—Katerine Elianne Barnes, nacida el 10 de agosto de 1996 —pausé y lo miré, hizo una seña para que continuara—, medallas de honor, buena estudiante aunque bastante problemática... Ok, creo que me llevará tiempo entenderla —bufé disgustado.
El arcángel encendió el televisor y se acercó a dónde me encontraba.
—Es una chica diferente nada más, ya vas a ver que congeniarán a la perfección —manifestó con una sonrisa de esas que me daban ganas de destrozar—. Pero esa chica diferente posee una intuición prodigiosa por lo cual sino quieres arruinar todo, mejor sé precavido.
Sólo asentí con sarcasmo y observé en el televisor las imágenes que pasaban, de Katerine por supuesto, al parecer toda mi existencia iba a girar torno a ella: —Es una caja de sorpresas. Y odio las sorpresas.
Sin darme cuenta, pasé entero en sala de Gabriel, examinando acerca de la chica que dentro de poco vomitaría su nombre, aunque me costaba admitirlo me atraía todo lo relacionado a ella, era bastante excéntrica —mejor dicho rarita— con respeto a lo que en mis vagos recuerdos conocía de chicas.
Y entre lo más cercano también estaba Holls: pocas pulgas, mucho carácter. Quién por cierto me odiaba, con un poco razón. Sólo un poco, obvio.
Volviendo a mi tarea pude ver que K tenía una familia bastante unida: padres, hombre y mujer para ser específico; y un hermano menor. Su padre un oficial de policía y su madre trabajaba en su escuela como pedagoga.
Las fotos de su familia eran escasas pero no era asunto mío al final. El entorno familiar estaba bien y eso me bastaba.
Al parecer esta muchacha era una de las mejores deportistas en su secundaria —sin embargo era una completa huraña— y la verdad hacía honor a lo había dicho antes: era una caja de sorpresas.
Me percaté que el arcángel estaba intentando contener la risa —no lo logró—, bastó que lo mirara para estallar por completo en una carcajada. Fruncí el ceño, y carraspeé a propósito:
—Tranquilo, nadie se va enterar de lo que vi... Ni la misma Katerine.
—Ja, ja —tomé la carpeta y se la entregué sin más. Quedó un tanto confundido pero se quedó callado esperando lo que iba a decir— Ya sé lo que sucede... ELLA es el problema.
Noté como su expresión se volvió un tanto mordaz.
—¿Quién? ¿Quién es el problema, Jenner? —haciéndose el desentendido, buscaba molestarme y lo estaba consiguiendo.
Lo ignoré por completo; como dicen A palabras necias, oídos sordos. Le quité la carpeta algo cabreado, volví a lo mío y en cuanto estaba por meterme a examinar de nuevo a la humana pude oír la inconfundible voz de Holly.
Era obvio que me extrañaba y no podía alejarse de mí por mucho tiempo. Volteé a verla regalándole una sonrisa, ella sólo pasó de mí y fue directo a dónde se hallaba Gabriel para saludarlo.
Aunque, como pude ver antes, optó por una reverencia antes que un saludo normal. ¿Que si era necesario? Tal parece que dentro de su cabecita, sí.
Sin importar que me había ignorado por completo, me acerqué a ella con cautela.
—Regresaste por mí —afirmé por ella en murmullo a su oído izquierdo, de inmediato se dio la vuelta para enfrentarme. No ocultaba su enojo, yo sólo le obsequié una de mis mejores sonrisas.
Eso le hizo rabiar aún más.
—De hecho, yo le pedí que viniera... Así que, Jenn, no molestes —se entrometió el arcángel con un tono serio en modo regaño.
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Editado: 01.10.2022