¿Nuevo escándalo a la vista?
El epicentro de Londres había sido sacudido por varios escándalos, no había sido nada menos que cuatro acontecimientos turbulentos. El encarcelamiento del señor Perrowl y de la duquesa. Las mentiras de lady Cortimer a la luz, desaparecida del país. Nadie sabe de su paradero. Por último y más importante, el pasado de la duquesa Werrington.
¡Quién podía imaginar la otra cara de la duquesa, tan perversa y manipuladora! Ni siquiera lo sabía sus más allegados y queridos amigos.
¿Qué escándalos ocurrirán y estarán a la altura de estos últimos?, ¿Cassandra Werrington volverá a las andadas protagonizando otros escándalos suculentos como los de antaño? Les seguiremos informando.
Ecos de la sociedad.
Ocho meses después.
En Devonshire.
Cassandra acunó a su hijo que se había despertado hacía un rato, lo meció para tranquilizarle. Matthew se acercó a ellos y rodeó los hombros de su mujer.
La joven madre miró con adoración a su hijo que nació hacia un mes atrás. El parto fue complicado pero por fortuna, tanto a la madre como al bebé no les ocurrieron nada. Por otro lado, para Matthew tuvo que soportar unas horas, que le fueron interminables y angustiosas, sin saber nada de su mujer ni del pequeño. Hasta Edward que vino hacerle compañía no le aguantó y lo echó de su habitación. Pero finalmente, cuando la matrona le dijo que podía pasar para ver a Cassie y a su recién hijo vio que valió la pena.
Le bautizaron en la capilla de Devonshire y le pusieron los dos nombres de sus padres, Patrick y William, un recuerdo que tendría el pequeño de sus abuelos, materno y paterno.
Cassie dejó que su marido tomara al pequeño ya que este pedía con sus manitas y gorjeos ir hacia él. Mientras miraba a su hijo, su mente echó la vista atrás. Había pasado mucho en su pasado. Tuvo que superar muchos obstáculos para conseguir su propia felicidad. Dichos obstáculos no eran aquellos monstruos que solamente aparecían en los cuentos. No, era más bien el destino. Podía decir que se había hecho fuerte gracias a los infortunios y desgracias que había sufrido durante muchos años.
Su madrastra, su ex-prometido, el padre de este y la ex amante de su Matthew.
Esas personas que formaron su vida, le habían hecho mucho daño en el pasado. Pero que, en parte, gracias a ellos le había servido para ser más fuerte y dura.
Miró a su bebé recién nacido en los brazos de su marido que no le quitaba ojo al pequeñín. Tenía como pelusa negra en el cabello y las facciones de su padre. Era una miniatura de Matthew. Se había quedado dormido. No era consciente de lo que le rodeaba. Estaba seguro con sus padres pero cuando se hiciera mayor tenía que enfrentarse al mundo como ellos lo hicieron. Aunque para eso tendría que pasar mucho tiempo.
Cassie besó la cabeza del pequeño y a su marido, depositando un beso ligero en su mejilla rasposa. Necesitaba un buen afeitado.
Nada podía desear más en ese mundo que estar con ellos hasta la eternidad. Ellos eran sus pilares e ibas protegerlos y defenderlos de cualquier adversidad. Porque nadie le iba a quitar su felicidad, ni hacer daño a quienes amaba.
Nadie ni nada podía doblegarla.
A la mañana siguiente.
Los cascos de unos caballos sonaron en medio de la tranquilidad de Devonshire, interrumpiendo esa dichosa calma. Un alarido del cochero se escuchó al ver que el ocupante que había en el carruaje quiso saltar antes de que el vehículo se detuviera, ocasionando la caída de dicho caballero al suelo.
El hombre con elegantes ropas puestas, ahora llenas de polvo y tierra, soltó un quejido. Se había dado tan fuerte. No había sido consciente que el carruaje no se había detenido.
Tenía la mente enturbiada por... ¿el alcohol? Ese pensamiento le ocasionó risa, tanto que se rio en el suelo, asustando al personal que se había aglomerado allí. Dios, tenía espectáculo.
— ¿Julian? —levantó la mirada y se encontró con los ojos preocupados de su hermana.
—Hola, hermanita —vio que detrás de ella estaba su primo, ¿qué hacía allí y con un bebé en brazos?
¿Estaba tan borracho que lo qué tenía enfrente de sus ojos se lo estaba imaginando?
— ¿Qué te ha pasado?— su hermana hizo una mueca horrorizada ante el espectáculo que estaba montando.
Para contestar esa pregunta, tenía que estar sobrio y no lo estaba.
—No me ha pasado nada, hermanita. Estoy felizzzz de volverrr a casa —exclamó arrastrando las palabras e intentó levantarse pero se tambaleó. Por suerte, unos sirvientes lo acogieron antes de caerse al suelo.
No quería contarle su fracaso que había sido su matrimonio. Lady Howard lo había abandonado por su amante de turno. Se sentía roto y defraudado. Sentimientos que le agriaban el alma.