Se acercó a mí, no parecía pálido ni con fiebre. Su rostro siempre inexpresivo como la malloria de las veces que lo había visto, permanecía implacable, sin un rastro de emoción en en ellos.
-- ¿Qué haces aquí?-- le dije mientras me levantaba.-- Lárgate, no quiero verte.--
-- Es mentira, ya lo sé.--
Su llamada había sido solo para comprobar que todo lo que le había dicho antes era una gran mentira.
-- No puedes estar aquí, ¿Cuanto tiempo has estado a fuera?--
-- Entonces si me amas.-- me dijo con la sombra de una sonrisa en los labios.-- Lo sabía.--
Se acercó mí mientras que yo retrocedí con la mirada en el piso. Su sonrisa se borró y en sus ojos se reflejó algo parecido a la ira. Me tomó del cuello de mi pijama y me acercó a él fuertemente.
-- Eres una tonta. ¿De verdad crees que puedo salvarme con esa cirugía? ni siquiera yo guardo esperanzas ¡¿por qué debes hacerlo tú?!--
-- No quiero que te mueras.-- dije llorando.--
-- ¿Y quien te dijo que puedes tomar esa decisión por mi? ¿mi madre fue la que te dijo que hicieras esto?--
-- No la culpes--le dije.-- solo quiere ayudarte.--
-- ¡Ayúdame tú! Si me voy a morir por lo menos voy a hacerlo porque te amé hasta el final y no porque una cirugía no me funcionó.--
-- ¡No te vas a morir! ¡¿Quien dijo que morirás?!--
-- Al principio solo buscaba una chica con la que pasar el tiempo para fastidiar a mi madre y que aceptara la idea de que no quiero operarme, pero después de que te conocí, supe que eras perfecta para ayudarme a morir.--
-- ¿de que hablas?--
-- Pero luego quise más tiempo, para poder verte, para poder tocarte y saber que existías. sin querer me terminé enamorando y acepté que iba a morirme.--
Su piel empezó a encenderse, su piel empezó a ponerse pálida pero no me soltaba y solo me miraba mientras no podía dejar de llorar.
-- Se que soy un egoísta por no decírtelo, por mi culpa sufres y siento que te he arrastrado conmigo hasta esto sabiendo bien lo que pasaba, pero no pude evitarlo...me enamoré de tí.--
Antes de que pudiera mediar palabra, Alexander acercó sus labios a los míos y me dio un beso que no pude evitar corresponder. Aunque el calor de su cuerpo me abrumaba, su beso me hizo olvidarme de eso, necesitaba sentirlo. Sus labios se sentían suaves sobres sobre los míos y los disfrutaba mientras sentía sus lágrimas cayendo sobre mis mejillas.
toqué su rostro y acaricié su espalda mientras sentía sus brazos y manos hacer lo mismo. Lo había añorado tanto tiempo que no podía negarme a besarlo. Su tacto suave y cada caricia se sentía tan sincera y tan suave como desesperada.
Me miró a los ojos cuando el beso se prolongó y me dijo en un susurro.
-- Tu me lo prometiste.--
-- Lo siento.--
El volvió a arrebatar mis labios mientras puso sus manos en mi cuello y sentía como las apretaba lentamente. Acabé nuestro beso y lo abracé mientras le dije entre sollozos.
-- Por favor no te niegues a la operación.--
--No quiero hacerlo, si muero estarás lejos, te perderé.--
-- Si te quedas y mueres por mi culpa, no me lo perdonaré jamas, viviré culpable y moriré culpable, ¿es ese el destino que quieres para mí? por lo menos si te vas y pasa algo malo, sabré que al menos lo intenté.--
Tomó mi rostro entre sus manos con el suyo cubierto de lágrimas y me besó una vez más.
-- ¿Entonces se rompen aquellas promesas?--
-- Lo siento.-- volví a repetir.-- lo siento.--
Sus padres supieron que estaría conmigo o buscándome en cuanto notaron que no estaba y fueron por él.
Mis padres lo entiendieron, les prometí que no habíamos hecho nada y confiaron en mí.
Pensé que habíamos roto nuestra promesa para siempre y que no volvería a verlo, pero las promesas que se hacen bajo las estrellas son contratos indestructibles.
Aceptó de mala gana realizarse la cirugía, no me despedí, a ninguno de los dos nos gustaba hacerlo, y para mi eso significaba decir adiós tal vez para siempre mientras seguía aferrada a la idea de iba a volver a verlo. Me gustaba pensar eso.
Me gradué de la escuela poco tiempo después y el siguiente año entré a la universitaria con ayuda de mis padres. tuve que mudarme con mi hermano mayor en la casa de mi abuela para estudiar en otra ciudad mientras que mis padres por fin podrían ser libres de hijos. Nos amaban, pero ya era hora de que disfrutaran su vida, pues no se vive para siempre.
Estudié actuación y escritura de libretos. los primeros tres años después de casi estar a un año de terminar mi carrera, escribí la segunda parte del libro histórico "no me dejes caer" donde aquel final triste que había separado por siempre a los protagonistas se había vuelto solo el inicio de la historia y les hice una en el mundo moderno, donde reencarnaron y resolvieron todo lo que no pudieron en el pasado.
tal vez lo escribí para que por lo menos ellos tuvieran una segunda oportunidad. No volví a saber de Alexander, aunque ahora el hecho de que ya no lo vería más, era más una realidad que una posibilidad, aunque en el fondo de mí no quería vivir con eso.
El libro pronto se hizo popular entre las librerías y empezé a escribir para una editorial. Aunque no era mi plan original, se siente como cumplir un sueño que no sabia que tenía. Es natural que a veces las cosas no salgan como deseas, que creas que tu camino es uno cuando en realidad otro muy diferente.
Gracias a mis ganancias compré una bonita casa para mis padres en la misma ciudad.
seis años más tarde había hecho un gran logro con mis libros y había vivido cosas grandiosas conmigo misma, pero nunca sin olvidarme de él y sin poder evitar sentir un vacío muy al fondo de mi pecho.
Durante las vísperas de navidad visité a mis padres junto con mi hermano para contarle sobre mis viajes y que ellos me contaran también sobre ellos. El tema de Alexander no se mencionó en casa porque mis padres sabían que era algo delicado para mí, y porque sabían que prefería pensar que estaba vivo y lejos de mí que muerto.
El parque de Feria estaba activo, renovado y brillante. Mirarlo me trajo recuerdos y no pude evitar entrar.
Eran como las cuatro de la tarde, el sol estaba de un bonito anaranjado y hacia que la gran estrella se viajera majestuosa. No habia tanta gente, porque era más común ir en la noche, aunque aún así se veían parejas de la mano caminando por donde dirigiera la mirada.
me dirigía hacia la estrella para verla de cerca y fue entonces cuando lo sentí pasar a mi lado como el viento.
El tiempo pasó tan lento que alcancé a verlo. Tenía un aspecto más maduro y el cabello corto, llevaba una mochila negra y su ropa era casual pero parecía un caballero.
El también me miró al mismo tiempo, pero sentí que lo hizo como si yo simplemente fuese alguien más de todos los que estaban ahí. Algo en mí se abrió, una herida que jamás cicatrizó volvió a arder.
me di la vuelta para ver como se alejaba sin detenerse, me abstuve de seguirle, porque a veces el pasado aunque haya sido hermoso, debe dejarse ir...A menos que vuelva a tí.
Sentí como tocó mi hombro y me dijo mientras me mostraba mi libro en sus manos, su típica sonrisa se dibujaba en sus labios y sus ojos revelaban una emoción más que evidente.--