Nexus Parte I l: El Laberinto De Las Pesadillas.

Una realidad anhelada.

José caminaba a lado de Hela por las calles de la ciudad, tratando de recordar algo importante que de alguna manera lo mantenía solo un poco inquieto. Él vestía una playera negra sin estampado y unos pantalones de mezclilla azules.

La ciudad, de alguna forma le resultaba familiar.  

— ¿Estás bien?— Preguntó su acompañante, inclinando un poco su rostro haca él lo que provoco cierto nerviosismo en el chico por la familiaridad con la que invadía su espacio personal. Olía a naturaleza, un aroma que calmaba a José.

“¿Eso no debería ser raro, verdad?” Pensó

—S-sí, lo siento— Le regresó una sonrisa tranquilizadora.

—Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea— Hela le sonrió un poco más mientras lo arrastraba por aquel parque hermoso que estaba cubierto de árboles que desprendían un aroma similar al de ella.

—Lo sé— José solo se dejó arrastrar, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.

Ambos fueron sacados de su nube de ensoñación cuando el sonido de un celular los perturbo. Era el de Hela por lo que respondió sin pensárselo mucho.

José no pudo evitar sonreír al notar la mascota que llevaba colgada en el celular, el cual era una especie de gorila con una máscara sonriente y que tenía un solo ojo en el medio, enfatizando todavía más la sonrisa del monstruo.

Era extrañamente… Adorable.

— ¡¿Eh?! ¡¿En serio?! ¡Si quiero!— La chica se mostró emocionada, tanto que había saltado un par de veces en su lugar mientras hablaba— Le comentaré y te mando mensaje ¡Yo quiero! ¡Si, si! ¡El blanco por supuesto!

— ¿Qué pasa?— Preguntó José en su dirección cuando colgó.

—Resulta que Alejandro consiguió una casa en el campo para ir pero tiene que aprovecharlo hoy porque mañana se acaba y querían saber si vamos con ellos ¡Todos ya confirmaron!— Dijo está, con los brillantes ojos suplicantes que podía hacer de vez en cuando.

—Si quieres ir, entonces vamos—Dijo esté, encogiéndose de hombros.

­—Sí, pero ¿Tú quieres?— Preguntó ella, acercándose de nuevo hacia él.

—Pues sí, hace tiempo que no los vemos… Aunque tengo la sensación extraña de que los vi hace poco— Respondió, pensándoselo un poco pero al instante aparto esos pensamientos como si los hubiese olvidado— Regresemos a casa y preparémonos, entonces.

— ¡Sí!— Dijo Hela que mando el mensaje con un toque, lo que hizo pensar a José que la chica ya tenía la respuesta positiva escrita pero cuando este quiso mencionarlo, la chica ya había comenzado a arrastrarlo de regreso a casa.

José no pudo evitar fijarse en un chico con silla de ruedas que paseaba con una niña pequeña justo a su lado. Ambos tenían una gran sonrisa y soltaban risas que de alguna manera hicieron sentir bien al chico.

La chica tarareaba una canción familiar.

Todo valió la pena, pensó pero ¿De qué hablaba ahora? ¿Qué había valido la pena?

Terminaron de armar un par de maletas con una velocidad increíble aunque José se lo acredito casi todo a Hela quien empacaba con gran destreza y no se olvidaba ni un solo producto necesario para ella o para él.

—También llevo de estos— Dijo la chica, guiñándole un ojo y mostrándole unos paquetitos que el chico reconoció como condones— ¡El bosque será muy emocionante!

—Vaya que si…

Cuando salieron, los chicos ya los estaban esperando en una gran camioneta.

— ¡Tortugas!— Les recrimino Alejandro quien estaba sentado en el asiento de piloto. La camioneta era Blanca, de Wolkswagen en donde todos sus amigos ya estaban sentados con gran comodidad y bromeando entre ellos.

José subió las cosas a la cajuela y ayudo a Hela a subir.

— ¡Hela!— Navier fue la primera que la saludo pues estaba sentada en el asiento del copiloto.

— ¡Navier!— Las dos mejores amigas juntaron sus manos y comenzaron a moverse.

—Bien, bien, ya siéntense— Alejandro vestía una camisa de líneas azul con negra y unos pantalones de mezclilla azules.

— ¡Aguafiestas!— Le dijo Navier, girándose de regreso al frente. Ella llevaba unos pantalones azules y una blusa de color azul brillante. Llevaba sobre su cabeza un sombrero de paja con una flor que José no reconoció de adorno a uno de los lados. 

— ¿Y de dónde sacaste la camioneta, compadre?—­ Le pregunto José, sentándose.

—Ah, me la prestaron— Dijo esté mientras la encendía— Ya estamos todos así que en camino.

Todos se mostraron emocionados.

—Me despiertan cuando llegamos que muero de sueño— Dijo Diego Sánchez, soltando un largo bostezo para luego acomodarse en su lugar para dormir— ¡Buenas noches!

— ¿Diego? ¿Qué haces acá?— Pregunto José, un tanto sorprendido aunque no entendía porque.

Era un chico de tez morena, de cabellos morenos alborotados algo largos, de ojos café oscuros y largas pestañas. De labios delgados y nariz respingada. Llevaba sus lentes de pasta negra sobre su nariz. Vestía una playera con estampado de calavera y unos pantalones de mezclilla negros. Llevaba en la cintura una gorra roja.



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En el texto hay: pesadillas, multiverso, chicasmagicas

Editado: 29.01.2023

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