Lamentablemente su plan nunca se llevó a cabo pues Sdtrowneb recibió una llamada por parte de Toshio.
—Nos descubrieron, no sé como pero lo hicieron —se escuchaba agitado ya que estaba corriendo—. Mi vida corre peligro y la de mi hija también.
—Iré en seguida a ayudarte.
—No te preocupes por mí, no llegaras, ve por mi hija. Gracias por ser mi amigo estos años, tal vez no me encuentres con vida pero llévate a mi hija y cuando despierte cuéntale todo, que se mantenga despierta y consiente de lo que está pasando realmente a su alrededor —hablaba y corría tan rápido que tuvo que toser—. Te lo ruego, es lo más preciado para mí.
Antes de que Sdtrowneb pudiese responder la llamada fue cortada, el plan se había venido abajo y ya no le importaba, quería salvar a su amigo, ese tonto terrestre que durante los últimos años había sido el único ser viviente con el que había hablado de forma amigable y sin preocuparse por los rangos, incluso lo había dejado llamarlo Esd.
Toshio azoto el teléfono, corrió y tomo taxi tras taxi sin importarle dejar todo su dinero con los conductores, lo único que le importaba era llegar con su hija, ni siquiera podía llamarla para pedirle que se escondiera pues sabía que la llamada podría ser interceptaba, si lo hacía solo pondría en más peligro a Makoto además sabía que primero irían por él, en ese momento debían estar buscándolo, tampoco es que pudiera realmente llamarla pues había tirarlo cualquier medio por el que pudieran rastrearlo.
Al padre de Makoto se le formo un manto de lágrimas en los ojos al llegar a su casa, millones de recuerdos llegaban a él como si estuviese viendo una película en donde Makoto era el personaje principal, la estrella dorada, la veía crecer rápidamente y recordaba con cariño la pequeña y gorda cara de bebé de Makoto que se acurrucaba en el pecho de su madre, esa mujer ya no le importaba pero de todas formas sintió un pinchazo en el corazón, había puesto en peligro su vida y no solo la de él, también la de su hija que nada tenía que ver, no sabía nada de nada de lo que había acontecido últimamente. Entro rápidamente haciendo mucho ruido en busca de su hija quien apareció frente a él frunciéndole el ceño pues veía a su padre alterado y no sabía que pasaba, solo sabía que estaba haciendo mucho ruido en la casa.
—¿Qué haces? —pregunto Makoto aun con el ceño fruncido.
Toshio no le respondió a su hija, se limitó a rodearla con los brazos, al notar que seguía siendo tan pequeña y delgada como cuando era niña no pudo evitar sonreír al mismo tiempo que las lágrimas descendían de sus ojos.
—Te amo, te adoro, eres mi pequeña —sollozo—, no sé qué hice en la vida para merecerte.
—Papá —se estaba asustando—, ¿qué pasa?
—Nada, preciosa —le sonrió—. No pasa nada, estoy un poco sentimental. Cámbiate de ropa —volvió a sonreír mientras la miraba a los ojos—, ponte esas feas ropas flojas que tanto te encantan, el pantalón más guango y una grande sudadera con las que duermes, necesitaras estar cómoda.