La joven de cabellos rubios bajó pesarosa al desayuno sabiendo que su familia se extrañaría de la ausencia de Diane y comenzaría el interrogatorio. Pero su madrastra fue quien primero se le adelantó. Parece ser que Diane había tenido el detalle de dejarle una nota antes de irse.
- Vamos a hablar en el despacho de tu padre - dijo la duquesa en cuanto la vio bajar de la escalera principal.
No le apetecía entablar una conversación con ella. Desde que llegó a Londres, ambas habían mantenido las distancias. No se soportaban, ni se podía decir que el tiempo había limado las asperezas entre ellas. La duquesa quería mantener su posición de dueña y señora, Cassie no iba a dejar que determinase sus decisiones. Sin embargo, fue tras los pasos de su madrastra y se dirigieron al despacho que esa mañana no estaba ocupado por su padre.
Isabelle cerró la puerta mientras que pasaba por la estancia con la nota en la mano.
- Es evidente que mi hija se ha ido en silencio como hace todo - alzó la barbilla - ¿Sabías de su marcha?
Su hijastra no apartó la mirada, ni siquiera le dio la satisfacción de contestar.
- Eso me responde a que sí lo sabías. Bueno, no vamos a ponernos dramáticas porque se haya ido a acompañar a la extravagante de mi cuñada, le hará bien el cambio de aires.
¿Eso era todo lo que quería hablar con ella? Frunció el cejo extrañada. La duquesa intuyendo su extrañeza sonrió.
- Ay, querida, no solo dee eso querría hablarte - se sentó en la silla del escritorio, tomándose la posición del duque.
Cassie se mordió la lengua y mantuvo una postura sumisa aunque ardía de ir hacia ella y apartarla de allí.
- Mira, no se me ha olvidado que mi sobrino no te agrada, ni te agradaba pero me temo que lo verás estos días, lo he invitado a que se quede - continuó e ignoró el envaramiento de su hijastra -. Como Diane se ha ido, ni yo podré acompañarte a la elección del vestido de novia y encargar el ajuar, creo que mi sobrino te acompañará. Si no recuerdo mal tienes cita con la modista después del desayuno.
Apretó los puños contra el costado. ¿Su primo como acompañante? Ni hablar.
- No - saltó. En sus sueños más lejanos nunca se hubiera imaginado que su odioso primo le acompañaría, y más, a la modista. Era como pedir a tu enemigo que fuera de la mano contigo a probarse ropa. Se sonrojó ante el mero pensamiento. Era impensable -. Madre, no puedes decirlo en serio.
- ¿Por qué no? - era una pregunta retórica -. Es perfecto, además necesitarás la opinión masculina. Así, tu prometido podrá alabar tu vestido. Entre hombres se entienden.
Si, claro. Su opinión no valía ni una libra.
- No está bien que me vea con una presencia masculina, estoy prometida - su madrastra la miró como si fuera tonta.
- Cassandra, Matthew es de la familia no hay nada malo que te acompañe. Además, mi doncella irá con vosotros. Peter no se pondrá celoso - se levantó y aplaudió por su genial idea que para Cassie era una total pesadilla -. Irás. No hay más que discutir.
Su madrastra se fue de la estancia dejando su perfume empalagoso en el aire. La joven miró enfadada por donde había salido la bruja.
Quizás, Matthew no querría ir, pensó en un intentó por no enfadarse más. Rezó porque fuera así pero su primo tenía otros planes...
Como fastidiarla. Durante el trayecto hacia la tienda de la modista Bellismer, la mejor y la que estaba en boca por parte de la sociedad londinense, la joven Werrington se aferró al silencio. Su primo iba a su derecha sin tampoco hablar mucho, o prácticamente nada. Incluso, la doncella de la duquesa meneaba las manos en un gesto nervioso sin soportar el ambiente tenso que había entre los jóvenes.
Cassandra no quería soltar ni una palabra. Esa mañana él se había comportado como un idiota, no merecía ni una palabra suya.
La mañana había pasado rápidamente para llegar a ese crucial momento. Julian no se había percatado aún de la ausencia de Diane, por lo tanto, no había hecho ninguna pregunta al respecto. Parecía que todavía estaba molesto porque no le había felicitado como correspondía en ese momento. Si él supiera que se había ido para no verlo.
Cassie contuvo un suspiro y miró al hombre que tenía a su lado. ¿Su madrastra qué estaría pensando?, ¿era ideal que él estuviera presente en una tienda de moda femenina, sobre todo, para la prueba de su vestido? ¡De novia! Seguramente la razón era para amagarle el día. Sin duda, la duquesa lo había conseguido aunque no hubiera hecho mucho esfuerzo de su parte. Había mandado únicamente y exclusivamente a su sobrino.
Justo cuando llegaron a la puerta de la modista. Cassie se atrevió a decirle pero sin mirarle a los ojos.
- Quédate aquí a fuera - ordenó como si fuera su lacayo. No vio que el hombre echaba por la mirada puñales.
Sin pensar que su primo iría tras ella, entró en la tienda y una campanilla sonó avisando su llegada. La doncella la acompañó. No había mucha gente en el interior del local. Había unas señoras que estaban mirando las fruslerías que habían en el mostrador. También, había una mujer con uniforme que las estaba atendiendo.