New Opportunity

12

Tenían razón no me iba a dar cuenta ni en un millón de años que mi mejor amiga y mi novio se veían a mis espaldas. Ellos se habían ganado mi amistad y mi confianza, sin embargo todo eso se destruyó en unos pocos segundos.

¿Quien iba a decir que aún en los momentos mas triste de mi vida, se iba poner aún más peor de lo que ya está?

Me alejé de esa casa y corrí lo más que pude. Mis cosas estaban seguras en un pequeño escondite que alguna vez encontré, era el único lugar en donde lo podía dejar.

No sabía en donde estaba, perdida en medio de la noche y asustada como un corderito. La oscuridad predominaba en las calles siguientes, y la soledad me acompañaba de la mano. 

Caminé unas cuadras más para ver si podía ubicarme un poco pero no podía. ¿En donde mierda me metí?

Había un bar de stripper justo al final de la cuadra, me acerque para ver mejor, quizás podría pedir ayuda allí, aunque era una mala, malísima idea, lo hice.

 Gente gritando, mujeres semi-desnudas bailando frente a ellos, y eso es solo lo que veía detrás del ventanal. En cuanto salieron dos hombres riendo como si no hubiese mañana, me acerqué cautelosa mente.

— Disculpen, —hablé mientras tocaba mi oreja en señal de incomodidad— ¿Hola?

Ellos ignoraron mi presencia olímpicamente, iban de traje, un poco desordenados pero eran los únicos que no tenían pinta de ser unos borrachos empedernidos. Ya saben, inspiraba un poquito de confianza.

— ¿Hola? —repetí nuevamente — ¿Acaso son sordos?

Pregunté un poco irritada. Los hombres en un segundo quedaron en silencio y se giraron a verme.

— ¿Que has dicho? —preguntó uno de ellos, su voz era intimidante y ronca, a cualquiera le daría hasta miedo.

A mi me daba igual todo. Solo pensaba en dos personas. Y los odiaba, odiaba la idea de ellos dos juntos.

— Si, efectivamente son sordos... —sin pensarlo, casi inconscientemente rodé los ojos. Los hombres se miraron, se estaban cabreando, pero no me importaba. — ¿Saben que? Nada, se puede ir por donde iban, a la mierda.

Les dije y me giré caminado en su dirección contraria. Entonces el que estaba a la derecha me tomó el brazo con demasiada fuerza, haciendo que gima de dolor. —¿A donde crees que vas, nena? No puedes hablarnos así y luego irte.

— Las consecuencias son hermosas, como tu, lindura.

Entonces quisieron llevarme a un lugar alejado, pero me resistí lo más que pude, rasguñé y patee lo mas que pude, aunque no lo logré.

En algún lugar oscuro pedía ayuda en silencio, no podía hablar, sus asquerosas manos estaban sobre mi boca mientras que la otra tocaban mi cuerpo. Sentí la desesperación, asco y todo el miedo en ese momento. Mientras que mis ojos cerrados lloraban e intentaba escapar con todo mis fuerzas oí el ruido de un golpe y finalmente fui libre.

Ahí estaban dos chicos, mis salvadores. Marcos y Derec.
 

No iban a vencerme, malditos... Tome al demonio de su cuello y en un rápido movimiento lo apuñale desvaneciéndose en el aire. Luego fui hacia el otro, pero cuando iba a matarlo uno de ellos tomó mis alas y las estiró haciendo que inmediatamente lo soltara, pronto se acercaron los dos monstruos a la par.

Henry dio vuelta la tercera equina y los hombres se acercaban cada vez más, acompañado de los tres demonios faltantes.

Los miré y sonreí — No tuvieron ni siquiera la oportunidad y ya están muertos, nuevamente.

La rapidez de movimiento de un ángel no se mide por la cantidad del poder, sino de acuerdo con la determinación de su voluntad, así que no pasaron ni siquiera segundos cuando ya estaba a sus lados apuñalandolos juntos en sus costados, pero no antes de que uno de ellos rasguñara mi piel y ardiera fuerte. Tres menos ahora.

Entonces vi a Henry correr, tratando de despistar a los hombres, entrando a callejones y saliendo de otros. 

Los hombres corrían detrás de mi protegido. Escuchaba las cosas horribles que decían los demonios. Corrí hacia dos de ellos y corté sus cuello, finalmente apuñalé sus costillas en un abrir y cerrar de ojos, se habían desintegrado. Aproveché la oportunidad de hacer tropezar a un humano, el que iba atrás de todo precisamente. Uno de sus compañero no se dio cuenta que su amigo estaba en el suelo, sin embargo el otro corrió a ayudarlo.

Solo me faltaba el demonio de la cafetería. Iba al lado del hombre. Juro que iba a matarlo.  Henry se detuvo cansado en una esquina, estaba aterrado, era un niño de 16 años corriendo para salvar su vida.

Tomé enojada a aquel demonio de sus alas negras y lo arrastré lejos del humano, se opuso firmemente pero lo logre con un poco de esfuerzo, el hombre quedó algo aturdido, pero aún así seguía buscando a Henry. 

Por otra parte mi protegido estaba seguro escondido, pero a salvo, en un contenedor de basura.




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