Me costó mucho convencer a mis padres de que me dejaran ir a una pijamada con las chicas, mucho es poco, hice un trato: si ellos me dejaban ir a dormir a casa de Camille, a cambio, yo prometía lavar todos los platos sucios del almuerzo incluyendo una olla y un sartén hasta que acabase el mes, también prometía lavar los tres baños de la casa, eso incluía el baño de mi hermano, dos veces en este mes. Pero todo eso valía la pena por tener mi primera pijamada, y lo mejor de todo, con mis mejores amigas.
Después de almorzar me fui a casa de Michelle para llegar juntas a casa de Camille. Preparamos crispetas, luego de ver varios tutoriales porque nadie sabía cómo hacerlas, y compramos una gaseosa. No nos decidíamos por cuál película ver así que una vez más optamos por «Mean Girls», era nuestra película favorita en el mundo.
Al acabar de ver la película se nos ocurrió jugar «qué probabilidad hay...?» Un juego que se había vuelto muy popular recientemente, consistía en que una persona proponía un reto a otra diciendo diciendo "que probabilidad hay de que hagas tal cosa...", y si ambas personas decían el mismo número, entre 1 y 3, como indicando qué tan probable es en la escala del 1 al 3, la persona a la que le asignaba el reto debía cumplirlo. Jugamos varias rondas y hasta ahora estaba invicta.
— Luna —anunció Camille dirigiéndose a mí con una mirada pícara — ¿Qué probabilidad hay de que... le escribas a Filippo pidiéndole que sean novios?
Abrí los ojos como platos. Seguido por una mirada asesina.
— ¡No! — grité — ni siquiera lo conozco, la última vez que supe de él fue cuando TÚ nos presentaste hace más de dos meses.
— ¡Ay vamos! Es un simple reto, hasta le puedes decir después de que responda que era una broma y ya.
No quería hacerlo porque me avergonzaba, pero pensé «llevas invicta seis rondas, ¿por qué cambiaría eso justo ahora?»
— Está bien — rodeé los ojos
— 1, 2, 3 — contó Michelle
Estaba segura de que Camille pensaría que iba a decir uno, porque eso diría, así que debía decir otro número
— ¡Dos! — respondimos al unísono. Acto seguido se oyó un sonoro «sí» proveniente de Camille. Maldije.
Tomé el celular, busqué su perfil y oprimí el botón de «enviar mensaje». ¿Qué estoy apunto de hacer por Dios?. Suspiré. Las miré y ellas devolvieron la mirada levantando las cejas señalando que siguiera.
Luna Greco:
Oye, ¿quieres ser mi novio? 4:42 p.m. ✔✔
No hubo respuesta inmediata por lo que me alegró un poco, esperamos un rato y nada. Me estaba poniendo nerviosa así que propuse continuar con nuestra pijamada. Estábamos charlando cuando suena una notificación de mi celular así que lo desbloqueo y era un mensaje de él. Oh no. Había respondido
Filippo Leone:
Amm, ¿qué? 5:58 p.m. ✔✔
— ¿Qué le respondo? Ustedes me metieron en esto.
— La verdad, si no lo quieres ilusionar.
Miré con cara de confundida a Michelle, ¿Quién se ilusionaba con una propuesta así proveniente de alguien a quien no conoces?
Luna Greco:
Oh, lo siento, es que estoy con mis amigas y me pusieron ese reto. 6:02 p.m. ✔✔
Él respondió enseguida.
Filippo Leone:
Jajaja, no pasa nada. 6:02 p.m. ✔✔¿Te gustaría que habláramos luego? Es que ahora me tengo que ir. 6:03 p.m. ✔✔
Luna Greco:
Seguro. 6:03 p.m. ✔✔
Volví a mi noche de chicas. Michelle había traído unas mascarillas así que nos las pusimos mientras que nos pintábamos las uñas la una a la otra con unos esmaltes de uñas que yo traje. Hicimos lo típico de las pijamadas, supongo, hablar de chicos y compartir secretos, aunque bueno, no habían muchos secretos, nos contábamos absolutamente todo. Hubo un momento en el que nos pusimos un poco sentimentales.
— Oigan, ustedes saben que no soy de expresar sentimientos — comenzó Michelle. Camille y yo soltamos una risita. — pero quería decirles que las quiero demasiado, a ambas, sé que llevamos siendo amigas dos años pero es como si las conociera de toda la vida.
— bueno... a mí más o menos sí — Michelle y yo estudiamos juntas desde el primer año pero antes no nos hablábamos, cada una tenía amistades distintas. — ustedes son las mejores amigas que se puede tener, siempre se los digo porque es verdad.
— Ay niñas me van a hacer llorar — Susurró Camille mientras agitaba las manos en gesto de ventilación. Michelle y yo no nos resistimos y soltamos una carcajada. Nos dimos un abrazo grupal y nos acostamos a dormir.
Era una sensación extraña estar ahí con ellas, tal vez porque no podía creer que al fin estaba teniendo una pijamada, pero en ese instante me encontraba super feliz y agradecida por las amigas que tenía. Las tres somos muy distintas, Michelle es una rubia de pelo liso, delgada y alta, no tiene pelos en la lengua para decir las cosas, le resta importancia a lo que no le suma; Camille por otro lado, es bajita, castaña, ojos verdes, le cae mal todo el mundo, se relaciona más con niños que con niñas; y luego estoy yo, estatura promedio, cabello negro y ondulado, ojos oscuros, todo lo que me dicen me afecta, y soy introvertida.
Me despertó un sonido fuerte, alguien tocaba la puerta del cuarto de Camille así que me levanté a abrir.
— Hola Lunita, Buenos días — Saludó la mamá de Camille — me levantas a las chicas por favor, ya les serví el desayuno para que bajen.
— Buenos días Sra. Arelli, muchas gracias, ya bajamos. — Me giré y entré a la habitación.
La mamá de Camille nos preparó huevos revueltos con arroz y una salchicha, también nos ofreció jugo de mandarina. Cuando terminamos de desayunar nos bañamos para ir un rato al parque y caminar un rato.
Volví a casa para almorzar. La Sra. Arelli nos ofreció almuerzo pero Michelle y yo nos dio pena porque ya nos había dado desayuno y le dijimos que nos esperaban en nuestras casas para almorzar. Al llegar me recibió mi mamá, me preguntó sobre la pijamada y le conté que me había divertido mucho. Ella se limitaba a asentir y a sonreír.