El horario de Nitla era muy similar al de la tierra, solo que la tarde y noche duraba un poco más, mi mamá era la encargada de darme recorridos y explicaciones, incluso de presentarme con diversas criaturas, mi padre pasaba la mayor parte del tiempo fuera con el asunto de los achts. Y en todo ese tiempo no había visto a Marco ni una sola vez.
En uno de esos días donde permanecimos en casa, me encontraba viendo desde mi ventana el paisaje, cuando vi uno de esos carruajes detenerse frente a la entrada de él bajo mi padre, seguido de Marc, Enzo, Marco y Eliezer, mantenían un ambiente agradable entre ellos al entrar, me dispuse a bajar, no sin antes darme una revisada en el espejo, mi cabello no estaba tan mal arreglado, ese día lo había levantado un poco para que no me estorbara en el rostro y el vestido era en mi opinión bonito, así que no tuve inconveniente en salir.
Al llegar a la planta baja, mi padre y sus invitados se encontraban de pie saludando a mi madre, y en ese momento llegó Nerida, parecía que íbamos a tener una pequeña fiesta, al acercarme todos ellos me saludaron, pero yo estaba centrada en Marco y en lo guapo que era, cuando nuestros ojos se encontraron sentí como un leve rubor se ponía en mis mejillas, afortunadamente fue el quien habló primero.
– ¿Cómo has estado? Supe por tu padre que has estado recorriendo Nitla
– Si, mi mamá es una buena guía de turistas
– ¿y qué te parece?
– Mmm, no está mal, se le salió una risa y respondió
– No pareces muy convencida
– Bueno, me agradan los paseos con mi mamá, pero nada se compara con salir con amigos o conocidos, un leve suspiro salió de mí, extraño mucho a Erin.
– Bueno, no soy Erin pero podría acompañarte uno de estos días, mostrarte otros lugares.
– Me encantaría, noté que Eliezer se encontraba lo suficientemente cerca para escuchar nuestra conversación y agregué – ¿Quieres venir con nosotros? – la verdad esperaba que respondiera que no, haría mal tercio pensé.
– Si no les causa incomodidad y mis actividades me lo permiten, podría acompañarlos.
– Muy bien, entonces solo falta que organicemos nuestras agendas, déjenme empezar, mi agenda está libre todo el tiempo, dije con cara de desagrado, esto de no tener nada productivo que hacer me desespera.
– ¿Por qué no te unes a uno de los escuadrones? – Preguntó Eliezer – Te vi en aquella ocasión cuando te enfrentaste a un achts, tienes un buen manejo de espada, solo faltaría un poco más de entrenamiento en combate cuerpo a cuerpo. Para ese momento los demás invitados ya estaban metidos en nuestra plática.
– También lo había pensado – continuo Enzo – Se nota sin duda que fuiste bien adiestrada, Nest es de los mejores guerreros que conozco, así que es de esperarse que su hija también lo sea.
– Gracias, mi padre sabe muy bien separar sus roles de padre y maestro, fue bastante estricto mientras me enseñaba, dije mientras tomaba el brazo de mi padre. La cara de mi madre era una mezcla de enojo, preocupación, resignación, nunca había sido de su agrado que hubiera aprendido a manejar mis armas, pero una parte de ella sabía que esa también era mi naturaleza, así que no tenía más remedio que hacerse a la idea aunque no le gustara. – Estoy segura de tendrán una buena guerrera en sus filas, las palabras de mi madre eran una mezcla de orgullo y tristeza.
– Bien, entonces preséntate cuando quieras, te asignaré a un buen equipo, culminó Eliezer.
Mi madre nos invitó a pasar al comedor, Marco y Eliezer estaban frente a mí, y charlábamos como lo hacíamos en la tierra cuando nuestros padres se reunían, Eliezer solo se limitaba a escucharnos y soltar alguna pregunta al no entender de lo que hablábamos, los demás parecían también tener una plática amena, en algún punto de la noche mi padre y Marc, tenían la atención total en sus relatos, contaban sus aventuras en Nitla de las ocasiones en que se metían en problemas y todos reíamos con ellos, cada tanto mi mirada se dirigía a Marco y cuando nuestros ojos se encontraban compartían un sentimiento, tenía tantas ganas de abrazarlo y besarlo, pero de momento me bastaba con estar cerca de él. Entre las risas tuve la oportunidad de ver sonreír a Eliezer, a pesar de que su cara siempre mostraba una postura seria, su sonrisa era muy genuina, incluso llegué a verlo reír a carcajadas, aquella escena me parecía tan extraña, extraña porque sonriendo se veía normal, bueno, no tan normal, ya era apuesto con esa cara mal humorada y ahora lo notaba más viéndolo en ese estado relajado. Por estar perdida analizándolo, no noté que mi mirada se quedó en él mucho más de la cuenta y nuestros ojos se encontraron, me vio aun con la sonrisa en el rostro y no pude más que agachar la mirada para luego desviarla.
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Editado: 13.04.2020