La forma en que Eros miraba a Laín era desagradable, en cualquier momento estaba segura podría reaccionar de mala manera. Quizá comenzar otra pelea, para mi suerte, mi madre se acercó.
— Es momento de irnos.
Intercambié una mirada con Eros y este artículo un <<Cuídate>> estaba segura de que no era buenos deseos de su parte, más bien era una amenaza.
Laín me pasó la mano por la cintura y me acercó hacia él. Caminamos al auto y en cuanto estuvimos arriba dijo.
— No tienes por qué temer, jamás permitiría que te haga daño.
Mi madre se subió después de guardar mi maleta en la cajuela. Se acomodó en el asiento
— Muy bien, es hora de regresar a casa—dijo sonriendo.
— ¿Te quedaras con el Sr. Norbert? —pregunté mirando a Laín.
Él y mi madre intercambiaron una mirada, algo estaba ocurriendo.
— La cuestión es que mi abuelo no quiere saber nada de mi aún, no me perdona lo que paso hace meses.
Entrecerré los ojos confundida y pregunté.
— ¿Entonces donde te quedaras...?
Laín se puso nervioso.
— Bueno, pequeña, yo regresare a mi ciudad.
Tenía que estar bromeando.
— Acabamos de iniciar una relación ¿cómo pretendes que funcione?
— Funcionará pequeña, no importa si me encuentro al otro lado del mundo haré que lo nuestro no muera.
— Claro, es tan simple decirlo.
— Existen las relaciones a distancia, Sofí— habló mi madre.
— Y por lo general siempre fracasan—dije.
— No tendremos una relación a distancia...al menos no por mucho tiempo, mi madre está haciendo todo lo posible porque mi abuelo acepte que me quede con él, es cuestión de esperar un poco.
— ¿Un poco para ti cuanto es Laín? — pregunte cruzándome de brazos.
— Sofí, basta — dijo mi madre—. Deja de presionarlo, no te comportes como una niña. Estarán juntos que es lo que importa, además ya pronto se acercan las vacaciones y Laín nos acompañará.
Sentía que todo se les hacía muy fácil a ellos, entendía la situación de Laín, pero no quería estar en una relación así. Seguir discutiendo no llevaría a nada así que me quede callada el resto del camino, mirando por la ventana. Cabeceé un poco, cuando a lo lejos escuché a mi madre hablando con Laín.
— Lleva cinco meses de embarazo— dijo ella.
— ¿Es de él? — preguntó.
— No, no se sabe quién es el padre.
Me enderecé para preguntar de que estaban hablando y cuál fue mi sorpresa cuando vi de quien se trataba. Era Lis...
— No puede ser — casi se me voltea la cabeza como el exorcista al verla—. No puede ser—repetí— ¿Por qué nadie me contó?
— Porque no era importante Sofí, esa gente es de tu pasado y ella te hizo daño así que no valía la pena.
Realmente no lo creía me era imposible. No estaba feliz, no estaba orgullosa de que le hubiera sucedido eso, digo, esta bien que era mi ex mejor amiga y que se metió con mi novio, pero tanto ella como Eduardo eran culpables, mi madre dijo que no se sabía quién era el padre, ¿entonces había terminado con Eduardo? Justo cuando yo me fui...eso era muy extraño.
Al llegar a mi casa nos bajamos del auto, Laín amablemente se llevó la maleta, pasaría la noche en nuestra casa y por la mañana se iría de nuevo. No tenía sentido, había viajado para verme en aquel lugar y ahora se iba. Al parecer solo quería intentar sacarme de ahí.
Al entrar mi padre me abrazo, después mi hermana, aunque se acercó con temor pues sabía que me vengaría de ella por haber dado la idea de enviarme con Laura.
Después de la bienvenida y comer un bocadillo subimos a mi habitación, lo primero que hice fue tirarme en la cama, anhelaba tanto estar en mi hogar.
— Amo mi cama—dije soltando un suspiro.
— A mí me gustaría ser tu cama—dijo Laín.
— ¿Eh? —pregunté confundida.
— Así estarías arriba de mi todo el día Sofí.
— Eres un gran pervertido—dije levantándome de la cama negando.
Laín solo sonrió.
— Es inevitable.
Me acerqué a mis maletas para empezar a desempacar cuando sentí la mano de en el mi trasero.
— ¿Qué crees que estás haciendo?—pregunté enderezándome y cruzándome de brazos.
— Traías una basura Sofí solo te la estaba quitando, tranquila.
Antes de que pudiera decirle algo mi madre entró.
— Bajen a comer muchachos— a pesar de haber comido algo ligero cuando llegamos, mi madre preparó algo más.
— Mamá, realmente estoy muy cansada, ¿te importa si me salto la comida? Solo quiero dormir.
— Está bien... ¿Tú quieres comer Laín?
— No, muchas gracias... ¿le importa si me quedo con ella?
Mi madre sonrió, no era una sonrisa sincera, es la que ponía por amabilidad.
— ¿Quieres dormir con Sofí, aquí?
— Sí, señora.
Se quedó en silencio un momento, luego dijo.
— Espera.
Salió de la habitación y regreso minutos después. Laín y yo intercambiamos una mirada.
— ¿Mamá?
— Para ser sincera sí me importa, pero al final solo dormirán y será una noche así que no le hará mal a nadie. Confío en ustedes, muchachos.
— Entonces... ¿Por qué estas quitando la puerta? —pregunté confundida.
— Pues porque quiero, porque puedo. Esta es mi casa y hago lo que quiera. Ayúdame a moverla quieres— dijo dirigiéndose a Laín. Él se acercó confundido también ayudarle. Una vez la pusieron en el pasillo mi madre regresó al cuarto—. Ahora sí, hasta mañana chicos— dijo retirándose de ahí.
— Eso fue lo más raro que he visto en mi vida—dijo Laín
— ¿En serio? Tú haces cosas más raras que esas y te sorprendes.
Agarré mi pijama y me dirigí al baño, me cambié me lavé la cara y los dientes y regresé a mi habitación. En cuanto Laín me vio se sonrió.
— Ahora tenemos un sexy pijama de... ¿qué cosa es eso?
— Son elefantes, tonto—respondí mientras deshacía la cama.