Antes de poder abrir los ojos, sentía como si flotara en agua y comencé a sentir las ganas de vomitar, cuando por fin logre abrirlos, comencé a mover la cabeza de un lado a otro para contrarrestar las náuseas, unas manos quitaban el cabello de mi cara y me tranquilizaban, me tape la boca y cuando habló reconocí su voz.
– Tranquila mi pequeña, vas a estar bien era mi mamá – oír su voz me tranquilizaba, pero no me quitaba las náuseas, vomite tanto que el abdomen me dolía de tanto esfuerzo, mi madre limpiaba mi boca con un pañuelo y me daba algún liquido con tono azul.
Después de un rato, empecé a sentirme un poco mejor, ya no tenía ganas de vomitar y el mareo estaba desapareciendo, al fin tuve oportunidad de hablar
– ¿Donde esta Erin y Marc? Quiero verlos – me levante apoyándome en los codos, fue lo más que pude hacer, mi cuerpo no respondía bien, mi visión ya no estaba borrosa así que me pude dar cuenta de que no estaba en mi habitación, la cama era enorme, tenía sábanas blancas y costuras doradas, las paredes eran grisáceas y había ventanas que iban desde el suelo hasta el techo, las cortinas eran de una tela blanca transparente, había un sillón que hacia juego con todo el lugar, además de un comedor también a juego.
– Ellos están bien, Erin solo estaba inconsciente por el golpe pero me aseguré de que estuviera bien antes de dejarla en su casa esa misma noche, estaba realmente alterada por todo lo que había presenciado; Marco se ha recuperado totalmente, su herida fue superficial pero si perdió bastante sangre solo estuvo en cama un día – su explicación tardo un momento en ser procesada.
– ¿A qué te refieres con un día? ¿Cuántos días tengo en cama? – Pregunte curiosa
– Cuatro largos días, estaba tan preocupada, no podía curarte mis poderes no funcionaban, tuvimos que curarte entre cinco y solo logramos una parcial mejoría ¿Qué fue lo que te hicieron?
– No tengo idea, pero cuando me tomó por el cuello sentí como si quitaran de pronto toda mi energía, yo me confié por que recordaba lo que papá me había dicho, eso de que tenían que tocarme con ambas manos para robar mi poder, pero con una sola mano yo sentía que eso estaba haciendo, quitándome algo.
– Mi pequeña, estamos a salvo aquí nadie podrá hacerte daño – dijo mi madre abrazándome.
– Por cierto, ¿dónde estamos?
– ¡Bienvenida a Nitla!
– ¿Estamos en Nitla? ¿En serio? – Mi madre asintió con la cabeza.
– Este es nuestro nuevo hogar espero que te guste, Enzo se encargó de todo nosotros solo llegamos aquí a ocuparla, incluso tenemos ropa nueva.
– Que bien...
– Espero que ese gesto en tu cara sea una sonrisa, duerme un poco haré algo de comer estoy segura que te encantará, la comida de aquí es mucho más nutritiva que en el mundo de los humanos – La obedecí, me sentía muy cansada, además la cama estaba muy cómoda no tardé mucho en quedarme dormida.
No sabía cuánto tiempo había pasado desde que cerré los ojos pero había funcionado, el mareo y las náuseas habían desaparecido por completo y en su lugar el hambre apareció. Me senté en la orilla de la cama y me levante despacio, perdí un poco el equilibrio pero no fue nada, me estiré lo más que pude y sentí todos mis músculos quejándose por el abandono de actividad, después de respirar y asegurarme de que mi equilibrio estaba bien me percate de lo que llevaba puesto, era un camisón blanco con escote en V desmangado, la tela era muy suave, me acerque a la ventana sin tener idea de que esperar y la vista me dejo sorprendida.
Lo primero que llamó mi atención fueron las lunas que había, estaban muy cerca, la más grande era de color azul, la mediana era verde y tenía un anillo amarillo a su alrededor y la tercera era pequeña se parecía mucho a la luna que yo conocía solo que tenía una mancha oscura casi de la cuarta parte de su tamaño, cuando bajé la mirada fue como si me hubiera transportado en el tiempo, las calles, las casas, los muros todo parecía indicar que me había transportado a la Edad media pero con detalles de hierba y árboles, era una mezcla entre el bosque y castillos, definitivamente ya no estaba en la tierra.
Salí de la habitación y escuche voces, me dirigí hacia ellas y llegue a unas escaleras, mi padre fue el primero en verme, levanto la cabeza y dijo – ¡Alanis! Por fin despertaste – subió corriendo las escaleras para abrazarme, estuvimos un pequeño momento abrazados sin decir nada y fui la primera en hablar:
– Estoy bien, solo que ahora tengo mucha hambre – mi padre sonrió y acompaño mi descenso por las escaleras temiendo que fuera a caerme por supuesto.
– La cena esta lista – dijo mamá
No hablamos mientras cenábamos y no dije nada por el plato que me había servido mi madre, su aspecto no era muy apetecible pero mantuve mi mente abierta, no sé si sería por el hambre pero aquello estaba delicioso. Esa noche, a pesar de mis preguntas no hablamos acerca de nada de lo que había sucedido, mi padre dijo que descansara y ya por la mañana hablaríamos del tema, no discutí, aun no tenía mucho ánimo de hablar de todo aquel lío y me bastaba con saber que todos habíamos salido librados de aquel día.
Como si tuviera cinco años, ambos me llevaron a la cama y me arroparon, cuando estuve sola hice un recuento mental de todo lo que había pasado, fui de atrás hacia adelante, recordé el cielo y sus estrellas azules, la sangre amarilla del achts, Erin golpeando su cabeza, mi padre y Eliezer observando, Marco siendo herido, luego recordé que habíamos atravesado la pared de aquel puente, Erin en la puerta de su carro, los ojos amarillos que había visto antes de atravesar la pared en el refugio… el refugio, el atardecer, el sofá cama, Marco, yo, besos, más besos, manos… ¡Ay no! Pero qué demonios estaba pensando, prácticamente era la segunda ocasión que salíamos juntos y ya íbamos a… Sentí la cara caliente de vergüenza, ¿con que cara vería a Marco? Era demasiado vergonzoso.
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Editado: 13.04.2020