Aquel sonido tan alarmante resonó en todo el lugar, incluso llego a penetrar las mentes de todas las personas, pero no sólo fue el sonido lo que provocó el grito de Hanna, si no la sorpresa y el miedo de ver caer a Armando al frío suelo de la habitación.
Una vez más el tiempo se ralentizo, en especial para Armando, quien veía todo de una manera peculiar, mientras caía Armando pudo ver como Hanna gritaba, veía el lugar donde momentos antes él había salido para evitar la muerte de la esposa del doctor, él podía escuchar aquellos gritos, gritos que se volvían cada vez más lejanos, gritos que se esparcían en toda su cabeza.
Hanna estaba asombrada, de un momento a otro los soldados empezaron a gritar, el doctor Laurence aprovecho la distracción de Armando para embestir las soldados que amenazaba a su familia, basto un segundo para que el doctor entrara a la sala del pánico junto con Hanna.
El doctor gritaba algo que la muchacha no lograba descifrar, pues aún estaba atónita por lo que había visto, no fue hasta que una explosión hizo que Hanna volviera a la realidad. La explosión había destrozado la entrada hacia la sala junto con una parte de la pared, de pronto el doctor empuña una lo que parecía ser una granada con aspecto futurista, cuando aquella extraña granada chocó contra los restos de la pared, un escudo de ciencia ficción cubrió todo lo que había sido destrozado, protegiéndoles así de los soldados.
—escúchame, tienes que irte!!!! —gritaba el doctor— ese escudo no resistirá mucho más —continuaba el doctor mientras los disparos al otro lado de la barrera incrementaban— ¿aún tienes el USB?! —preguntaba en doctor mientras preparaba otra granada. Hanna rápidamente mostró el preciado USB que Armando le dio antes de que saliera como todo un héroe— perfecto, estaba un tanto preocupado —aclaro el doctor al ver el USB en las manos de la muchacha y sin decir nada, lanzó la granada hacia la pared del la habitación y un segundo después un gran agujero se formo— sigue recto aquella calle —ordenaba el doctor mientras señalaba la calle que se veía a través del agujero en la pared— corre hasta que veas un pozo, y sin pensarlo dos veces lánzate hacia adentro, una vez adentro llama a Leonardo, y……. —no pude terminar de hablar pues la barrera de protección colapso y seguido de esto una granada de luz exploto justo frente al doctor Laurence.
Hanna quedó cegada por unos segundos, lo único que podía escuchar era un horrendo pitido que provenía de todos lados, en medio de aquella confusión sintió que alguien la empujaba, segundos después un dolor considerable le hizo saber que fue empujada hacia la calle.
Se adapto lo más rápido que pudo, obligó a sus ojos a ver, y a sus oídos a escuchar.
—corre, rápido!!!! —fue lo primero que escucho, aquello vino seguido de varios disparos, Hanna dirigió su mirada a donde provenía el grito, pudo ver al doctor Laurence siendo capturado por los soldados, ella se encontraba tendida y con dolores fuertes en la espalda, aún así se dispuso a correr.
Corrió como nunca antes en su vida, ignoro el dolor de su caída y los gritos suplicantes de sus pies, escucho gritos provenientes de los soldados, e incluso pareció escuchar que le disparaban, la adrenalina de ese momento le impedía sentir el dolor tanto físico como emocional.
Aquel camino de duro pavimento cubierto de asfalto, parecía alargarse con cada zancada que daba la muchacha, a medida que recorría las escasas casas que ahí existían, los sonidos de los disparos eran acallados, cuando Hanna se dio cuenta de esto paro su feroz corrida.
En ese momento el cansancio se hizo presente, por desgracia basto sólo un momento, un simple respiro para que la tranquilidad desapareciera, en cuanto giro, pudo divisar que los soldados la seguían, rápidamente miró a su alrededor en busca de una escapatoria, en busca de una salvación.
Fue entonces que pude distinguir el pozo del que le había hablado el doctor Laurence, con un suspiro de extraña felicidad corrió hasta el, al llegar vio que el pozo hecho a base de piedra, se alzaba glorioso ante los ojos de la muchacha, a pesar de su apariencia antigua se veía reluciente y resistente, al acercarse una punzada de desesperación la atacó, pues dentro del pozo solo había oscuridad, no ayudaba que los gritos de los soldados se escucharan cada vez más cerca, ella no sabía si confiar y lanzarse al interior del oscuro pozo, o quedarse ahí y esperar la inminente llegada de los soldados.
Hanna decidió que saltar seria mejor opción que ser atrapada, por lo que se lanzó a lo desconocido.
Fue toda una sorpresa para Hanna que tan sólo al entrar al interior de aquel pozo, la oscuridad la invadió, ella sintió que caía kilómetros hacia el interior de la tierra, para ella pasaron horas hasta que llegó a lo que parecía el suelo, el miedo inundó a Hanna quien se dispuso a gritar, no fue hasta que se aventuró a abrir sus ojos que quedó atónita al ver que flotaba en el aire, examino su alrededor pero lo único que podía ver era una puerta plateada justo delante suyo.
Como estaba a centímetros del suelo trato de tocarlo, pero le era imposible, su cuerpo se sentía totalmente atraído hacia las paredes, como si de un imán se tratase, sostenida entre las paredes curvadas del pozo no pudo evitar desesperarse, forcejeo una y otra vez, pero no pudo dejar de levitar.
Fue entonces que recordó la rápida charla que tuvo con el doctor Laurence durante la balacera: —llama a Leonardo –aquellas palabras retumbaron en la mente de Hanna, y aunque la idea de gritar ese nombre en medio de lo que parecía ser la nada era una completa estupidez, era mejor que quedarse flotando en el aire.