VANESSA
Una de las cosas que considero imprescindibles en mi vida, es, definitivamente, la familia. Visitarlos de vez en cuando, compartir con ellos, comunicarse, etc. Las condiciones en las que ocurren aquellas visitas, por supuesto, varían. Muerte, nacimiento, unión, enfermedad. Y claramente hay estados de ánimo en aquellas variaciones. Una visita a un familiar estando en un ataúd es significativamente más trágico que una visita vacacional.
Y está, por supuesto, la visita hospitalaria. De hospital.
Mi ciudad es lo suficientemente pequeña para que no haya equipos cardiológicos que traten mi enfermedad. Es por ello por lo que cada cierto tiempo debo hacer viajes a la capital de mi país, donde están dichosas herramientas para tratarme. Y, en aquel entretanto, está la visita a mis familiares. Y por supuesto, pierdo clases de matemáticas; que, para cualquier otra persona, pudo haber sido una desgracia, pero no para mí.
― ¿Cuándo te vienes? ― pregunta Anne. Suspiro mirando la hora. Martes, doce del mediodía
―Se supone que a las tres estaré allá ― respondo sin mucho entusiasmo. Dormí menos de siete horas y el agotamiento se nota con solo escucharme hablar.
― ¿Es en serio? Genial. ¡Por cierto, tengo que contarte algo! ―habló fuerte. Se sentía mucha bulla detrás puesto que estaba en medio del recreo escolar.
― ¿Qué? ―hablé sin mucho entusiasmo. Normalmente los chismes de Anne no eran más que cosas realmente desagradables. Una vez me contó que Nidia había vomitado y eso fue algo que definitivamente no me gustó saber.
―Chico nuevo.
Interesante.
― Según los prototipos de belleza creados por la sociedad, ¿es lindo o feo?
―Lindo. Bastante lindo. Delgado, alto, tal vez más alto que tú. Pestañas largas y rizadas. Cabello claro y peinado hacia arriba. Piel bronceada. Ocho de diez.
La narración de Anne terminó por dejarme curiosa. ¿Un chico nuevo que parecía ser efectivamente guapo? Sucede mucho más en los libros que mi madre lee. Decido no tomarle demasiada importancia.
―Bueno, lo veré mañana, supongo. Hablamos más tarde, tengo que dejarte.
Estamos a pocos minutos de llegar al aeropuerto. Mi madre está realmente molesta al notar como el precio del viaje sigue subiendo. No somos una familia de altos recursos; podría decirse que estamos dentro del promedio de personas que logran sobrevivir mensualmente. Y estoy agradecida por ello puesto que creo no necesitar mucho más.
Finalmente hemos llegado. Mi madre está realmente exhausta: el viaje fue largo y hubo turbulencias. Aún así, es reconfortante estar en casa. Mi padre y mi hermano nos esperan con ansias. Estuvieron más de dos semanas solos y eso era una especie de suplicio para ambos. Son las cuatro de la tarde. El vuelo se retrasó ligeramente.
Entro a mi habitación y le mando un mensaje a Anne, avisándole que ya llegué. Debe estar en clases, por lo que no espero su respuesta y decido darme una ducha. Dejo que el agua corra por mi cuerpo, pero no tardo demasiado en el relajo así que comienzo a limpiar mi cuerpo cuidadosamente.
Al terminar, me visto y voy a la cocina. Ahí me encuentro a Forest, mi hermano mayor. Nuestra relación como hermanos no es la mejor. Nos toleramos y con eso nos sobra. Sin embargo, él se preocupa por mí y yo por él. Y cuando nos separamos, de igual manera nos extrañamos. Conversamos un largo rato.
―Me alegro mucho de que todo haya salido relativamente bien. ¿Cuál es el siguiente paso, entonces?―me pregunta bebiendo jugo de naranja.
―Resonancia torácica. Es como la resonancia magnética común, pero esta es más larga e importante―respondo.
―¿Cuánto más larga?
―Dos horas.
―¿Tendrás que estar dos horas metida en un tubo, con miles de sonidos y metales rechinando en tus oídos?―exclama sorprendido. Asiento levemente y me encojo de hombros.
―Los exámenes comúnes no han logrado detectar nada. Este examen lo hará. O eso espero―finalizo la conversación con un suspiro. Nos ponemos a ver televisión y ninguno de nosotros dice una palabra.
El día pasa inesperadamente rápido y me encuentro ordenando mis materiales para un nuevo día escolar. El único beneficio de volver a clases es que veré a mis amigas. Por lo demás, hago mi mejor intento por no suicidarme. Estamos en mayo, tercer mes del semestre escolar, y los dos primeros meses me demostraron que este nivel académico está quedando muy grande para mí y mi flojera.
―¡Hola! ¿Cómo te fue?―habla Anne al teléfono. Le explico todo lo que le expliqué a Forest. Anne parece e estar mucho más sorprendida. Mantenemos una larga conversación hasta que me doy cuenta de la hora que es. Decido dormir puesto que mi cansancio me está matando. Me despido de mi mejor amiga con la premisa de que nos veremos mañana.