Harry parpadeó los rastros de sueño, sintiendo un cargo en su espalda que lo hizo tropezar. No fue silencioso ni nada, porque Louis dejó de recoger agua con la palma de su mano y dejó de regarla sobre la pequeña cabeza del bebé, que se veía más diminuta desde el pecho del omega que le arrullaba con una sonrisa sincera en su rostro. Una sonrisa verdadera, no como las que Harry había recibido antes.
—Lo siento —se apresuró en decir, retrocediendo más y obteniendo un mareo que lo obligó a agarrarse de la pared. Louis lo miró alarmado, posando su mano sobre la cabeza del cachorro y dejándola en ese lugar. Sus ojos estaban grandes y la sonrisa ya no estaba; se sintió mal. Harry se sintió mal por eso—. Yo... —sacudió su cabeza, saliendo del cuarto de baño.
Era Louis en su lugar, recordó. Ella ya no estaba. No se dormiría otra vez recordando su risa y la manera en que sus ojos dejaban de verse cuando lo hacía, como todo de ella se sacudía al realizar ese gesto. No se dormiría pensando que ella estaría al despertar, cabello rubio recogido en una alta coleta y una sonrisa de mejillas apretadas hacia él. Ella no regresaría jamás, por más que rogara que lo hiciera.
Se desplomó antes de darse cuenta, quedando sentado en medio de su habitación. El cuarto donde se vio obligado a mudarse cuando ella dejó de recostarse en la cama de abajo, con sus lacios esparcidos por toda la almohada y molestando el rostro del alfa, que lo apartaba con una cálida sonrisa. La habitación que para nada olía como ella, porque nunca pisó lo suficiente el piso como para que su olor se quedara levemente. Ellos dormían abrazados en la habitación de abajo, la que Harry quería mantener por siempre con llave para que nada de ella escapara jamás. Ellos dormían abrazados después de decirse que se amaban demasiado, las palabras no siendo suficientes. Harry no se lo dijo lo suficiente.
—Harry —El mencionado vio a Louis moverse con rapidez, una bata de baño cubriendo su cuerpo, y el bebé en sus manos también cubierto en una sábana que lo cubría lo necesario. Harry ni siquiera sabía que existía aquella toalla que envolvía al bebé o siquiera la de Louis, seguramente ella estando detrás de todo—. Está bien, está bien —el omega balbuceó, sabiendo que estaba mintiendo.
Dejó al bebé sobre la cama de Harry, exagerando con las almohadas que dejó a su alrededor para que no cayera. Harry vio todo, pensando que él no haría eso. El bebé se quedaría solo en medio de la cama, como Harry había estado durmiendo desde su llegada, y simplemente caería ante los ojos del alfa que no haría nada para alcanzarlo.
—¿Se golpeó? —Louis apareció en el campo de su visión, mano cayendo enseguida sobre la cabeza de Harry. Le tomó la temperatura y revisó su cabeza en busca de alguna lesion—. ¿Duele algo?
Harry sacudió su cabeza, arrastrándose hacia atrás con la mirada confundida de Louis sobre él. Llegó hasta que su espalda tocó la pared detrás de él, y suspiró profundo. Respiró y dejó ir el aire en busca de algo que lo calmara.
—Mis calmantes —Harry sostuvo su cabeza, esperando a que el dolor se marchara por unos segundos. Él podría regresar luego para fastidiarlo, para que volviera a llorar sobre la almohada y llamara a alguien que nunca respondería—. Están...
Pero Louis no esperó a que siguiera hablando, corriendo escaleras abajo antes de que Harry pudiera verlo salir por la puerta abierta de la habitación. Parpadeó ante su partida, rodeado de los únicos sonidos que podía escuchar; era su corazón al compás de los jadeos del bebé sobre la cama. Así que se arrastró hacia él con sus energías desaparecidas como para intentar colocarse de pie, sabiendo que caería si lo hacía. Lloraría, muy probablemente. Sin embargo, el camino fue tan corto para lo que tenía planeado, tanto que deseó que Louis apareciera por esa puerta y lo detuviera antes de que sucediera.
Perdonarlo significaba perdonarle lo que había hecho, aún cuando le seguía llorando a escondidas, a la luz del día y con un par de ojos azules viéndole. Perdonarlo significaría que ya no importaba que ella no estuviera, que él fuera el responsable de la angustia habitando en él que le quemaba la piel, provocándole ganas de querer arrancársela.
A pesar de todo, llegó hasta el final de la cama y tiró de la sábana con la que se había estado cubriendo del frío y con la cual había secado sus lágrimas. También se había escondido del dolor llevándola por encima de su cabeza para no ser visto, fracasando notablemente. Y él cayó con facilidad hasta sus brazos, viéndole con el color de sus ojos que había heredado de ella.
—Eres... —le susurró con su garganta destrozada. Suspiró—. Eres idéntico a ella —le dijo. El bebé sólo llevó sus dedos a su boca, absorto de lo que sucedía a su alrededor.
Pese a sentir que no debía, lo hizo. Lo llevó hasta donde su corazón latía y lo sostuvo en ese lugar para que pudiera escuchar que seguía vivo. Ella ya no estaba pero Harry seguía vivo, sufriendo por no estar a su lado.
—Sh, shh —le siseó cuando el niño comenzó a quejarse, intentando con sus frágiles manos apartarse del pecho de su padre. No obstante, Harry no se lo permitió, tal vez apretándolo más de lo debido hacia él—, escucha, bebé. Escucha mi corazón llorar.
Él comenzó a llorar con fuerza, seguramente siendo demasiado lo que escuchaba. Oía el corazón de su padre romperse en mil pedazos, y el sonido te helaba el alma hasta que dolía sobre tus huesos, por debajo de tu piel y por todos lados. El cachorro lloró, Harry no teniendo piedad alguna como cuando él no la había tenido antes cuando le quitó lo que amaba. No lo dejó ir, casi mofándose de sus manitas sacudiéndose en el pecho del alfa para alejarse, mas fallando en el débil intento. Pero Louis llegó para impedirlo, soltando un jadeo que hizo al rizado alzar su borrosa mirada.
Vio a Louis llegar hasta donde seguía tirado, sus rodillas haciendo un sonido sordo al chocar contra la madera del suelo. Sin embargo, Louis ni siquiera demostró dolor alguno mientras soltaba las pastillas, dejando el vaso con agua en algún lugar, y estiraba sus manos.