No digas su nombre.

Parte 2.

Keith.

Keith.

¿Qué es esto?

Keith.

¿Qué me pasa?

Keith.

Todo es tan oscuro, siento un vacío insoportable, no puedo moverme.

Keith.

¡Cállate! Dios, ¿Qué es esto? ¿Quién es Keith?

Tu los mataste, es tu culpa, ¡Asesina!

¡Yo no mate a nadie!

Asesina.. 

- ¿Señorita? - Pum, volví a respirar, el vacío que sentía había desaparecido. - ¿Señorita, se encuentra bien?

- Yo.. si, estoy bien ¿Qué me pasó? - La cabeza me daba vueltas, todo me dolía. - Estuvo inconsiente dos días. - ¿Dos días? No.. no puede ser posible, hace apenas unas horas yo estaba en el consultorio del doctor. - Asesina.

Ase.. sina.

- ¡No, no, no! - Cerré los ojos con fuerza, yo no mate a nadie, no lo hice. - Yo.. - Abrí los ojos para confrontar a la enfermera, pero no había nadie, estaba en el pasillo, sola. Camine por los grandes pasillos del hospital, sentí un escalofrío que hizo erizar mi piel, todo estaba tan desolado. - ¿Hola? - Mi voz causo un eco en las paredes, un gran temor se apoderaba de mi cuerpo. Escuche pasos cerca, venían hacia mi.

Uno.

Dos.

Tres.

- Es ella. - ¿Qué? ¿Yo? Dos siluetas me agarrón de los brazos, trate de sacarmelos pero era en vano. - Paciente 333, será usted llevada a la cárcel por el asesinato de.. - No lo deje terminar.

- ¡Yo no mate a nadie! - Esto no puede estar pasando, yo no le hice daño a nadie.

- Acaben con ella. - Me llevaron a un cuarto, era blanco, mis intentos de escapar eran inútiles, me ataron a una camilla. ¿Qué hacen? ¿Por qué no puedo decir nada? No tengo fuerzas para hablar, estoy muriendo. 

 No lo soporto.. ¡Ya no aguanto!

- Despierte, señorita. - Viví lo más extraño que pude sentir en toda mi vida, fue como estar en dos mundos. - ¿Está bien? Lleva unas horas dormida.

Eso no pasó.. entonces yo, no soy una asesina.

- Estoy bien, gracias. - Sonreí a la chica que lleva cuidando de mí desde que me ingresaron al hospital. - Disculpe, ¿No tiene información acerca de mi? Llevo unos días aquí y no recuerdo nada.

- Según tengo entendido, su nombre es Keith, posee veinte años, no tiene familia en la ciudad por lo cual no pudimos contactar a nadie para que viniera por usted. - Keith.. ese.. no, no puede ser, ¡No! ¡Dios no! - Y, me temo que su madre falleció en el incendio. - Quiero sentirme mal por aquello, pero, no recuerdo nada sobre mi progenitora.

- Déjeme sola. - Pedí, se retiró dejando una tableta de pastillas sobre la cama, medicina, supongo. -

Sola..

Me sobresalté, últimamente esa extraña y desconocida voz sale de la nada, diría que es mi.. ¿Subconsciente? Si, eso.

No estás sola.

- Estamos tú y yo subconsciente. - Suspire dejándome caer en la cama, ya no tengo paz. - Así que.. Keith. - Solté un sollozo involuntariamente, volví a sentir ese temor, el mismo que me hacer sentir insegura y débil.

¡Keith no lo hagas!

Pero.. ¿Qué demonios?

¡Keith no lo mates!

¡Yo no mate a nadie!

Buenas noches mami.

A mi cabeza llegó un recuerdo, fue algo fugaz.

No me gusta hacerle daño a la gente.. pero si ellos me lastiman, yo debo acabarlos.

No..

Tú me lastimaste, lo siento.

¡Ya basta! Agarre la tableta que la enfermera me había dejado, leí su nombre "Temazepan", son para dormir, saque una y me la pasé en seco. Me resguarde entre las sábanas forzandome a dormir.

Duérmete.

Duérmete ya.

Buenas noches mami.

Caí en un sueño profundo, estaba en la camilla de antes, pero esta vez rodeada por muchas sombras.

- ¡Asesina! ¡Asesina! - Coreaban aquellas figuras cínicas. Apreté mis ojos con fuerza, cuando paro el revuelto, abrí levemente los ojos pero para mí mala suerte, estaba en un incendio.

"- Oye mami, ¿A dónde vas?-"

"- ¡Aléjate! ¡Muerete! -"

"- Mami.. si yo me muero, tú te irás conmigo. -"

La escena que presenciaba no era para nada linda, la niña empujaba a su madre directamente a las llamas , ví como la señora era consumida como un pedazo de madera por aquel fuego.

- Sigues tu. - La niña abrió su boca, su mandíbula se desprendía de una manera escalofriante.

Cuando reaccione corrí, mala idea, fui perseguida hasta llegar a una habitación, cuando gire la niña desaparecio.

Peleas, sollozos y gritos.

Ví a una chica con el rotro entre sus rodillas, se veía mal, su ropa estaba quemada, me acerqué a ella a paso lento.

- Tu.. ¡Es culpa tuya! - Salto sobre mi, sus ojos eran dos cuencas vacías, se asemeja a un fantasma.



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En el texto hay: misterio, suspenso, enfermedades mentales

Editado: 01.07.2018

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