No está en tus planes

3 | Tu presencia me enloquece

Eleonore

5 de febrero de 2024

Le ofrecí una pequeña sonrisa a mi madre en lo que me encargaba de dejarle una taza de café en su escritorio dentro de su despacho en casa. Tomé asiento mientras observaba con delicadeza uno de los cutters.

Imaginé uno de ellos recorriendo mis brazos al mismo tiempo que la sangre recorría los mismos para después marcar con cicatrices mi piel.

Mis pensamientos autodestructivos no son normales, ni de lejos. Pero, esta es la vida que me ha tocado vivir. No la habría elegido ni de lejos, pero, ojalá uno pudiese escoger.

—¿Cómo te sientes hija mía? —interrogó.

—La vida no es un deleite, pero, supongo que continúo sobreviviendo a las adversidades. Ha descansado muy bien estos días, aunque a la vez me genera estrés estar en casa...Estaba pensando en buscar un empleo para continuar con mi vida en Nueva York en lo que vuelvo a reestablecerme, mañana mismo iniciaré por dejar mi curriculum en distintas empresas.

—¿De verdad ya quieres trabajar? Si tu idea es conseguir un empleo tan rápido como puedas para mantener tu mente ocupada, lo mejor será que trabajes en la empresa de la familia. Tiene varios beneficios, y aunque no me gustaría admitirlo en voz alta, de tal manera podrás estar cerca de nosotros todo el tiempo. Sé bien que todavía no te has recuperado por completo, por la misma razón no quiero que estés demasiado lejos de mí. Espero me sepas comprender.

Demonios...Debí haber pensado que ella iba a ofrecerme un puesto en la empresa de la familia, por supuesto iba a preferir eso a que me vaya a otro lugar.

—¿Trabajar con ustedes? No sé si sea una muy buena idea del todo, volver a reincorporarme en el mismo ambiente que todos podría llegar a ser bastante incómodo luego de tanto tiempo. Soy la única que se alejó del resto. —Estaba claro que necesitaba encontrar una excusa válida para no trabajar en la oficina, lo peor que podría pasarme a este punto es volver a encontrarme a Howard.

Un nudo se formó en mi estómago, cerré mi puño clavando mis uñas en las palmas.

—Sé que te va a resultar difícil mi niña, pero, es una decisión que tú padre y yo tomamos apenas te dijimos que tendrías que venir con nosotros a Nueva York. Vas a empezar a trabajar en el departamento de diseño en Enchanté, así vamos a poder estar contigo todo el tiempo, al menos hablo por mí.

—Entiendo que no puedo negarme a esto ¿Estoy en lo cierto?

—Solo quiero lo mejor para ti mi niña...Muchas personas saben ya que has regresado a Nueva York, desconocen la razón y seguirá siendo de tal manera.

—De acuerdo mamá, está bien. Creo que me iré a mi habitación.

—Es temprano para irte a dormir.

—Tan solo deseo estar sola un momento —le dije con una sonrisa en el rostro, apenas eran las seis de la tarde y solo deseaba encerrarme en mi dormitorio a pensar en todo en general.

Apenas estuve sola, me concentré en sentarme en el suelo mientras dejaba que mis pensamientos se adueñaran de mí cabeza.

Es agobiante tener que vivir así, me despierto cada día preguntándome cuando este infierno va a acabarse.

Tienen razón cuando dicen que el infierno es así en la tierra.

Estuve sola por unos minutos hasta que mi puerta se abrió de repente.

—¿Estás bien hermanita? —Esta vez se trataba de Cole.

—Estoy bien, solo buscaba estar sola por un instante.

—Te tengo una sorpresa, hoy vamos a salir así que levántate y vístete —por poco me ordenó.

—¿A dónde vamos? ¿Y es obligatoria esa salida de la que hablas? —me quejé.

—Necesitas respirar aire fresco, no te la puedes pasar encerrada aquí en casa todos los días. Apresúrate, te veo en la sala en media hora.

Desapareció de mi vista mucho antes que pudiera reclamarle algo siquiera.

Parece que no me queda otra opción que salir con mi hermano esta noche.

Me levanté del suelo para tomar una ducha rápida, luego busqué un conjunto elegante y tacones que combinaran. Tan pronto como pude me senté en mi peinadora a maquillarme, desde que obtuve mi diagnóstico psiquiátrico me repito a mí misma que el maquillaje puede cubrir mi verdadero rostro, aquel que no le he permitido a prácticamente nadie ver.

Cuando no uso maquillaje, se puede notar la desdicha de mi vida y el cansancio de mi rostro. Al contrario, cuando uso maquillaje, puedo fingir que soy una persona normal como cualquier otra y que mi vida es perfecta.

Mi vida debería ser perfecta...Tengo una familia que me quiere, solía tener un buen trabajo en Londres y ahora tendré un buen trabajo en mi natal Nueva York, buenos amigos que me aman y dinero para vivir en paz el resto de mi vida.

No obstante, vida es la que más está lejos de ser perfecta, todo gracias a mi terrible diagnóstico.

Si en mis manos hubiese estado venir a este mundo con una condición como esa, sin duda, no habría nacido.

Salí de mi dormitorio luego de haber guardado en mi bolso todo lo que consideré necesario.

—Estaba a punto de ir a verte a tu habitación...¿Podemos irnos? —Me sonrió mientras se ponía de pie—. Millicent vendría con nosotros, pero, sigue en la universidad así que tendremos que salir los tres en una próxima ocasión.

Simplemente lo seguí hasta el ascensor y luego hasta el parqueadero, donde llegamos hasta uno de sus autos. Subí en el asiento del copiloto y una vez empezó a manejar me atreví a preguntar:

—Creo que no he preguntando a dónde vamos...—murmuré.

—Es una sorpresa hermanita —me mostró una linda sonrisa, asentí y me quedé en silencio el resto del camino.

Adoraba a mi hermano y en el pasado disfrutaba de pasar tiempo con él, sin embargo, ahora que mi salud mental está por los suelos no puedo evitar llegar a alejarme inclusive de las personas que más odio.

Me sorprendí en cuanto noté que llegamos al "Lovre Restaurant", no pude evitar recordar las veces que vine al mismo lugar con mis amigos, hermanos, y hasta con el mismo Howard en el pasado.




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