Nexus Parte I l: El Laberinto De Las Pesadillas.

¡Aparece el atuendo magistral de niña mágica!

— ¿Qué está pasando?— Pregunto Andrej cuando llego a aquella unidad de edificios que ahora estaba rodeada de un campo blanco, como si una densa niebla se arremolinara— ¿Por eso no te localizamos, maldito Kraj?

—“Se terminó, científico”— Dijo el Kraj en silla de ruedas, mirando a Andrej quien no pudo evitar retroceder sorprendido de verlo tan cerca de él.

Andrej no pudo evitar mirar hacia la niebla pensando en lo peor o al menos así fue durante unos segundos, pues un montón rayos azules, morados y rojos comenzaron a irradiarse desde la cúpula, e incluso muchos de esos rayos venían directos de la gran cúpula de la ciudad, como si se estuviera cargando algo horrible dentro.

—“¿Qué…?”— El Kraj regreso la vista a la cúpula para ver una imagen que no esperaba ver en su obra de teatro.

El dragón de había quedado inmóvil antes de que un montón de espasmos comenzaran a recorrer su cuerpo, seguido de un montón de rayos que de un momento a otro, terminaron reventando su cabeza.

Aquellos que estaban encerrados en el laberinto también pudieron notar los rayos de Celeste o al menos, Edward sentía que era su magia, su energía etérea. Era su compañera y la conocía lo suficiente.  

—Ya no tengo miedo, ni al cambio, ni a lo que pueda venir, ni a ser una niña mágica y lo más importante ¡Estoy harta de entrar en ilusiones de otras personas!— Dijo Celeste regresando al suelo mientras un montón de energía etérea le rodeaba.

Celeste llevaba un vestido de color rojo con rayos de color morado y azul en el borde de la falda que le llegaba a la mitad de los muslos, unas botas de color morado que le llegaban solo unos centímetros debajo del borde de su falda, sobre estas una protección blanca con adornos azules en forma de rayos. Sobre el hombro derecho descansaba una protección blanca con rayos azules y morados. Sus ojos retenían aquellas sombras rojas y moradas y sus propios ojos soltaban chispas.

—“El ejército de Krajs te aplastara”— Dijo el cuentacuentos.  

Varios Krajs aparecieron de la nada y saltaron para aplastarla pero ella solo libero un montón de rayos que terminaron reduciendo a cenizas a sus enemigos.

Celeste camino hasta su espada rota, tomando ambas partes— Lo siento por dudar antes— Las unió, lo que provoco un destello de energía etérea que deslumbro hasta al cuentacuentos quien retrocedió.

Cuando el destello desapareció, la espada se unió y era ligeramente diferente de antes.

El mango era negro pero parecía tener líneas de energía morados y rojos. El filo era blanco con marcas de energía azul, morada y roja, e incluso el mismo filo brillaba con un tono azulado. Ya no eran simples pinturas como antes.

—“El ejército de Krajs era infinito, por lo que no importa que tanto luches, que tanto poder liberes ¡No podrás hacer nada, te cansaras y todo terminará para ti y para tus…!—Continuo el cuentacuentos.    

—Incluso si dices cambiar la realidad, la verdad es que no puedes solo narrar que nos morimos de un paro o algo así ¿Verdad? Tampoco pues deshacer nuestra transformación en niña mágica lo que nos mataría… Así ya no parece que puedas controlar toda la realidad ¿Eh?— Interrumpió Celeste sonriendo, y entonces levanto su espada.

Seguro a Diego se le ocurriría un nombre más interesante pero por ahora— ¡Caída del dios dragón!

Cuando dio el tajo, un rayo cayó con tal potencia que termino desgarrando la cúpula de neblina donde estaban encerrados, lo que poco a poco termino por destruir todas las ilusiones, liberando también a sus amigos del laberinto.

— ¡Increíble!— Andrej solo pudo observar con fascinación las nuevas ropas de Celeste, pero sobre todo, la cantidad de energía etérea que estaba liberando.

—“Imposible”— El Kraj se había movido de aquel tajo por poco.

— ¡Esa ropa es increíble!— Edward le miraba con fascinación.

—Sabía que te quedaría bien— Lavanda asintió.

—Gracias, gracias— Celeste se inclinó como la artista de una obra de teatro para entonces mirar al Kraj de la silla de ruedas que seguía ahí quieto, contemplando a la mujer— Parece que no te gusta la improvisación.

—“No hay espacio para improvisación cuando la obra por si sola es perfecta”— Dijo el Kraj.

Celeste se movió con gran velocidad, lista para cortar al monstruo quien no pudo ni hablar, solo se movió un poco para tratar de retroceder pero su velocidad no era suficiente.

— ¡Espera…!— Había gritado Lavanda.

Aquella canción maldita había comenzado a sonar.  

Celeste se quedó inmóvil unos segundos lo que el Kraj aprovecho para moverse de su línea de impacto.

— ¡Celeste!— Grito Edward mirando a su compañera caer, entonces apunto al nuevo Kraj para dispararle— ¡Adiós!

A él la canción no le afectaba ahora que había silenciado su aparato. Qué bueno que logro reaccionar a tiempo al ver al otro Kraj. 

—“La bala reboto sin hacer un solo daño”— Dijo el de la silla de ruedas, a lo que la munición choco contra una barrera de aire invisible— “Sean bienvenidos al…”

—“Laberinto de la muerte”— Continuo el otro Kraj en forma de niña.



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En el texto hay: pesadillas, multiverso, chicasmagicas

Editado: 29.01.2023

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