Casa de Takumi
La noche anterior recibió un mensaje de Lizzy pidiéndole verlo en su casa. Takumi empezó a limpiar desde muy temprano, desde su separación solo llegaba y dejaba la ropa en el suelo. Estaba emocionado y usaría esa oportunidad para disculparse por no decir nada dejando todo a la malinterpretación.
Esa mañana antes de ir a casa de Takumi, Lizzy fue el médico. Dejo instrucciones específicas para la nana que no dejará entrar a ningún extraño a la casa a ver a su hija. Dada la importancia del asunto no podría llevarla; no quería dejarla sola pero en esta ocasión no tenía muchas opciones.
En el consultorio, miro el monitor. Esta vez no era uno sino dos embriones. Sonrió y casi lloro. Casi olvidaba que no le dirigía la palabra y quería gritarle que sería padre.
— ¿Estás feliz Lizzy?
— Mucho — confesó al borde de las lágrimas.
Solo de verlos el miedo y las dudas desaparecieron.
— Se pondrá muy feliz. — le dijo a la doctora.
Ella le entrego una copia del ultrasonido y Lizzy salió encantada rumbo a la casa de Takumi. Quizás era el pretexto que buscaba para dejar su orgullo y dar el primer paso, lo extrañaba; quería estar a su lado pero no quería admitirlo. Quería ser fuerte por su hija pero no volvería a encontrar a alguien que hiciera rebotar su corazón como lo hacía el.
Casa de Takumi.
Escucho el timbre y abrió de inmediato. Se notaría que estaba esperando frente a la puerta desde que termino de limpiar. Estaba más hermosa que nunca y llevaba unos papeles en sus manos.
— Hola Takumi... ¿estás ocupado?
— No... Me sorprendió tu mensaje. — contesto intentando ocultar su emoción. La esperaba y todavía no podía creer que estaba frente a él.
Sus sentimientos lo dominaban y lo hacían decir tonterías, sin embargo, solo tendría esta oportunidad para explicar lo sucedido. Antes de dejar pasar más tiempo y que el recuerdo de esa reunión fuera olvidado, debía aclarar el asunto lo más posible y evitar rencores innecesarios.
— Yo... Lizzy, quiero disculparme.
No la dejo sentarse y tomo sus manos.
— Mi padre quería reunirse con el tuyo por negocios, es cierto, pero no quería que se mezclará nuestra relación. De verdad, me acerque a ti porque me gustas.... no... Es porque te amo... y me aseguraría de dejarlo claro pero mi padre apareció y...
Le explicó que tuvo un prometida con la cual rompió el compromiso, admitió que en esos días la extraño mucho y quería hablarle pero no sabía que decirle además, quería estar con ella pasará lo que pasará.
Lizzy sonrió.
— ¿Me dejas hablar?
Takumi asintió.
— Bueno... no vine esperando escuchar lo que dijiste pero si quiero saber, ¿qué vamos a hacer con esto?
El joven hombre tomo las hojas que ella le ofrecía. Las miro un poco desconcertado. La imagen, la descripción... era tan obvio.
— ¿Estás embarazada? ¿Son nuestros? — pregunto al fin
Lizzy asintió
Estaba a punto de llorar.
— ¿Qué? ¿Qué vamos a hacer? Casarnos, ¿acaso no es obvio? Lizzy gracias, en serio, gracias —La abrazo, ese abrazo fue tan distinto a cualquier otro que ella lo brazo de vuelta. Estaba encantada de tenerlo allí.
— Primero que nada... visitaré a tus padres y después a los míos...no... Primero te comprare un anillo y después les daremos la noticia.
— ¿Cómo sabes que estoy de acuerdo?
— No habrías venido si querías guardarlo para ti — contesto confiado.
Cumpliría su sueño junto a Lizzy, convertirse en padre.
Sin embargo, la felicidad no duró mucho, Lizzy fue interrumpida por la llamada de la nana quien le decía que a la fuerza las autoridades entraron a la casa y se llevaron a Deneb.
Salieron apresurados. Tenía la idea de quién había hecho tan horrible y llegó a su casa solo con minutos de diferencia.
— ¡Abre! — pedía casi a gritos. — ¡ABRE!
Insistió mucho tiempo hasta que el anciano de la familia salió.
— ¿Dónde está mi hija?
— Elizabeth, ¿acaso no tienes vergüenza? Ocultaste a mi nieta y ¿todavía vienes a reclamarla?
— No es hija de Alain... ¿porque nadie me entiende? — señaló desesperada. Escucho el llanto de la niña y en un momento de distracción entraron por ella. Una sirvienta la tenía en brazos, Takumi fue a quitársela. Su hija estaba siendo maltratada por una familia extraña.
— ¿A dónde crees que la llevas? — dijo en voz alta desde el fondo Alain. — ¿ahora robas a mi hija? Ella debe estar con su verdadero padre.
— Se te fundió el foco o ¿qué? Fui cuidadosa siempre contigo así que es imposible que sea tuya — le dijo molesta — y si vuelves a tocarla te cortaré la mano con la que lo hayas hecho.
— Si sales por esa puerta... te acusaré de privación de la libertad y aquí hay varios testigos.
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Editado: 25.12.2023