Tenía la sensación de estar cayendo desde un lugar muy alto, pero a un vacío sin fin, a lo lejos escuchaba la voz de mi madre.
— Sofí, hija despierta.
Comencé a abrir los ojos lentamente, me encontré con su mirada llena de preocupación.
— ¿Qué pasó?
— Te desmayaste después de contestar una llamada. ¿Te encuentras bien? Se que es una noticia inesperada, pero debes ser fuerte.
Admitía que lo que me dijo realmente me preocupaba, pero mucho más fue aquella llamada que recibí.
Me levanté de la cama rápidamente y tomé mi celular, revisé las llamadas, pero no había rastro.
La única persona que podría estar detrás de todo esto no era otra más que Eros. Era más que obvio por lo que dijo.
Ahora todo tenía sentido el que nadie se explicara como había surgido el incendio, no quería pensar mal, no quería llegar a los extremos, pero creía que él era él culpable.
Quizá pensó que Laín estaría con Norbert y por ello lo inició, pero lamentablemente se cobró una vida inocente.
¿Pero por qué? Realmente no le habíamos hecho nada malo, sí, tuvimos problemas, pero nada tan grave como para llegar al grado de querer asesinarnos, algo más debió haber sucedido para detonar lo ocurrido.
Debía ir a la policía, debía hablar, tenía que contarle a mi madre, pero basándome en que, ¿Qué pruebas tenía de aquello? Pensaría rápido en algo antes de que fuera tarde, antes de que llegara a mí. Pero primero quería saber lo que ocurrió.
— ¿Cómo fue el accidente? pregunté sentándome en la orilla de la cama.
— No me lo dijeron, simplemente me notificaron del estado de Laín.
— Mamá, sé que es tarde, pero tenemos que ir, tengo que estar con él, debo verlo.
Ella asintió, sabía que era algo que no podía esperar.
Me pidió que aguardara un momento, ya que hablaría con mi padre.
Cinco minutos después regresó.
Salimos de la casa mi familia y yo dirigiéndonos a la ciudad donde Laín se encontraba hospitalizado, mi padre tendría que manejar algunas horas por eso mi madre había hablado con él para ver si se creía capaz de hacerlo, él le respondió.
— Soy capaz, pero iremos todos…ya si morimos por algún accidente al menos lo haremos en familia.
Cuando mi madre me dijo aquello creí que lo decía bromeando, pero no, mi padre hablaba en serio.
Nos llevamos algunas almohadas y colchas para que mi hermana y yo pudiéramos dormir algo en el trayecto. Ella inmediatamente lo hizo, pero yo no quería dormir, en aquel momento el sueño era lo de menos para mí.
En el trayecto ninguno de mis padres dijo nada, hicimos varias paradas para ir al baño y que mi padre descasara un poco, cuando el sol se empezó asomar fue cuando llegamos.
Al entrar al hospital mi mamá le mando mensaje al padre de Laín avisándoles que habíamos llegado, minutos después este apareció en un pasillo, su apariencia era indescriptible, tenía varias cortadas y una herida en la frente.
— ¿Cómo están? —preguntó con preocupación.
— Mi esposa y Laín están muy mal heridos, casi todo el impacto lo recibieron ellos.
— ¿Puedo verlo? — pregunté.
Para mi sorpresa el negó.
— Le avisé a tu madre, pero no pensé que vendrían, no me malentiendas Sofía solo que si algo malo llega a pasar no quiero que te quedes con una imagen triste de Laín en la cabeza.
— No la trajimos aquí para esto. dijo mi madre un poco molesta.
— Aguarde un momento, ¿a qué se refiere con que si algo malo llega a pasar?
— Es obvio que lo dice por si Laín llega a morir, pequeña. — nos sobresaltamos al escuchar una voz masculina a nuestras espaldas, un escalofrió me recorrió al escucharlo llamarme pequeña.
Nos giramos y quedé paralizada, lo miré de arriba abajo, debía preguntar, pero las palabras no salían de mi boca. Creo que todos estábamos un poco en shock, mi madre reaccionó e hizo la pregunta que todos nos hacíamos.
— ¿Quién es el?
— Es triste saber que él nunca me mencionó con ustedes…y más contigo que eres su noviadijo el chico apenado.
— Él es Naím— lo presentó su padre.
— Me supongo que eres…
El chico asintió.
— Pues con el simple parecido ya sabrán, soy el hermano de Laín.
Tenía la sensación de estar cayendo desde un lugar muy alto, pero a un vacío sin fin, a lo lejos escuchaba la voz de mi madre.
— Sofí, hija despierta.
Comencé a abrir los ojos lentamente, me encontré con su mirada llena de preocupación.
— ¿Qué pasó?
— Te desmayaste después de contestar una llamada. ¿Te encuentras bien? Se que es una noticia inesperada, pero debes ser fuerte.
Admitía que lo que me dijo realmente me preocupaba, pero mucho más fue aquella llamada que recibí.
Me levanté de la cama rápidamente y tomé mi celular, revisé las llamadas, pero no había rastro.
La única persona que podría estar detrás de todo esto no era otra más que Eros. Era más que obvio por lo que dijo.
Ahora todo tenía sentido el que nadie se explicara como había surgido el incendio, no quería pensar mal, no quería llegar a los extremos, pero creía que él era él culpable.
Quizá pensó que Laín estaría con Norbert y por ello lo inició, pero lamentablemente se cobró una vida inocente.
¿Pero por qué? Realmente no le habíamos hecho nada malo, sí, tuvimos problemas, pero nada tan grave como para llegar al grado de querer asesinarnos, algo más debió haber sucedido para detonar lo ocurrido.
Debía ir a la policía, debía hablar, tenía que contarle a mi madre, pero basándome en que, ¿Qué pruebas tenía de aquello? Pensaría rápido en algo antes de que fuera tarde, antes de que llegara a mí. Pero primero quería saber lo que ocurrió.
— ¿Cómo fue el accidente? pregunté sentándome en la orilla de la cama.
— No me lo dijeron, simplemente me notificaron del estado de Laín.
— Mamá, sé que es tarde, pero tenemos que ir, tengo que estar con él, debo verlo.