No me doblegaré #1 Saga Pasiones Ocultas

Capítulo 35: Despedida

Devonshire

La muerte del duque Werrington fue inesperada para sus familiares. Nadie esperaría que tras la confesión del lord Perrowl fuera ocasionar un infarto en dicho noble. ¿Quién iba decir que el duque que gozaba una buena salud pudiera padecer esa muerte? Sufriendo hasta el último minuto de su vida.

El fallecimiento de tal noble trajo consecuencias nefastas, sobre todo para la hija de él, tras despertarse de la inconsciencia sufrió una fuerte conmoción al enterarse que  su padre había muerto. 

Matthew no pudo evitar darle la noticia aunque le supo hiel en los labios y mil puñaladas a su corazón a ver cómo el brillo de los ojos de su amada se apagaba y se encerraba en sí misma. No habló, ni cuando vino el médico de la familia a revisarla. No había sufrido daños internos lo que fue un efímero alivio comparado con el dolor que llevaba por dentro la joven. 

Estaba acostada en la cama sin decir nada. Parecía una estatua de hielo que no quería sentir ni ser consciente que su padre se había ido al otro mundo.

Se sentía tan culpable.

El hombre no sabía cómo actuar para que la joven saliera de ese "caparazón" que se había metido. Negó con la cabeza y dejó a su ángel herido en la cama. Llamó a su nana para que fuera a cuidarla mientras él iba a preparar todo para la sepultura del duque. 

Justo al bajar las escaleras se topó con su tía, vestida con los ropajes negros del luto. Una mueca se dibujó en sus labios. 

—Desde que has llegado no me has dado un abrazo de consolación, ¿qué te pasa? — le encaró su tía nada más verlo.

Matthew se resistió a contestar pero su tía no dejó el empeño de saber su respuesta.

— Bien, tía. No te he dado algún abrazo porque el duque no sufrió un infarto por culpa del secuestro sino porque se enteró de su infidelidad con ese capullo. Sería hipócrita dártelo cuando eres culpable de la muerte...

No se esperó la bofetada de su tía. La miró incrédulo. Ella le envió una mirada como si de verdad la hubiera insultado. Contuvo las  ganas de zarandearla por comportarse con falsa moral. Pero respiró hondo y se fue de allí para no cometer un delito peor. Pero su tía no pensaba igual. No dio dos pasos cuando ella dijo en voz alta.

—Mientes — pudo detectar el leve temblor de su voz —. No puede ser cierto. No ha muerto por esa infamia.

—Si dudas de mí,  puedes preguntárselo a él o a su hija, Ophelia también lo escuchó.

El rostro de la duquesa se tornó pálido.

—No te creo — alzó la barbilla, recuperando la postura de altivez-. Espero, mi querido sobrino que no juegues porque te puede salir muy caro. Es más, veo que no tienes ningún reparo de acercarte a Cassandra, te lo prohíbo. No te acerques a ella.

— Tía no me sirve tus amenazas. 

Su tía echaba fuego por la mirada. No le gustaba que su sobrino la desafiara y la desobedeciera. 

—¡Basta! Después del entierro espero que comprendas que te no te quiero aquí. 

Matthew rechinó los dientes y no pudo entender porque su tía fuera tan fría y cruel. Pero se equivocaba si se iba apartar de Cassandra. Ahora más que nunca lo necesitaba. Él sabía más que nadie cómo era el dolor que uno sentía con la pérdida de sus progenitores. Cassie para él era su vida, no iba a dejarla a un lado porque su tía no quería. ¡Al diablo con todo! 

 

Cuando llegó a la alcoba de la joven, vio que no hubo ningún cambio respecto a como la había dejado antes, permanecía recostada en la cama sin volverse. Le dio las gracias a la anciana que les dejo un momento de intimidad. El hombre se lo agradeció y fue hacia su amada. Se recostó al lado libre de la cama y abrazó a la joven, atraiéndola hacia él. Quiso transmitirle su fuerza, su apoyo y su  amor. Pero no respondió y se le encogió aún más el corazón cuando notó el cuerpo de la muchacha leves temblores. Estaba llorando en silencio. 

La abrazó más fuerte a él. No quería verla triste. Le dolía. Cada temblor era como cuchillos clavándose en la piel.

— Cassie no tienes culpa - le susurró a su oído —. Tu padre no hubiese querido verte así. 

Silencio y más lágrimas. 

—Amor mío...

Le depositó un beso en los cabellos y apoyó suavemente la cabeza sobre su nuca. Se quedaron así abrazados.

Se despertó sobresaltado teniendo una mala sensación recorriendo por el cuerpo. Miró a la joven y vio que se había quedado dormida. Acarició tiernamente los pequeños rizos que se le formaban en la frente, apartándolos de su satinada piel. Estaba con él y respiraba con pausa, por lo que se fijo en el levantamiento del pecho de ella. Le alivió escuchar su respiración. La besó robándole un tierno beso. Sintió un toque suave en la piel, eran las manos de Cassie rodéandole el cuello.




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