colores en la parte baja además de ella aparecieron las demás llevando joyas y accesorios. Atzi estaba estupefacta, habia olvidado lo que pensaban que era pero era más la responsabilidad que conllevaba lo que la tenia atemorizada. Después del recibimiento le habian pedido una audiencia con los sacerdotes y el emperador, estos eran regalos para ella que gustosamente luciria para aparentar su papel ante todos.
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Editado: 26.06.2020