— Por favor, mantengan la calma.
Rogaba el gerente del hotel, ante la angustia en el rostro de sus huéspedes, algunos se cruzaban de brazos o murmuraban cosas enojados, otros lloraban o el frenesí de sus cuerpos revelaba su nerviosismo, pero algo que todos tenían en común era vista fija en los vitrales trasparentes. Claudia sujeto la mano de Terry en su hombro, mientras veían la niebla volverse cada vez más densa.
— Les prometo que si un tornado llegase a suceder los búnkeres debajo del vivero serán suficientes para protegernos, a todos.
— ¿Y qué se supone que hagamos? ¡Primero un derrumbe!
— ¿¡Y ahora se supone que estamos en riesgo de un tornado!?
Claudia observó a Terry algo confundida.
— No te preocupes, — susurró contra su oído — todo va a estar bien.
Claudia negó con la cabeza sintiéndose madura por no estar lloriqueando como los demás huéspedes.
— ¿Eso es todo? — pregunto una mujer pequeña y rubia, que llevaba un vestido amarillo, la chica se giró hacia Claudia, ambas se sonrieron, sintiéndose felices de tener a alguien de naturaleza similar en un mismo lugar — ¿Puedes creerlo? ¡Tanto escándalo por un simple tornado!
— Lo sé, jamás entenderé a las personas.
La chica rubia sonrió, extendiéndole la mano a Claudia.
— Soy Marishka, Marishka Solvyovva.
— Claudia, sólo Claudia.
Respondió Claudia estrechando la mano de Marishka.
— Es un placer conocerla, señorita Marishka, — dijo Terry haciendo una leve reverencia con la cabeza hacia Marishka, la joven sonrió encantada tomando los bordes de su vestido e inclinándose, como hace siglos las personas se saludaban — ¿Esta aquí de vacaciones? Sí me permite preguntar, claro, sino le ruego perdone mi imprudencia.
Marishka sonrió maravillada.
— Descuide, no, estoy aquí por error, iba a ir de luna de miel a las costas de las magníficas islas Nebulosas, pero lamentablemente con las carreteras selladas mi esposa y yo nos hemos visto confinadas a pasar nuestra luna de miel aquí.
Claudia aplaudió feliz.
— ¡Felicidades! — exclamó la chica contenta, dando unos cuántos saltitos, para después abrazar a Marishka aún sonriendo — ¡Me encanta el amor y las bodas! ¡Espero que sean muy felices!
Marishka, que al principio parecía sorprendida sonrió dulcemente acariciando la cabeza de Claudia.
— Gracias, pequeña, eres muy dulce.
De repente algo más captó la atención de Claudia, eran esos ojos, los mismos ojos oscuros que la habían estado acompañando últimamente, pero no estaba solo, también había una chica de ojos azules brillantes, que permanecía aferrada a otro chico de ojos marrones, los tres con la mirada fija en ella, junto con dos adultos que no pudo reconocer, al contrario de los adolescentes los adultos mantenían su mirada fija en la niebla, en la espesa niebla que posiblemente acabaría con todo.
— Creó que tengo un admirador, — sonrió Claudia aún tomando la mano de Marishka, Terry le coloco la mano en el hombro de Claudia, mirando con recelo a Marcus — ¡Que romántico!
— Mantente alejada de él, Claudia, es una orden — sentenció Terry, yendo hacía el ascensor.
— ¿Él es tú padre? — pregunto Marishka.
Claudia sonrió.
— Nop, es mi amante y es muy cariñoso — respondió la joven haciendo sonidos de vomitó y sacando la lengua a la vez que sonreía, Marishka al principio pareció perpleja pero luego empezó a reír — ¡Es una broma!
— ¡Jajaja! ¡Pero que chiquilla tan peculiar! Tú y mi esposa se llevarían de maravilla.
— Ojalá pueda conocerla pronto.
Admitió Claudia dando unos cuántos saltitos de emoción.
— Ojalá, sí, pero ha estado con unas migrañas infernales últimamente, pronto estará mejor, pero por ahora debe descansar.
— Descuide, lo entiendo.
— ¿Vas a quedarte a escuchar a estos humanos lloriquear? ¿O tienes algo en mente? Pareces una chica ingeniosa.
Claudia se llevó las manos a las mejillas, halagada.
— No digas eso, ¡Me haces sonrojar! Pero por ahora debo ir a mí habitación y hacerme un retoque.
— ¿Retoque? — pregunto Marishka confundida.
Claudia se volteó, dejando a la vista su larga cabellera negra, con las puntas moradas neón.
— Este color no se mantiene solo.
— Wow, tienes estiló, niña.
— Gracias, pero no le digas nada a Terry, cree que son extensiones.
Marishka empezó a reír y Claudia se despidió mientras caminaba al ascensor, también saludo a su admirador, con la sonrisa más radiante que pudo hacer.
Claudia llegó al ascensor, ignorando los reclamos y el bullicio de los demás huéspedes, concentrándose en devorar lo poco del barniz de uñas negro que quedaba en sus dedos, eso impidió que supiera lo que estaba por pasar, ignorante del par de ojos brillantes que la observaban desde arriba del ascensor.
La viscosa criatura se arrastró por la pared del ascensor, quedando justo detrás de Claudia que seguía devorando su esmalte, la criatura grazno, pero Claudia ni le prestó atención, justo cuando aquella amorfa figura de múltiples ojos intentó lanzarse hacía ella, Claudia salió del ascensor, ignorante del peligro del cual acababa de salvarse.
— ¿Cuando comí cebolla? — se preguntó notando el extraño sabor de sus dedos.
Pero eso quedó en segundo plano cuando notó unas extrañas pisadas hechas de lodo, que manchaban la alfombra del pasillo, con sumo cuidado Claudia siguió las manchas, esperaba encontrarse con un jardinero o algo similar, pero lo que vió la aterrorizó: las manchas se detenían justo en la habitación 708, a casi 7 puertas de la suya, Claudia observó las huellas colarse por la puerta entreabierta y con la curiosidad al mil por ciento abrió por completo la puerta, observando la habitación hecha un desastre; la cama estaba tirada contra la pared, el papel tapiz estaba roto, al igual que los cuadros, el lava platos estaba goteando con un gran charco de agua escurriendo por las orillas; Claudia observó una mano tendida en el suelo, cubierta de un líquido carmesí.
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Editado: 04.03.2021