Recién salida del baño me senté en la cama, miraba al vacío y la imagen de aquellos hombres volvían una y otra vez. Trataba de convencerme que pudo haber sido peor, pero aún así esa sensación de tener sus labios en mi intimidad me repugnaba.
Intenté distraer mi mente con cualquier cosa, hasta que me acordé de aquella caja que encontré, así que la busqué y le eché un vistazo. Viéndola más de cerca tenía una flor que había visto en un sueño, así que la abrí y ahí dentro se encontraba un pequeño collar, tenía las mismas rosas rojas que estaban fuera de la caja y pequeños impulsos que provenían de mi interior, me hacían tener la necesidad de colocarme el collar.
Lo puse al lado de de mí y me acosté en la cama, quería descansar para siquiera olvidar lo que había pasado, aunque el recuerdo iba a aparecer al día siguiente.
En la mañana me desperté antes que sonara la alarma y bajé a la cocina, ya mi mamá estaba haciendo el desayuno.
—Buenos días —dije.
—Buenos días, es un milagro que estés despierta ya.
—Supongo que sí.
—Lía debes tener cuidado, no vengas tan tarde de la preparatoria.
—¿Por qué?
—Encontraron a unos hombres muertos, creo que eran cuatro o cinco, tenían cargos ante la policía y aún no se sabe el motivo de su muerte, creen que es por una sobredosis.
—Entiendo —respondí. Volví a recordar lo que había pasado y quería contarle a mi mamá pero no me encontraba en las condiciones necesarias y además, puede que me convierta en una sospechosa. Después de hablar con mi mamá subí a arreglarme para partir a la preparatoria.
Una vez que llegué vi que Gray se encontraba en el aula, nuevamente tenía una pinta impecable y leía un libro.
—Bienvenida —dice. Yo le doy una sonrisa de boca cerrada y me siento, en cuanto a él, cerró el libro y me comenzó a observar sin disimular.
—¿Qué? —pregunto. Niega con la cabeza.
—Buenos días —dice Calíope.
—Buenos días.
—He escuchado que han encontrado cinco hombres muertos por tu casa, Lía—dice Gray—, ¿es cierto? Yo apreté mi mandíbula y lo mire.
—Está muy bien informado, profesor.
—Me preocupo por el bienestar de mis alumnos.
—Oh vaya, que buen profesor es—digo sarcástica. El suelta una sonrisa y abre nuevamente el libro.
Llegó Karld y este estaba mojado, así que mire por la ventana y pude ver lo fuerte que estaba lloviendo, otra vez...no.
Pasaron varias horas y no paraba de llover, apenas llegaron unas cinco personas de nuestra aula y por haber pocos alumnos podíamos irnos si queríamos, yo quise irme antes que se hiciera más de noche, no quisiera pasar otra vez por eso aunque de cierta manera aquella silueta me protegería, o eso creía, antes de salir de un todo Gray me llamó, me pidió que lo acompañara a buscar algo en la biblioteca, confundids, miré a Calíope y a Karld, ellos estaban igual de confundidos que yo.
Llegamos a la biblioteca y nos dirigimos a una sección en especial, estaba buscando libros de ocultimo y me pidió que buscara algo que tuviese información de Adara ¿que es eso? No lo sabía. Buscando y buscando, hallé la portada de un pequeño libro que poseía la imagen de aquella rosa.
La rosa de sangre es el símbolo visible del pacto que tiene un humano con un akuma.
La rosa se puede manifestar en cualquier momento, en cualquier lugar, en cualquier situación.
El demonio portador de una rosa estará consagrado con los poderes que esta le brinde, de poder matar a alguien e incluso, de poder salvar vidas.
Astaroth, demonio portador de dicha rosa, reconocido en el infierno como uno de los más poderosos y bendecido por el mismo diablo.
No podía entender con claridad la situación ¿un pacto? Nunca he hecho un pacto con un demonio, al contrario, nunca me ha gustado jugar con ese tipo de cosas así que no entendía lo que estaba pasando.
—¿Lía? —dice Gray.
—Dígame.
—¿Estás bien? Te estoy hablando desde hace rato y no contestas.
—Ah disculpe, estaba leyendo esto, es muy interesante. Le di una sonrisa.
—Entonces sí que está interesante.
—Vamos, ya encontré lo que estaba buscando —dijo. Asentí con la cabeza y lo seguí.
Me acompañó hasta la salida y me dijo que tuviera cuidado. Comencé a caminar hacia mi casa y no sabía si Karld y Calíope seguían en el aula aunque no lo creía. Llegando a una esquina me encuentro a una chica, de tez blanca, pero muy blanca, tenía el cabello negro y también estaba vestida de negro, me quedo viendo por un instante y después se dirigió a un callejón, quería pensar que era una chica común y corriente que observa a persona hasta el punto de intimidarlos y que luego se va cautelosamente a un callejón.