Never be the same // omegaverse // larry stylinson

Parte 9.

Todavía guardaba los libros que había encontrado tirados en fundas para ser tirados a la basura, habiéndose sentido afortunado por como las cosas estaban resultando con su embarazo. Su primer embarazo, que le había dado ganas de respirar y ahogarse con el mismo aire que le permitía existir. Ahora no quedaba nada, solo muchas más ganas de acabar con todo, cortarse la garganta y derramar muerte.

—No creo que sobreviva —le había dicho él, entrando a la habitación donde Louis estaba, de pie frente al espejo y con su camisa elevada para que su vientre se viera en el reflejo y le llenara de esperanzas que fueron derrumbadas cada vez que se volvían a construir. Solo le quedaron escombros al final—, así que no te ilusiones.

Louis había cubierto su, en ese entonces, vientre plano con su camiseta. Movimientos lentos y parpadeos que le hicieron sentir con más fuerza el apretón en su pecho, donde su corazón reclamaba por ser herido indirecta, de tal forma que lo partía con facilidad. Casi parecía no suplicar más dolor y, por supuesto, fue ignorado.

—No lo estoy —susurró al recuperarse, no tanto—. Solo estaba...

—No me interesa —él rodó los ojos, tirándose a la cama detrás de Louis e ignorándolo más, sin mirar su rostro mientras encendía la televisión—. Te lo recuerdo.

Louis pensó que se quedaría callado, que se olvidaría del tema y que su bebé crecería dentro de él a cada día, siendo solo esperado por él y siendo lo único que necesitaba. Pero no, él tuvo que volver a abrir su boca en ese instante y arruinarlo más.

—De todas formas, si sobrevive —comenzó— lo venderemos. Habrán muchos interesados y ganaremos algo de dinero, ¿qué te parece, eh?

El omega lo miró, sus labios agrietados abiertos de forma tan ligera que el jadeo que escapó de él no se escuchó, y su corazón volvió a apretarse, como escondiéndose del dolor que estaba sintiendo. Aun suplicando por que parase.

—Sí —le dijo Louis, sus ojos picando con fuerza y sus manos sintiendo la irremediable sensación de cubrir su vientre—, me parece bien —susurró.

Él no dijo nada más, asintiendo e ignorando los sollozos bajitos que Louis comenzó a soltar con miedo después.

(...)

Patético.

Se sentía como un idiota en medio de un espectáculo, recibiendo risas por las estupideces que estaba haciendo.

Quería huir lejos de la pena que sentía, de las lágrimas que no paraban de derramarse sobre él y que no lo dejaban seco jamás, no teniendo la compasión suficiente para dejarlo en paz y que tratara avanzar. Aunque, sinceramente, sabía que no lo hubiera logrado nunca.

Harry se había ido, y él seguía frente a la cocina, sin saber cómo iniciar con su corazón delicado sobre sus manos, buscando un refugio que lo mantuviera lejos del dolor. Louis no podía ayudarlo, no cuando sentía la necesidad de correr escaleras arribas y volver a tener ese bebé desconocido sobre sus manos, el peso que le hacía sentirse ligeramente vivo.

Se pellizcó el brazo, tratando de traerse a la realidad de una vez por todas, dejar ese mundo donde se sentía flotar, de las nubes que prometían felicidad que lo rozaban sin que él pudiera agarrarlas.

Comenzó a moverse por toda la cocina, abriendo la refrigeradora y las gavetas para sacar lo que necesitaba, esperando ser detenido en algún momento. Que Harry llegara y le obligara a irse por ser atrevido, pero no sucedió mientras seguía cocinando, imaginando escenas en su cabeza que nunca sucederían por más que se arrodillara por las noches y deseara con todas las fuerzas de alguien ilusionado. Siguió cocinando, deteniéndose de golpe cuando escuchaba el más ligero sonido dentro de la casa, sabiendo que saldría corriendo hacia el bebé, sin embargo, él decidió seguir dormido hasta que Louis terminó con un suspiro escapando de sus labios.

—Bien —se dijo en voz baja, una sonrisita escapando de sus labios a la vez que veía lo que había preparado frente a sus ojos.

Apretando los labios, caminó hasta donde Harry le había dicho que estaría, no sabiendo si sería correcto tocar la puerta para avisarle que la comida estaba lista. Ni siquiera estaba seguro de si lo que había cocinado le gustaría, pero tendría que aceptarlo si lo rechazaba. La vida no le había dado lo que quería nunca, y con el tiempo se fue acostumbrando a esperar lo peor.

Estuvo tan equivocado cuando esperó tener a su bebé sobre sus brazos, escucharlo llorar solo por querer tenerlo cerca. Fue simplemente estúpido pensar que lo tendría, una razón para vivir que le sonreiría a cada paso del tiempo, pero ahora le hacía llorar de solo recordarlo.

Tocó la puerta, tragando fuerte y aspirando el aire necesario para que el mareo que apreció en él no le hiciera caer de boca sobre su jefe, que no abrió la puerta enseguida. Y Louis volvió a tocar despacio, pensándolo que si lo haría más fuerte, el sonido llegaría a los oídos del bebé en el piso de arriba, tan absurdo que lo volvió a hacer cuando siguió sin tener una respuesta.

Harry apareció después de más de diez toques, pareciendo adormilado y con ojos rojos, lagrimas secas debajo de sus ojos que se notaban más que cualquier cosa en su rostro, haciéndole ver miserable y triste. Louis quedó helado al verlo, esperando a que él limpiara con su puño sus ojos, frente arrugada y cabello en desorden.

—La comida —susurró, bajando la mirada cuando él le vio por debajo de sus pestañas—, ya está lista.

—Louis —él dijo, su nombre en voz ronca que le mandó una corriente eléctrica por toda su espalda que le hizo dar un paso hacia delante de manera inconsciente. Se encontró con la boca abierta, sorprendido por las acciones de su cuerpo—, lo siento, yo... Creo que me quedé dormido. —El omega esperó a que la sonrisa que se sentía en el ambiente apareciera, pero solo fue una ilusión que no sucedió, que Louis esperó sin, al parecer, haber aprendido nada de lo que implicaba vivir.

—Está bien —Le sonrió de lado, suspirando y haciéndose a un lado con las mejillas encendidas de la vergüenza. Sin embargo, Harry no le miró más tiempo mientras pasaba por delante de él hacia la cocina, mirando de reojo a las escaleras.




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