No me doblegaré #1 Saga Pasiones Ocultas

Capítulo 11: Peter, mi prometido y... ¿Algo más?

Después de unos días estar instalada en Devonshire, Cassandra estaba más relajada y merendando en la terraza junto con su hermana. El duque y la duquesa estaban en la ciudad preparando la casa londinense para celebrar el gran baile de compromiso. Había invitado toda la sociedad. Una cosa ostentosa que se podían permitir. Aún no había hablado con Peter sobre ello. Ni siquiera lo había visto.

 ¿Cómo se sentiría a verlo?, ¿sentiría esas mariposas que revolotean por el estómago o esa especie de salto que darías al precipicio? 

- Cassie - le llamó su hermana interrumpiendo sus pensamientos.

- Dime - dejó la taza en la taza, por el sonrojo de su hermana intuía que comentaría algo delicado.

- ¿Alguna ves te has preguntado - el sonrojo de la morena se pronunció más y bajó la voz- cómo se siente al ser besada por primera vez?

-¡Diane! - exclamó sorprendida. No pudo evitar que en su mente se colara una imagen indebida del pasado - ¡No!

- Has contestado rápido; eso significa que sí - dijo triunfadora.  A veces su hermana era muy astuta con las respuestas.

- Es cierto que toda novia se pregunta cómo será su primer beso - cosa que era evidente y obvia. O eso ella creía. 

Si su hermana supiera que no había sido su prometido, sino otro hombre que le había robado su primer beso, le daría un soponcio. Pero eso lo tenía que borrar de su mente ya. Tenía que pensar que nadie le había besado, y que seguía siendo virginal en cuestión de besos. 

- Mmmm - la otra joven entrecerró la mirada, evaluando su respuesta, pudo respirar más tranquila cuando la vio suspirar de forma romántica -. Yo sí me lo pregunto  muchas veces y no estoy prometida. Puede que sea pecado soñar ser besada pero me gustaría que ocurriera alguna vez. 

Las palabras le sonaron tan lejanas que Cassie se extrañó. Su hermana Diane era una joven atractiva, morena y unos ojos almendrados, podría tener cualquier pretendiente que quisiera. Sin embargo, ella no pensaba igual. 

- Buenas tardes, chicas - apareció su hermano con esa sonrisa de triunfador y se quedó espatarrado en una de las sillas como el rey del Sabá - ¿Qué os contáis?

- Nada - respondió Diane de forma veloz ganándose una mirada recelosa de Cassie. 

Diane le pidió con la mirada que no hablara. ¿Por qué sería?

- Ese nada suena muy aburrido - dijo con voz pícara:- Seguro que os estabaís intercambiando secretos que no queréis contar.

Cassie puso los ojos en blanco e iba a contestar con una réplica mordaz cuando escuchó los cascos de un caballo acercándose a la terraza. Dio un brinco al reconocer el jinete. Era Peter. Dicho caballero fue hacia a las caballerizas antes de pasar por donde estaban los jóvenes, entre ellos, su prometida que se levantó a recibirlo con los ojos brillantes y alegres. 

- Bienvenida a Devonshire, señorita Werrington - besó su mano que estaba desnuda.

Ella sintió en la mano un cosquilleo y se encontró con sus ojos chispeantes.

- Buenas tardes, señorita Werrrington - siguió con los saludos, hizo una mueca cuando le tocó a su hermano -. Lord Werrington.

- Lord Perrowl - inclinó la cabeza pero no se levantó de su silla. Cassie quiso darle un golpe por se tan descortés y maleducado.

- Si me disculpáis, voy a la biblioteca. Padre quería que revisara unos documentos.

- ¿No tenías pensado de ir a ver a la señorita Madison? - su hermano le envío una mirada asesina y  se marchó sin responder.

- Yo también me voy - Diane dijo de repente - Yo... tengo que seguir  con el bordado - su excusa sonaba tan pobre que ninguno de los dos la creyeron. Pero Cassie la adoraba. Sabía porque lo hacía.

- Bueno estamos a solas, puede sentarse, ¿quiere algo de té?

- No, gracias - Peter no era un joven muy guapo pero tenía su atractivo y su carisma de niño travieso que no había desaparecido desde que era pequeño - Aunque haya guardado mi caballo hace unos minutos, ¿te apetece dar una cabalgata conmigo?

- Por supuesto - le correspondió a la sonrisa y unió su mano con la de él que le había tendido.

Miró sus manos entrelazadas y no sintió esta vez el cosquilleo de antes. 

- ¡Vamos!

Cassie cabeceó. No importaba sentir sensaciones vertiginosas, esas que mareaban con solo tocar la persona que amas. Dejó de pensar y trató disfrutar la tarde con su prometido. Iba a romper un poco el protocolo porque necesitaba la compañía de una carabina. Pero eso no les importaba. No había nadie que pudiera interrumpir ese momento de los dos juntos. 

***

- Por el bien de tu hermana, deberías tratar mejor al que va a ser nuestro cuñado - le llegó la voz dulce de su hermana.

Miró por encima de su hombro y se la encontró en brazos cruzados. 

- Me cae mal y me caerá mal, ¿contenta? - dejó los documentos que había cogido del escritorio. No tenía la cabeza para números.

-¿Por qué estás siendo borde conmigo? - por su mirada, parecía estar dolida con él.




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