¿Se divertían? Si, si lo hacían; bromeaban, reían, se burlaban, jugaban y eran muy felices por ratos, pero eso no les quitaba las grandes heridas que todos tenían en el corazón, tenían una y mil razones más para derrumbarse, llorar y quedarse aplastados entre tantos lamentos ¿qué fue de sus familias? ¿Qué había pasado con sus mascotas? ¿Y sus compañeros o amigos? En el día seguían su camino en las coladeras y en la noche salían un rato a tomar aire fresco, disfrutaban el aire libre de pestilencia todo lo que podían y dejaban de hacerlo cuando el sueño y el cansancio comenzaba a invadirlos, en esos momentos regresaban a las alcantarillas para dormir y proseguir al día siguiente su camino donde Makoto era quien los guiaba, era ella quien veía la posición de lo aliens.
—Estamos cerca. —Anuncio Makoto.
—¿Dónde están? —Pregunto Byron
—A unos cuantos metros —levanto la mirada— sobre nosotros.
—Podremos salvar a mi hermana. —Sonrió y hablo para sí misma Nerys.
—Tenemos que salir. —Dijo Aaron.
Makoto asintió y pidió que guardaran silencio todos, tenían que repartirse las armas, esas pistolas extrañas que no sabían utilizar, hubiese sido bueno que las probaran o practicaran antes de iniciar con la búsqueda. Nerys se mostró reacia a tener una de esas cosas.
—No tienes que usarla si no quieres. —Makoto le regalo una sonrisa comprensiva—. Solo es por si tienes que defenderte.
—Está bien... —Miro lo que parecía una pequeña pistola que estaba en sus manos.
—Y ahí vas de nuevo. —Aaron rodo los ojos con indignación.
—¿Qué? —Pregunto Makoto confundida mientras Nerys se alejaba lentamente de ahí.
—Te crees mejor que todos y quieres la atención de Nerys.
—¿Qué? —Makoto volvió a preguntar porque estaba incrédula ante las palabras que escuchaba.
—Es la verdad. —Afirmo.
Makoto sintió como le hervía la sangre, ella no se sentía mejor que nadie y si quería la atención de alguien era la de Aaron ¿por qué él no podía comprender eso? Makoto no entendía cómo podía sentirse tan enojada y dolida a la vez, algo le quemaba la garganta y sus ojos estaban llenos de dolor y enfado, estaba intentando con todas sus fuerzas no llorar, se acercó a él mientras apretaba con gran fuerza los labios pues sabía que si soltaba palabra alguna sus lágrimas saldrían sin poder pararlas, levanto la mano concentrando sus sentimientos en esta y abofeteo la blanca piel de la cara de Aaron dejando una gran marca roja, el bofetón había sido tan fuerte que resonó por todo el lugar y Aaron se sintió tambalear.
—¿Una cachetada? —Gruño—. ¿En serio? —La empujo por los hombros—. No hay puñetazo o patada. Una cachetada. —La empujo de nuevo—. Pues déjame decirte que incluso tus golpes son de niña. —La empujo de nuevo y esta vez casi la tira—. ¿Y así quieres salvar a alguien? —Intento empujarla de nuevo.
—Makoto levanto los hombros, metió las manos entre los brazos de Aaron y con fuerza separo los brazos de este para no dejarse empujar de nuevo— Deja de empujarme. —La voz de Makoto salió quebrada y las lágrimas comenzaron asomar de sus ojos.