Alexander estuvo dos semanas en el hospital recuperándose. Su padre me había dicho que estaba bien, solo tenían que asegurarse de matar el resfriado. No quise preguntar nada más pero sabía que no podía ser solo un resfriado, no era normal. Los ensayos no pararon, tuve que actuar sola y de alguna manera también me sentía sola. Mi papel mejoró cuando sentí la angustia de su ausencia tal y como lo había sentido la protagonista de la historia, pero sabía que no quería perderlo y aceptarlo como ella. Realmente había logrado enamorarme de él a tal grado de que empezaba a extrañarlo. Esas dos semanas pasaron como dos siglos.
era sábado a media noche cuando recibí una llamada y casi salto de la cama cuando me dí cuenta que era él. No hablé, el lo hizo primero.
-- ¿Quieres que nos veamos?--me dijo--
-- ¿qué? ¿ahora?--
-- No quiero meterte en problemas, si crees que lo harás por favor no vengas, aún así te espero.--
colgó la llamada sin esperar mi respuesta...de verdad estaba loco. me envió su ubicación, Un parque de feria inactivo cerca de mí casa, era colorido y bonito... decidí que iría. me vestí y salí cuidadosamente por la ventana.
Cuando llegué no lo vi afuera, así que decidí entrar.
las luces de bombillas parpadeantes de colores iluminaban el lugar. Me adentré más hasta encontrarlo parado frente a la gran estrella de hierro, mirando directamente hacia ella.
Quise salir corriendo y abrazarlo, pero detuve mi impulso. Cuando me sintió cerca de él, volteó su mirada hacia de mí y parecía sorprendido de verme.
cuando me acerqué por completo, tomé la iniciativa y le dije.
-- ¿Pensabas que no vendría? No eres el único que puede romperla las reglas.--
Se acercó lentamente a mi sin decirme nada, su cilencio me decía más de lo que quería escuchar. me abrazó suavemente, pero lo suficientemente fuerte como para sentir el deseo de no dejarme ir. Lo sentí oler mi cabello y acariciarlo de una manera tan cariñosa que me sorprendí de descubrir esa parte de él.
Se apartó de mí y tomó mis manos entre las suyas. sus ojos estaban rojos pero no tanto como antes. El no me dejó que se lo dijera.
-- Dime que no estoy equivocado...que también has empezado a quererme como yo a tí.--
-- ¿No estas convencido?--
-- Quiero escucharlo de tí. --
-- Te quiero, Alexander. no se como, no estoy segura como pasó. pero te quiero. --
Alexander volvió a abrazarme. Esta vez sentí como su cuerpo se incendiaba lentamente y lo separé de mi.
-- Dime la verdad. ¿que pasa? ¿por qué estas así cada que te acercas a mí? ¿por qué te pones pálido y siseas de dolor? no creeré que solo es un resfriado.--
No me contestó, solo sonrió como si no hubiese escuchado lo que le dije. me llevó a un asiento cercano y me hizo sentarme con él. No dijo nada durante un rato, solo miró el cielo y yo lo miraba a él.
-- El cielo nocturno es hermoso, -- me dijo por fin.-- no pude evitar verlo sin acordarme de tí.--
-- ¿por eso me pediste venir?...Es mejor que la última razón que me diste para verme.--
El soltó una pequeña risita y me me miró.
-- No pude evitarlo...Desde la primera vez que te vi sentí algo, tenia miedo de que ese sentimiento se convirtiera en algo más, pero ahora que lo hecho, estoy más que seguro que hice bien en enamorarme de tí. No hay una mejor persona en el mundo.--
miré al cielo evitando su mirada, pero el tomó mi rostro suavemente en su mano y me hizo mirarlo.
-- No...mírame a mí. No quiero que apartes tu rostro del mío. Quiero que jamás lo olvides, se que es egoísta, pero no quiero que me olvides.--
-- ¿por qué iba a olvidarte?--
-- No lo entenderás ahora, pero llegará el momento.--
-- Prométeme tú que no me olvidarás. si te soy sincera, tengo miedo de que juegues conmigo. de que me uses para reírte de mi y luego...--
-- No me atrevería nunca, -- me dijo-- al contrario, temo que te alejes de mí y no quieras estar conmigo.--
-- Hagamos una promesa frente a las estrellas entonces.-- le dije.--
-- ¿frente a las estrellas? -- preguntó.--
-- Sí, así...que las estrellas sean testigos fieles de que no me alejaré ni el último momento de mi vida.--
-- Que las estrellas sean testigos fieles de que no voy a olvidar y estaré contigo hasta el último momento de mi vida.--
No paré de sonreír como estúpida después de llegar a casa. me sentía tonta, pero me gustaba...me gustaba sentirme así...me gustaba él.
temía que todo fuera un sueño y que no volviera a verlo a la mañana siguiente. Eso de estar enamorado por primera vez es una locura, Jamás lo has sentido pero cuando llega, te das cuenta que lo estás y yo lo sabía. Dentro de mí lo anhelaba tanto, lo extrañaba si estaba lejos, lo necesitaba ver si estaba cerca...una cosa de locos.
Debo decir que no todo era perfecto, porque me preocupaba el hecho de su fiebre y su excusa más que falsa del resfriado, pero el siempre encontró la manera de hacerme olvidar de ello. Además sí le estaba viendo mejorar, ya no se ponía pálido, y su fiebre disminuía. Se veía con energías y tan bien que era imposible preocuparse.
Los ensayos fueron maravillosos, nuestra conexión creció y fue innegable que cumpliríamos nuestro objetivo solo faltando tres meses para el estreno y un mes después, la graduación.
Justo después del ensayo, ambos fuimos al que era mi lugar de paz.
Alexander estaba a mi lado sin hablar, se notaba nervioso y algo preocupado.
-- ¿Que pasa? -- le pregunté tranquila.--
-- Nada...-- me respondió.-- es solo que no pensé que fuera posible sentirse así y no tener dolor.--
-- ¿a que te refieres?--
-- Nada. A veces solo diré cosas sin sentido, tú solo ignórame.--
Lo miré sonriente y me acerqué a él para colocar mi cabeza en su hombro mientras el apoyó la suya sobre la mía.
-- puedo acostumbrarme.--
-- ¿segura?--
-- Claro, si me gustaste incluso siendo un tonto malote ¿que te hace pensar que no podría acostumbrarme a esto?--
-- Me gustas, Cassandra...me gustas.--